El bosque de los cerezos se extendía largo, hasta llegar a los límites de Pueblo del Norte, atravesaba la colina de Chaise.
Parte de ese bosque, daba hacía el jardín de los Gante, igual que en otros jardines vecinos. Los peritos y detectives de la policía estaban investigando aquel lugar, buscaban cualquier pista que hubiesen pasado por alto.
El detective Bernardo Quintero estaba a cargo de la investigación, junto a Romina Arias recorría el lugar. El viejo Bernardo tenía cincuenta y ocho años, tenía una vasta experiencia, pero el caso Alyssa Gante ya lo veía como un fracaso, pero se negaba a que fuera algo vergonzoso de esos que la gente nunca olvida. Al principio creyó que el pueblo olvidaría aquella desaparición, no era la primera, ni la última mujer que desaparecía, sin embargo, sus familiares y amigos eran tenaces, habían hecho tal revuelo, que ahora su desaparición comenzaba a estar en el ojo público, y nadie aceptaría que diera carpetazo sin obtener un cuerpo y un culpable.
—¿Sigue pensando que el culpable ha sido el prometido? —preguntó Arias
—Seguro el tipo se enteró de que lo engañó y se deshizo del cuerpo, es lo típico —Bernardo asintió tocando su bigote canoso
Arias puso los ojos en blanco sin que Bernardo la viera, no soportaba a su jefe, le parecía faltó de profesionalismo y ética, pero sobre todo prejuicioso e irresponsable. Ella no creía en la teoría de su jefe, pero lo conocía bien, llevarle la contraria podría truncar su carrera
—¿Por qué me lo preguntas?, Arias, ¿Tienes otra idea?
—Tengo muchas ideas, pero, usted es el experto.
—También pienso que la chica pudo crear todo esto —dijo Bernardo y Arias le miró intrigada—. Quizás ya no quiso más a Raúl Medellín, no supo cómo negarse al matrimonio y huyó desesperada.
—O con un amante —dijo Arias
—Estás aprendiendo —dijo el viejo satisfecho.
Pero fueron interrumpidos por el loco Tobías, un joven indigente con problemas mentales que andaba por el pueblo. Tenía una forma de hablar vaga, hacía aspavientos con las manos y reía por todo
—¡Policía!, ¡Policía! ¿Dónde está la chica?, ¡Yo vi a la chica! —dijo el loco Tobías riéndose y apuntándose a sí mismo, con su ropa sucia y el rostro andrajoso
Arias se acercó al muchacho
—¿Así que tú viste a la chica?
—¡Yo la vi, ahí! —dijo apuntando a un árbol—. Se fue con el señor de azul, ¡Era tan azul!
—¿Era azul y que más?, cuéntame que viste —Arias arqueó las cejas, confundida
—Ella estaba tocándose la barriga y todo estaba rojo… chorreaba rojo —dijo el joven, Arias pensó que se refería a la sangre encontrada, la mujer lo invitó a que prosiguiera—. El azul, la ayudaba, la cargaba en sus brazos y después, ¡Desaparecieron!, se fueron, yo los vi, ¡Se volvieron transparentes!
Arias suspiró incrédula.
—Es un hombre azul, todo azul, grande y fuerte —Tobías repitió su discurso una y otra vez sin que nadie le creyera.
El detective Gabriel Reséndiz se acercó a aquella escena y abordó a Bernardo, aquel hombre tomaría el lugar del viejo cuando se jubilará en el invierno. Quizás por eso Bernardo le tenía antipatía, ya que Reséndiz tenía una buena fama y se distinguía por sus casos resueltos y exitosos.
—Supongo que le avisaron que me uniré a su lado en este caso.
—Supone usted bien. Sin embargo, no veo que pueda ofrecer a la investigación que no haya resuelto yo.
—Hay que descubrirlo, Quintero —dijo Reséndiz con burla, Arias había llegado y saludó con cordialidad, le alegraba la llegada del nuevo compañero pues ella quería aprender, y quizás el nuevo integrante querría enseñar.
—Bienvenido, detective Reséndiz.
—Gracias, Arias, me gustaría que me platicaran las novedades del caso.
—Alyssa Gante, veintiocho años, desapareció una noche antes de su boda civil, entre las once y doce de la noche, estaba sola en casa, toda la familia y amigos tienen coartada y están terminando de confirmarlas. No hubo ningún rastro de violencia aparente, tampoco notas de desaparición, ni llamados de rescate. Hasta ahora consideramos que desapareció por el jardín trasero que da hasta el bosque. Se encontraron algunos rastros de sangre sobre las paredes que llevan a la salida del jardín —dijo Arias a Reséndiz que escuchaba con atención
—¿Cuál es su teoría?, detective Quintero.
Antes de responder, Quintero se fajó los pantalones y acomodó el broche de su camisa vaquera
—Pues es muy probable que Alyssa Gante haya engañado a su prometido con algún amante, se enteró, la mató en el jardín tras enfrentarla, limpió el lugar y se deshizo del cuerpo —dijo Quintero con su típica voz norteña
Reséndiz se mostró dudoso
—Pero, según el informe que leí, Raúl Medellín tiene una coartada para esa noche, estuvo con la desaparecida hasta las ocho de la noche, y sus padres Marisa y Jonás, fueron los últimos en verla.
—El hombre pudo regresar después —dijo Quintero
#6527 en Thriller
#3597 en Misterio
#11892 en Fantasía
amor y odio, realidades alternas, desaparicion secretos y mentiras
Editado: 18.06.2021