Liam.
Había pasado casi una semana desde lo que le paso a Camila. Desde ese día ella prometió pensar en la denuncia, yo sabia que si pasaba otra semana mas tendría que llegar a medidas extremas, estaba dispuesto a hacer todo por cuidarla.
Mis horarios se movieron un poco ya que queria estar al pendiente de ella, le pedí que me mandara un mensaje si ocupaba algo o estaba en apuros. Ahora yo me encargaba de llevarla y traerla a la universidad. Siempre me pedía que la dejaran un par de cuadras antes, no queria que sus amigas me conocieran todavía ya que era demasiado caliente y se enamorarían de mi. Eso dijo ella.
En cuanto a su humor la notaba un poco distante, yo tenia miedo de darle una caricia porque su problema se me hacia muy reciente, a veces cuando la invitaba a comer no probaba bocado, ni siquiera de la comida china que es su favorita, cuando la recogía en su casa en la mañana la veía cada vez con los ojos mas hinchados, ya no hablaba tanto conmigo y evadía mis miradas.
Ahora mismo estaba afuera de su casa esperándola en el coche, cuando salio el alma se me fue al suelo, se veía triste. Su cabello rojo castaño estaba enredado sujetado en una coleta, sus ojos verdes se veían mas oscuros, debajo de ellos tenia unas ojeras que se notaban moradas, su ropa no era típica de Camila, llevaba una sudadera y unos pantalones holgados, su rostro no llevaba una gota de maquillaje.
-Hola.-Hablo en voz baja entrando al auto.
-Hola hermosa.-Quise acercarme a darle un beso pero ella puso su mano en mi cara.-¿Que pasa?
-No quiero.
Asentí y conduje a la universidad, todo el camino estuvo viendo por la ventana ignorándome, ni si quiera toco la radio como suele hacerlo.
-¿Que tienes?-Decidí romper el silencio y ella contesto todavía mirando por la ventana.
-No pasa nada.
-Cam...
-William, no pasa nada.
William...