PARTE DE TI
—No creí que al decir que haría cualquier cosa por conocerte mejor sería meternos a una casa de unos millonarios.
—Bru, todo estará bien.
—Clara, es propiedad privada no podemos entrar —le advirtió el chico tratando de cruzar la barda.
—Claro que podemos —respondió ella en un tono relajado y burlón.
—Ya, como tu compraste este lugar —contestó con sarcasmo e hizo una mueca.
—No lo compre yo, directamente.
—¿Que?
—Este lugar me pertenece, Bru.
—Si fuera así no tendríamos porqué saltar esta imitación del muro de Berlín, ¡ay, mis hijos! —su cara se arrugó en una mueca.
—¿Podrías dejar de quejarte? Sembré parte de este lugar.
Una vez en tierra firme cuestionó:
—¿Y eso que? —alzó la ceja.
—En las escrituras de propiedad está mi nombre —soltó una gran carcajada al ver la cara perpleja del chico
—Todo esto ¿es tuyo? —la observo asombrado del inmenso lugar el cual le parecía un sueño porque era demasiado bonito para ser real
—Por derecho y... porque soy la única heredera que queda —frunció el ceño— ¿Qué no tu familia estaba en un viaje? ¿A qué te refieres con ser la única heredera?
—Mi familia murió en un incendio hace seis años, Bru.
—¿Todos? —ella asintió mirando a la nada y caminando hacia la gran mansión.
—Era nochebuena, toda mi familia estaba reunida en casa de mis padres, estaban mis abuelos paternos, mis abuelos maternos por desgracia murieron después de la boda de mis padres, mi madre fue hija única, mi padre sólo tuvo un hermano el cual se casó y tuvo una hija, su esposa murió cuando la pequeña nació —miró a Bruno el cual la observaba con mucha atención—. Yo me había mudado con mis abuelos cuando aún era una niña por lo que yo me críe con ellos. Todo iba de maravilla esa noche, todos eran felices, hasta que mis abuelos decidieron que era tiempo de dar un gran anuncio yo sería heredera de una gran parte de su fortuna, lo que provocó que mi tío y mis padres comenzaran una discusión con ellos, decían que yo aún era una niña, que no iba a saber cómo manejar la fortuna entre otras cosas y eran ciertas, pero mis abuelos no iban a dar marcha atrás con su decisión, además de que ya habían modificado su testamento de herencia —observaba la construcción con detenimiento mientras relataba y recordaba cómo habían sucedido las cosas—. Fui insultada por mi tío y padres, yo no quería seguir escuchando la discusión e insultos que salí de casa sin avisar y con los ojos rojos con las lágrimas que salían de ellos, me escabullí por no ser notada por los de seguridad... —soltó un suspiro.
—¿A dónde fuiste?
—Me dirige a la fiesta de la fue mi mejor amiga, sus padres nunca estaban en casa por eso hacía fiestas todos los días con alcohol, chicos y chicas con las hormonas hasta el cielo, algunas parejas prácticamente teniendo sexo a media sala o en cualquier lugar. Luego de pasar toda la noche bebiendo y me convencieran de probar la marihuana y la nicotina en ese lugar decidí regresar. Al llegar...—el sonido de la voz de Clara perdió fuerza— había muchos policías, bomberos y paramédicos que bloqueaban mi visión, cuando por fin pude ver la mansión esta estaba hecha cenizas, había partes en donde aún existía fuego, quedé en shock. Salí de ese estado por un policía que me sacudió y corrí adonde estaban los paramédicos con algunos empleados que habían logrado escapar con suerte, con la esperanza de ver a mi familia. Al verme, el chófer de mis abuelos, Hugo les informó a los policías. Desesperada por encontrar que mi familia golpeé a varios de ellos. Gritaba, pataleaba, lloraba, empujaba todo con tal de ver a mi familia a salvo, pero al parecer el mundo tenía otra cosa preparada para mi —sonrió de amargura—, pregunté al chófer por todos y cada uno de ellos y me dijo no lograron salir del gran comedor. Me eché para atrás logrando tropezar con un trozo de escombro, caer y haciendo que mi cabeza chocara con el suelo de concreto, me desmaye, el golpe había sido bastante fuerte. Fui atendida rápidamente por los paramédicos, me trasladaron al hospital e hicieron estudios, al despertar me dijeron que pasaría un lapso de dos a tres días en ese lugar solo para asegurarse de que no presentara alguna dificultad.
—¿La tuviste? —negó con la cabeza.
—Por suerte no, quedé al cargo de Hugo por ser la persona de máxima confianza de todos. La fortuna D'amico pasaría a ser mía al igual que este lugar cuando tuviera mi mayoría de edad, pero yo no quería quedarme con todo pues era como tener presente la muerte de mi familia. Había noches en las cuales tenía pesadillas y ya no podía dormir las horas que restaban de la noche o simplemente no dormía, por los que tuve un trastorno del sueño, dormía por el día y las noches las pasaba en vela.
Sacudió su nariz y continuo.
—El contador de mi familia administraba la fortuna para mis gastos del colegio y personales luego a eso se le sumó los gastos de un psicólogo. Hugo me llevó a vivir a su casa por indicaciones del psicólogo. Su esposa, Lily me acogió como una hija más, sus hijos Fernando y Stefan como una hermana menor, aunque como sabes Fernando es mayor y Stefan el menor de nosotros tres. Gracias a que el sueldo de Hugo como chófer de mis abuelos y las buenas calificaciones de los chicos los pudo ingresar en mi colegio para que yo no estuviera tan sola pues era la típica niña que se portaba mal, pero con buenas calificaciones. Ellos intentaban sacarme una sonrisa, pero no lo conseguían, Will se había ido en un viaje familiar y no teníamos como comunicarnos. Mi mejor amiga se enteró de lo sucedido con mi familia, pero ella solo se alejó y yo... no estaba para rogarle que me apoyara.
—¿Por qué? —preguntó ansioso el chico.
—Bru, quien de verdad es tu amigo no espera a que le digas que lo necesitas, porque él ya está ahí. Por eso te diré, no existen los mejores amigos solo existen personas en las cuales recae toda nuestra confianza. Con tan solo dieciséis años yo tomaba y me drogaba. Caí en depresión. Hugo y Lily se convirtieron en mis padres, Fernando, Stefan y Sam en mis hermanos, por ellos cambié muchas cosas lo único que no pude cambiar fue el hecho de fumar.