Capítulo 15
Abro mis ojos encontrándome con la luz del sol proveniente de la venta, me encuentro boca abajo con mis manos debajo de mi cara. La realidad de lo sucedido me atropella, con prácticamente el corazón en mis manos muevo mi cuerpo para darme boca. Observo a mi alrededor y automáticamente entro en pánico, giro mi cabeza un poco para verlo, está profundamente dormido, mis ojos viajan de su cara por su cuello hasta su torso desnudo y el resto de su cuerpo está desnudo; ¿Qué hice? ¡Soy una tonta!, lo veo, me veo, cierro los ojos y lentamente los vuelvo a abrir, como si todo esto fuera un sueño.
Las imágenes de lo ocurrido en esa cama hace unas horas llegan a mi cabeza como una avalancha, mi corazón aún está palpitando por la agonía de lo sucedido. Lo de anoche está muy lejos de ser una entrega de amor, y eso pasa en ambas direcciones.
Un tsunami lleno de emociones se apodera de mi mente y mi corazón, los sentimientos que he sentido por el padre de mi hijo desde hace tantos años siempre han sido fuertes, por ende mi cabeza esta vuelta un maldito lío.
¿Odio? Eso es lo que siento, de verdad odio tanto a Eros o más bien odio en lo que se convirtió, en lo que me convirtió y como acabo con nuestras vidas, aunque hoy parezca un tiempo que nunca sucedió, de verdad teníamos una vida juntos.
¿Arrepentimiento? Me arrepiento de lo que pasó, de haber estado de con él, la verdad era que mi cuerpo no se arrepentía, desde que descubrí el sexo con Eros hace años, mi cuerpo se rindió a él.
La primera vez que hicimos el amor supe que tanto era el amor que tenía en mi corazón por él, que esa era la forma de demostrar las emociones.
Y hoy, después de tantos años, y dos años de no compartir este tipo de intimidad lo vuelvo a confirmar, se expresan emociones y no solo de amor, también de dolor y rabia, por lo que compartimos fue una guerra, de quien lastimaba más al otro.
Observo a Eros dormido y desnudo, jamás pensé volverlo a ver así, siempre que estábamos juntos en esta situación en el pasado me gustaba verlo, no por el hecho de la excitación al estar así, sino porque sentía su entrega y confianza, eso para mí lo era todo.
Pero ahora todo es distinto y sé que tengo que guardar todas mis emociones, todos mis sentimientos bajo llave para no volver a sufrir.
No voy a dejar que vea cuáles son mis sentimientos y me decido a hacer lo más sensato huir. Me levanto de la cama y voy directamente al baño de la habitación, yo tengo que borrar su rastro como sea. El agua fría corriendo por mi cuerpo no funciona como lo imaginaba.
Entre las cosas que hay cuidadosamente colocados en el vestidor hay un par de prendas de mujer, veo que tienen etiquetas, claramente el estar aquí estaba totalmente previsto por Eros.
Me visto con lo más sencillo que encontré, con sigilo salgo de la habitación.
Ante mis ojos aparece una bonita casa decorada de forma rústica, anoche no tuve tiempo de retener ningún detalle de ella. Camino por el pasillo en busca de la cocina.
Al encontrarla me refugio en ella, hacer el desayuno debe de servir como un tipo de mantra o algo.
— Me das café, por favor —estoy tan concentrada en no pensar en él que espanto un poco a escuchar su voz, ¡Por Dios! No lo sentí llegar.
Me digno a no verlo y contestarle; sin embargo, su presencia la siento, es como tener a tu depredador a menos de dos metros de ti. Respirando profundo y tratando que mis monos no tiemblen, busco una taza para servirle el café.
—Buenos días — le digo al momento de entregarle la taza con el café.
No compartimos ninguna palabra por lo menos en quince minutos, aunque realmente no creo que tengamos mucho que decirnos.
—Tu cuerpo — lo miro extrañada — no ha cambiado.
A dicha afirmación no sabía muy bien que responder, dura minutos largos y agobiantes en incómodo silencio y de repente suelta una pregunta mucho más incómoda, ¿qué hay en su cabeza?
—¿A qué viene eso? — no entendía qué quiere decir — Tuve a Ángel — añado como una tonta, que se supone que le deba decir.
—Sí, tuviste a nuestro hijo — vuelve a quedarse en silencio por un par de segundos —me refiero a cómo se siente, a cómo lo siento, tu cuerpo.
Lo miro a los ojos —Interesante… — no sé muy bien si la palabra que elegí sea la adecuada.
—Lo de anoche… —empiezo a hablar, mi cabeza empieza a buscar las palabras a deseadas para explicar lo que quiero decirle — Se salió de control, tenemos una relación difícil, involucrar sexo no es la mejor de las ideas — le digo intentando ser sensata — No puede volver a ocurrir.
—Bonnie… Nuestra relación no es la mejor, es verdad. Pero todo es distinto ahora, eres mi esposa, ten claro que no voy a buscar compañía en la calle, no lo hice antes en el pasado ese que compartimos juntos y que tanto te duele, no lo voy a hacer ahora.
—¿Me puedo reír? —lo miro con cinismo —¿Quieres hacerme creer que vas a respetar nuestro matrimonio? ¿Por qué lo haría ahora?
—Bonnie…
—¿Qué? Lo harías porque ahora tenemos un hijo, respetar a tu hijo comienza respetando a su madre y por consecuencia cuidarías nuestro matrimonio.