—Promete que vendrás de visita, cariño.
—Claro, mamá—la abrace al mismo tiempo.
Ellos me sonrieron de forma cálida y amigable.
—Joan, Amelie, prometo que la próxima vez que venga nos iremos de compras las tres juntas—dije un tanto ansiosa.
—Espero que no te olvides de nosotros, niña—dice papá sonriendo y abrazandome al mismo tiempo.
—No, papá. No los olvido nunca. Ahora me tengo que ir, porque se hace mas tarde que nunca—me despedí alzando mi mano derecha al aire mientra sonrio mirando a mis cuatro personas favoritas.
—Por favor ve con cuidado esta por anochecer y se pone excesivamente fea la carretera en la oscuridad—dice Joan alzando su mano al aire en forma de despedida.
Mientras caminaba hacia mi auto mandaba mensajes de texto con mi jefa en el area de Administracion financiera estaba tan centrada en mi trabajo y en la escuela que apenas podia pensar en mi. Mi primer auto, un mazda a color oscuro cuatro puertas. El cual me había costado un año de ahorro y lleno de lloriqueo y enojos por irme en el autobús día con día, ahora estaba enfrente de mi aprovechando cada instante recordandome que lo bueno aveces puede llegar un poco lento.
Mire hacia atrás por ultima vez, observe a mi familia con una sonrisa y entre a mi auto. Tenia miedo, de nuevo volvía a sentirme como si fuera una pequeña en apuros, tratando de esconderme de la realidad. En la que era la hija perfecta, la que había obtenido cinturón negro en clases de karate en primer nivel. La que era activa socialmente, "la de la buena suerte" como me decían cuando era pequeña. Pero yo siempre supe que mas allá de una vida normal y perfecta, tenia que haber algo que desencajara. Las buenas calificaciones no siempre son un regalo, hasta ahora me doy cuenta de que necesito un pequeño roce momentaneo de la realidad.
Mis padres, Demian y Esmeralda Parker, habían nacido para estar juntos, para encajar juntos, como dos piezas de rompecabezas. Eran iguales entre si, ambos eran castaños, mi madre tenia los ojos marrones y mi padre los ojos color verde como el nombre de mi madre. Eran atentos, humildes, amables, fieras y valientes. Yo soy la hija mayor, Emily Raven Parker. Ni siquiera era tan alta y mis ojos eran oscuros castaño. Mi cabello era oscuro y mi tez era aperlada. Mis hermanas, Joan Jannett Parker, y Amelie Jane Parker, eran dos chicas de la misma edad que fueron concebidas de una sola vez. Decían que eran gemelas, hasta que se desarrollaron. Yo tengo 21 años, cuando ellas tienen 17 y son casi iguales. Sus ojos verdes y el cabello castaño, las hacían parecer gemelas hijas de mi padre, mientras que yo era la única hija que no encajaba.
El sol toca la tierra en su majestuoso desaparecer detrás de las nubes que amenazaban con llover. El cielo comenzaba a ponerse oscuro y gris. Iba a llover mientras oscurecía y yo apenas comenzaba a adentrarme en la calle, en la hermosa carretera arbolada con dirección a mi hogar. Detrás del volante, mientras escucho la radio cualquier canción al azar, me doy cuenta de lo triste que puede llegar a ser la soledad. Pero es mas triste aun, ver que el tanque de gasolina comenzaba a vaciarse por completo. La flecha con indicación de "tanque vació" me alerto y para cuando estaba a punto de acelerar tratando de encontrar una gasolinera cercana, mi auto se detuvo de golpe, evite entrar en pánico mientras gritaba llena de frustración, —¡maldición! eso me saco por ser una estúpida ignorante ¡mierda!—grite llena de rabia llevando el auto hasta la orilla de la carretera.
La música en la radio seguía sonando, pero le había bajado un poco el volumen, ahora quedaba para el fondo de la triste escena en la que me encontraba. Pensaba en lo idiota que era por haber olvidado haber llenado el tanque antes de haber viajado hasta mi hogar. Eso me sacaba por vivir en un lugar remoto de la ciudad de Nueva York, —¿como putas iba a saber?—me digne a colocar mi frente golpe contra el volante, mientras miraba a la nada.
Minutos mas tarde, tratando de pescar algo de señal para mi móvil extendiendo mi brazo derecho al aire, mientras que con la otra sostenía un cigarrillo a punto de acabarse. Desesperada volví al interior del auto aprovechando la oscuridad, y le coloque el seguro a las puertas sin bajar las ventanas, esto me provocaba un poco de miedo. Lance la colilla de mi cigarrillo por una pequeña rendija de mi lado de la ventana mientras pensaba en cualquier cosa con la ansiedad comiéndome viva, — maldición, por fin tendría que usar mis enseñanzas en artes marciales en caso de que un maldito loco aparezca— encendí otro cigarrillo mientras miraba a lo lejos en la carretera. Repentinamente un auto se avecinaba con las luces largas delanteras y sonreí burlona, —vaya, parece que fui demasiado acertada—murmure al mismo tiempo en que inhalaba profundo mi cigarrillo. El auto acelero un poco mientras yo me recargaba en el respaldo de mi asiento, observando de forma fija.
—No te detengas... No te detengas— susurraba mientras lo miraba detenerse a un lado de mi auto y resople en signo de fastidio, — ¡maldita sea!— pronuncie entre dientes.
El que era un mazda a color azul cuatro puertas se detuvo junto a mi auto,y debido a que las ventanas estaban polarizadas, me impedian ver a cierto punto la persona que conducia y cuando me terminaba mi ciigarrillo, acumulando el humo en el interior, apestando mi ropa mas de la cuenta, quien parecia ser un sujeto el conductor del mazda, salio al acecho con la capucha puesta de la que parecia ser una sudadera oscura. Deje la colilla de cigarrillo en el porta vasos y baje un poco mas la ventana de mi lado mientras observaba de forma fija como es que el sujeto caminaba lentamente hasta la ventana del lado del copiloto.