Capítulo 30
—¿Lista? —¿Qué si estaba lista? Como nunca antes. Hoy era ese día donde tenía que sacar toda esa fuerza de mi interior que he cautivado con el tiempo.
—Sí. —Miro a mi amigo con seriedad, toda esta mierda hoy se iba a solucionar, lo juraba por mis hijos.
—Eros me va a matar si algo sale mal. —seguramente le daría un infarto si supiera que estoy al tanto de toda su situación y que además les entraba a las cosas que teníamos que hacer a escondidas de la fiscalía.
— Todo va a salir bien, por ahora no se va a enterar de nada de lo que hemos estado haciendo para sacarlo de ese horrible lugar. Y por si lo llega a hacer te exonero de culpas, yo las asumo.
— Como digas.
— Escucha… Lo quiero durmiendo en su cama a más tardar la otra semana.
Cuatro meses enteros había pasado desde que Eros está en la cárcel, cuatro largos meses donde no ha podido estar en el proceso de mi embarazo, una vez más se está perdiendo esa etapa y no estaba dispuesta a permitirlo. Ya mi embarazo se encontraba en las treinta y dos semanas, ya estaba en el tercer y último trimestre. Si cuento con suerte podrá estar en las últimas semanas.
Mi hija se ha comportado como una campeona, en ningún momento me he sentido embarazada, no ha habido malos días ni dolores, nada. Ella sabía cómo comportarse, por ende estoy segura de que es una mujer, porque nosotras podemos con todo.
Las visitas a Eros ha sido lo más duro de este proceso, no ha querido que le lleve a Ángel, no quiere que su hijo esté en esas horribles paredes. “Me parte el alma, verte aquí, no te imaginas lo que me puede causar ver a mi hijo aquí” Esas fueron sus palabras y las acepte sin replicar, él está viviendo su propio huracán. Con el dolor de mi alma he cumplido con su petición, si no podía llevar a mi hijo a ver a su padre, le traería a su padre a mi hijo.
Mentalizando que todo va a salir según nuestro plan, toco mi barriga, ella me da fuerza.
— Vámonos — ordeno.
Salgo rumbo a mi antiguo trabajo, en todo este tiempo hemos estado recopilando información, pruebas y todo aquello que sirva para sacar la verdadera identidad de mi padre a la luz. Y el primer paso es acorralar a su más fiel lamé perro.
— Doctora Anouk Evanson — la saludo cuando estoy frente de ella - me quede esperando tu llamada cuando regresaras.
— ¡Guao! Bonnie — la calma que demuestra su rostro es aterradora.
Le sonrió, trago el asco que esta persona me provoca, como no pude ver lo que era.
—Me gusta que se dirijan a mí como señora Derricks ¿Cómo estás? —Aborrecía el apellido de mi padre, no lo usaba.
—Muy bien, ¿Otro bebé? — me señala — ¿Señora Derricks?
—Si… me casé — le enseño mi mano — con el padre de mi hijo Eros Derricks, ¿Lo conoces?
— No… primera vez que escucho su nombre, felicitaciones, doble felicitación ¿Qué te trae por acá? Dudo que sea tu trabajo.
— Tienes razón… me enteré de que estabas en la ciudad y a manera de agradecimiento por lo maravillosa que fuiste conmigo, vine a saludarte e informarte sobre mi padre.
—Qué amable… ¿Tu padre? — su expresión cambió al mencionarlo.
— Apareció — trato de sonar afectada al mencionar a tan despreciable ser — está muerto Anouck — lloriqueo un poco — quería que estuvieras informada.
— Ah…
— Pensé que te iba a afectar, eran muy amigos, según lo que me contabas.
— Si…
— ¿Ya lo sabías?
— Claro que no.
— Pero eso no es lo único — cierro los ojos — era un delincuente, un asesino nos engañó — la miro firmemente, con cada palabra que salía de mi boca su expresión iba cambiando poco a poco, hasta que en su cara solo había enojo.
— Era el mejor de todos.
— Al parecer se buscó su final, era un bastardo — no trato de ocultar el desprecio de mi voz.
Empieza a negar repetidamente con su cabeza — Él no era un asesino. —Me causa gracia al escuchar que diga eso, yo no he mencionado de lo que él hizo en vida.
— Si lo era.
— ¡No! Tu marido si lo es, él lo mato.
— Así que si conoces a Eros.
— Ese ha sido una piedra en el zapato de mi Greco, lo ha perseguido desde que tiene memoria.
— ¿Greco?
— Tu padre de verdad se llamaba Greco, ese niñato desde que era un adolescente lo ha querido matar—Me quedo en silencio —¿No te importa tener hijos del asesino de tu padre? ¿Que clase de hija eres?
Le sonrió — la peor de todas — la miro de arriba abajo — no me gusta ser llamada su hija, prefiero ser la mujer de un demonio.
— Eres igual que él — su mirada es siniestra — no te das cuenta de que te utiliza, por quien eres hija.
— Puede ser, pero no me importa.
— Es un delincuente - comienza a caminar por todo el espacio como una demente.