El sonido de sirenas se escuchaba con fuerza en el bosque de cerezos, aquel auto color negro se detuvo, descendieron Arias y Reséndiz.
Reséndiz caminó con rapidez acercándose a un par de hombres jóvenes vestidos de policías, tras ellos había una zona acordonada por cinta de seguridad tatort.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Reséndiz al policía
—Recibimos una llamada de un padre de familia, sus hijos estaban jugando en el bosque, al parecer estaban buscaban tesoros escondidos —dijo el policía y esbozó una sonrisita vaga—. ¡Y vaya que han encontrado uno!, encontraron un arma blanca cubierta con una toalla en una bolsa de plástico.
—¿Encontraron algo más? —preguntó Reséndiz consternado
—No. Pero el cuchillo tiene rastros de sangre seca, la toalla está bañada en sangre.
Reséndiz miró a Arias, tenían la esperanza de encontrar una prueba sobre el caso Gante.
Se acercaron al lugar donde habían descubierto aquella arma, estaba casi a un kilómetro del jardín de los Gante, en un hoyo bien cubierto cerca de una maleza.
—¡¿Cómo es posible que no se haya encontrado antes?! —exclamó Reséndiz
—Se lo he dicho, Quintero ha hecho todo mal, no me alegra que le haya dado esa embolia, pero si siguiera al frente del caso seguro de que nunca hubiéramos encontrado esta prueba.
—No cantemos victoria aún, Arias, hay que esperar los resultados del laboratorio. De hecho, vamos, apuremos a esa gente para que nos entreguen los resultados lo más pronto posible —dijo y se marcharon al centro de justicia.
Amairany entró en la casa de Raúl, encontró cerca al par de hombres,
—¡Qué bueno que ya llegaste!, estamos por irnos —dijo Raúl
Amairany arqueó las cejas, dudosa, al verlo listo para irse
—¿A dónde vas?
—Hemos encontrado una nueva pista, quizás sea la última y la más importante.
—¿Cómo dices? —preguntó Amairany confundida y temerosa al percibir la ansiedad de Raúl
—¿No entiendes?, Leonardo encontró una nueva pista para hallar a Alyssa.
Leonardo caminó a la sala observando a la mujer, que de pronto tenía el rostro tenso, con los ojos destellantes de rabia
—¡¿Cuándo te vas a cansar de buscarla?!
—¡Nunca! —exclamó Raúl perdiendo los estribos—. Jamás me cansaré de buscar a Alyssa…
Leonardo se acercó a ellos con pasos firmes, pero despacio.
—¡Ella no te ama!, ¡Nunca te amó!, ¡Solo fuiste su imbécil para pasar un rato, ella nunca te amó! —Amairany gritaba presa de su frustración y Raúl enfurecido estuvo a punto de abofetearla, pero Leonardo le sujetó el brazo con fuerza, Amairany retrocedió unos pasos y comenzó a llorar
—¡Tienen que calmarse! —gritó Leonardo, Raúl se sentó en el sofá cabizbajo—. No es tu decisión, Amairany, sí Raúl quiere buscar a Alyssa puede hacerlo.
Amairany odio a Leonardo.
—Iremos al lugar, no me importa si no encuentro nada, pero lo haré —dijo Raúl—. Si quieres venir con nosotros, lo harás en silencio, y si no márchate ahora.
—Sabes que lo haré —una lágrima corrió por su rostro—. Nunca te abandonaré, porque te amo, Raúl.
Raúl no quería verla, ni decir nada. Luego se levantó y caminó a su recámara.
Amairany tragó saliva y miró a Leonardo
—Lamento haberte golpeado.
Leonardo asintió y Raúl regresó, llevaba en sus manos un sobre amarillento, luego tomó las llaves de su auto y los tres subieron a bordo.
—¿A dónde vamos? —preguntó Amairany
—Es cierto, no te hemos dicho —dijo Raúl—. Por favor ayúdanos a poner el GPS.
Amairany dijo que sí, y encendió su Tablet, casi de inmediato abrió la aplicación de GPS
—Te paso las coordenadas que debes buscar: 21.862292, -99.628040—dijo Leonardo
Amairany se apuró a anotarlas en el buscador y la pantalla le indicó un lugar.
—¿Qué lugar es?, ¿Está en México?, ¿Es muy lejos? —preguntó Raúl intrigado
—Es en pueblo del centro, en la carretera del Este, muy cerca de nuestra casa, parece un lugar a la intemperie, un simple tramo de carretera —dijo Amairany confundida, Raúl se había quedado inmóvil—. Son casi seis horas de camino.
Raúl no dijo nada, encendió el auto y comenzó a conducir, era otro viaje, pero en silencio, con expectación y temor, aunque sospechaba que sería el último.
Romina Arias y Gabriel Reséndiz estaban en los laboratorios del centro de justicia, apuraban al personal para obtener el resultado de las pruebas, pero les informaron que los tendrían hasta la mañana siguiente, los detectives se mostraron decepcionados, pero tuvieron que armarse de paciencia y esperar.
Raúl había conducido por tres horas, estaban a mitad de camino cuando una tormenta helada comenzó a azotar la carretera, el cielo estaba nublado, y pronto la lluvia se convirtió en una ligera nevada, la temperatura era de menos dos grados centígrados. Cansados, con frío y hambre, decidieron detener el viaje y pasar la noche en un hotel, después de todo llegarían a aquel lugar casi al anochecer. Se hospedaron en un hotel a lado de la carretera, alquilaron tres habitaciones, tomaron la cena en silencio y después cada uno se fue a dormir.
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Editado: 18.06.2021