Azul Violeta (cuarto Libro)

XXIII.- Los 3 mosqueteros, el golpeador y el testigo

— ¿ACASO CREES QUE ES DE PALO? AYUDAME A LLEVARLA AL HOSPITAL 

Kathleen llegó a la habitación del hotel, en cuanto Alejandro abrió la puerta, entro y se dirigió al dormitorio. Vio a Christine con sus ojos rojos, boca seca y al parecer tenía una fiebre ligera. Alejandro ayudo a llevarla al auto junto a los niños.

Kathleen estaba furiosa que iba a decirle hasta de lo que se iba a morir. Los niños estaban asustados de ir al hospital pues solo podía ir cuando alguien estaba enfermo.

El médico de Kathleen la atendió y diagnóstico un resfriado así que le ordeno descanso. Alejandro estaba aturdido. ¿Cómo no se dio cuenta de su estado?

— Como si sirviera que te lamentes...— le dijo al verlo perdido — vamos a mi casa.

— Creí que no eran amigas...— contesto

— Pues no puedo dejar que tú la cuides así que es mejor que este en mi casa. No se ocurrió con su marido pero yo también se lo difícil que es estar al lado de una persona famosa... además los niños pueden sentirse incomodos en otro lugar — comento

— Christine solía enfermarse muy seguido, en cualquier época del año, no sé cómo lo olvide...— pensó en voz alta — ¿Y esto es lo que llaman empatía?

— Cállate Alejandro... solo es preocupación.

 

— ¿Quiénes son ustedes? — pregunto Ryusui al ver a cuatro extraños enfrente de su casa. — ¿Buscan a alguien?

— Pues...le avisamos a Christine Riels que vendríamos a visitarla...supongo que tú eres su famoso esposo.

— Si...— le hizo un gesto para que entrarán después de escuchar el nombre de su esposa.

A primera vista se veían de un físico distinto. El que estaba cerca de él era de su misma estatura pero tenía el cabello un poco chino. Uno de los que estaba atrás parecía muy intelectual y llevaba un anillo de matrimonio. Tenía un ligero aroma a hospital. Uno que se sentó como si estuviera en su casa, usaba una playera y jeans, se veía algo musculoso.

— ¿Y Christine?

— Salió...

— Ahhh entonces la llamaré...— dio el sujeto de cabello chino.

¿Por qué?

Escucho que entre ellos platicaban sobre como aprendieron alguna frases para sorprenderla, le compraron regalos para el futuro bebe además de que la nula hospitalidad del sujeto frente a ellos les parecía fuera de lugar.

— ¿Si? — Respondió una mujer que no reconoció — este es el teléfono de Christine Riels

— Soy Christian W, ¿habrá forma de que pueda hablar con ella?

— No, está dormida. ¿Es su amigo? Hoy tuvimos que llevarla al hospital por un resfriado, le diré que le marque apenas despierte. — afirmó la mujer

— Gracias, lo aprecio mucho, si...— colgó y dirigió su mirada hacia Ryusui que se sentía fuera de lugar en su casa. — señor esposo, ¿me quiere decir porque Christine fue al hospital?

— ¿Qué? ¿Cómo que al hospital? — repitió.

Los otros hombres se levantaron. ¿Quién osaba a lastimar a su amiga?

— ¿Cómo está? ¿En qué hospital? — dijo de repente

— ¿Escuché bien? ¿No sabes dónde está en este momento? — dijo el chico de jeans.

— No es eso...ella se fue...con su amiga — por alguna razón les tenía miedo. Poniéndose de pie, eran tres contra uno y sentía que lo golpearía en cualquier instante. — eso, fue con su amiga.

Christian no creía ninguna palabra que salía de su boca.

— Entonces me dirás, ¿Qué ocurrió?

— No tiene nada que ver con ustedes...son problemas de pareja...— contesto pero su voz no podía ocultar el miedo.

— Me gustaría que nos expliques, ¿qué ocurrió? Dudo mucho que ella haya salido cuando le dijimos que vendríamos hoy... — menciono Mariano. — por cierto soy fotógrafo, Mariano Smith...

— Ah sé quién eres, Ella compra las revistas donde salen tus fotos...— intento decir para calmarlo.

— Señor esposo, me gustaría que me dijera ¿Dónde está Christine? No es difícil, ¿verdad?— señaló el sujeto de cabello chino — me llamo Christian W.

— Tal vez deban irse, no ganan nada con intimidarme en mi propia casa. Si no llamaré a la policía. — amenazo. Los hombres se rieron. — además, ¿Qué les importa dónde está?

— Te acaban de decir lo que vinimos a hacer — menciono otro que al momento no había hablado. — intentaré llamarla.

—  ¿Y tú quién eres de ella? ¿Que eres de ella? — pregunto Ryusui

— Soy Alejandro Montenegro, su amigo, ¿Por qué? — contesto molesto

Ryusui veían a cuatro hombres que no se dejaban intimidar ni por la policía. ¿Qué relación tenían con su esposa? ¿Qué tipo de mensajes intercambiaban?

— ¿Qué relación tienen con Christine? ¿Son sus amantes?

Christian lo miro con cara de "¿No se te ocurrió nada mejor?" Alejandro se acercó a él igual que Mariano. Reino el silencio unos minutos.

— Escucha...por la manera en que te comportas no podemos dejar que Christine siga viviendo este martirio. — Empezó a hablar Christian — tal vez sería mejor que regrese con nosotros al extranjero... si llora significa que no es feliz.

Alejandro y Mariano asintieron. No podrían soportar que su amiga tuviera que irse de la casa solo porque un extraño se lo pidió. O incluso peor, siendo acusada de algo.

— ¿Por qué se la llevaría? Es mi esposa, ¡no dejare que forasteros vengan y me digan lo que van a hacer! ¿Porque son tan metiches? ¿Acaso ella les paga bien? ¿No sabían que yo existo en su vida? ¡No se entrometan en nuestra vida matrimonial!

El único que no había hablado, se levantó y le dio un golpe para KO.

De haber estado en mejor condición, Ryusui no habría caído inconsciente por un golpe como ese.

— Antonio, lo mataste...— dijo Alejandro tocándole con el pie. — creí que los neurocirujanos no debían lastimar sus manos.




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