Baile a la medianoche

Capítulo 6

Las prácticas fueron tan inesperadas para Odette, pues el calentamiento y el repaso de los movimientos básicos duraron menos de una hora. En realidad, ella esperaba realizar cosas sencillas en su primer día de entrenamiento; sin embargo, ahí se dio cuenta que los trataban como expertos en el baile. Tal vez, eso esperaban de ellos, profesionalismo y perfección. 

Su primera prueba en esa semana era la danza aérea. Para el viernes debía mostrar una interpretación en el aire, ya sea colgada de una cuerda o con suspendida en telas. El grupo fue llevado a una sala especial para sus prácticas; además, durante la mañana recibieron indicaciones básicas sobre como colgarse y quedarse fijos en las sogas, así como técnicas especiales y estrategias para no caer. Muchos mostraron tener un amplio conocimiento al respecto, incluyéndola, pues, desde su primera visita al circo se enamoró por completo de las bailarinas aéreas y practicó por años ese tipo de danza.  

Estando suspendida en el aire se sintió un cisne… La princesa de los cisnes a la que hacía tributo su nombre. Se dejó llevar por completo de la brisa acariciando sus mejillas rosadas y revoloteando su cabello ondulado, y, le fue imposible no extender sus brazos y girar como si de un ave se tratase. Odette estaba maravillada por esa sensación de libertad al encontrarse lejos del suelo, sin contar la emoción recorriendo cada fibra de su cuerpo al escuchar la música Pas de Deux del Lago de los Cisnes.  

¡Cuánta coincidencia en un solo día!  

De un segundo a otro, sintió docenas de miradas sobre su nuca y al tocar los pies en el suelo descubrió la razón. Varios miembros oficiales de la compañía se encontraban afuera del salón observando a los novatos, a través del enorme ventanal de la pared hacia el pasillo. No, más bien, la veían a ella en específico con reproche y rechazo total como si fuera una pesadilla andante. No pudo apartar sus ojos en el conjunto de sujetos en el corredor, se quedó quieta, inmóvil, paralizada y teniendo una enorme sensación de que algo no estaba yendo bien.  

—Bien —La instructora dio un aplauso—, es todo por ahora, pueden retirarse a almorzar. Nos vemos en dos horas.  

—¡Odette Chevelire! —Sintió una mano posarse sobre su hombro. Al girar la cabeza se topó con el rostro sonriente del chico de rizos dorados y sonrisa cálida— ¿Te enseño el camino al comedor?  

La castaña elevó las comisuras de sus labios hacia arriba y llevó un mechón detrás de su oreja al mismo tiempo, mientras alzaba su barbilla.  

—¿Piensas que no puedo ubicarme en este enorme castillo?  

—Vas a necesitarme —Dio palmaditas en su espalda—, créeme. 

No reprochó ni discutió, avanzaron juntos hasta la salida del salón, donde el grupo de personas no disimuló su concentración fija en ellos. Odette sintió todo el odio y repulsión hacia los dos, tal cual, si desde antes de su llegada hubieran cometido el peor pecado de todos y los estuvieran juzgando por eso; sin embargo, sabía el motivo de su rechazo hacia su persona, pero, desconocía la razón hacia Cameron Myers. Por otro lado, la situación era distinta a su llegada, cuando no dudaron en reírse a sus espaldas. En cambio, ahora se estaban limitando a verlos en silencio y contener sus emociones negativas. 

¿Acaso se debía a su acompañante? 

Mientras avanzaban por el corredor, los espectadores los siguieron con la vista hasta que desaparecieron de su radar. Llegaron al Hall principal y subieron las escalinatas gigantescas hacia el piso de arriba. La castaña se concentró en los alrededores, en sus paredes doradas con grabados onduladas en los muros, dándole una apariencia victoriana al lugar. Las ventanas hacia el exterior siempre eran enormes y nunca faltaba alguna pintura o escultura; aquello denotaba la fascinación del CEO por el arte y eso solo aumentó su malestar por haberle destruido su pequeño museo. 

En el siguiente piso se encontraban salones semejantes a los de la planta baja, pero, mucho más amplios y con trampolines, trapecios, cuerdas y demás mecanismos para que los miembros practiquen sus obras. Luego, llegaron al segundo nivel del castillo, destinado exclusivamente para el comedor. Allí se encontraban cientos de personas con sus charolas de plata repletas de comida y buscando alguna mesa disponible entre las múltiples dispuestas por la gran habitación. Muchos asientos estaban ocupados y apenas se desocupaban unos otros tomaban su lugar. 

Era como estar en un centro comercial en días festivos. 

Los jóvenes tomaron sus bandejas y se dirigieron a la fila para recibir el almuerzo del día, en tanto esperaban, Odette meditaba sobre si hacer si soltar su duda al chico o guardarla. Al final, se atrevió a hablar.  

—Y… —apretó sus dedos en la tabla de metal— ¿Por qué saliste de la compañía y decidiste regresar?  

El joven tensó sus músculos al inicio y se negó a voltear la vista hacia su acompañante, sin embargo, al cabo de unos segundos cedió.  

—Vaya, muy directa… 

—Si es una pregunta muy personal no es necesario con…  

—No, no, lo haré en su debido tiempo. 

—¿En su debido tiempo? 

Él giro su cabeza hacia ella y esbozó una sonrisa.  

—En su debido tiempo —reiteró.  

De pronto, el hombre detuvo su paso frente a una señora robusta, de cabello azabache y mejillas redondas. La dama poseía un mandil blanco sobre su uniforme negro y su pelo se encontraba protegido por una malla. Ella posó dos platos, desconocidos para Odette, sobre la bandeja de Cameron y cuando fue su turno de pararse al frente suyo también recibió los mismos platillos. Con solo ojearlos muy rápido se daba cuenta que era la típica comida gourmet de los restaurantes de clase alta. Al parecer, todos los miembros eran tratados como reyes en esa compañía, pero, si en la mansión de los Chasier se sentía incómoda por ser atendida, en ese edificio no sería diferente. Decidió no concentrarse en el lujoso trato del personal a los integrantes de Allegro y persiguió al rubio hacia una mesa cualquiera, donde al cabo de unos minutos no tardaron en platicar sobre el entrenamiento de la mañana y sus asombrosas habilidades. 

Cameron era todo un experto al bailar, se notaba en cada uno de sus movimientos que alguna vez fue parte del elenco oficial de los espectáculos de la compañía y aquello solo aumentó la curiosidad de Odette por descubrir el motivo de su retiro. En cambio, él aseguraba que poseía un don único e inigualable, mas, se limitaba a explicar sus halagos con más detalle; de alguna forma, no era el momento adecuado para soltarlo. 

Secretos y más secretos. 

La compañía Allegro gozaba de misterios por desentrañar. 

—¿Al menos me dirás qué hiciste para ganarte el odio de todos? —interrogó exasperada la castaña, pero, recibió una risa del joven. 

—Eso va de la mano con mi retiro y reingreso. 

—¡Oh, vamos! Una pista. 

—Odette… 

—¡Una pista! —sostuvo su tenedor entre sus dedos con un trozo de carne— Chiquita —Llevó el alimento a su boca. 

—Bien —suspiró—, tiene que ver con el dichoso heredero y su… 

Odette se sentía a punto de recibir una gran revelación impactante, estaba tan cerca de enterarse de uno de los secretos de los Chasier, mas, la vida, siempre tan oportuna, movió sus hilos para detener el gran momento sorpresivo. Un golpe sacudió la mesa de los dos aspirantes y atrajo la mirada de cada uno de los presentes del comedor. Cuando la bailarina y su acompañante dirigieron su vista al frente se toparon con un furioso Adriel Chasier observándolos fijamente. No… miraba a Cameron y él tensó sus músculos al encontrarse con su rostro. 

—Heredero. 

—Myers. 

—Vaya, negando nuestra relación como siempre. 

—No digas cosas que se pueden malinterpretar, patrocinador.  

—Já ¿Patrocinador? Mi padre lo es, yo soy… 

—Un traidor y un peligro con patas —Giró su cabeza hacia Odette—, al igual que tú ¿Confías en todo hombre guapo que veas? 

—Guapo —murmuró el rubio con picardía—, gracias por el halago. 

La muchacha se dedicó a analizar al par de hombres enfurecidos. El muchacho de hebras doradas se mostraba relajado, sin embargo, sus cejas y labios se encontraban tensos en una línea recta. En cambio, el hijo del CEO no disimulaba para nada su ira hacia el muchacho y ella. 

Se notaba que venían de mundos totalmente distintos, aunque, viéndolos de cerca eran muy parecidos físicamente. 

—Solo estamos hablando —respondió la señorita algo molesta e incómoda, pues, los demás presentes estaban muy impactados y concentrados en ellos. 

«¿Qué hace aquí?», «Él jamás come aquí», «¿Por qué le habla a ella después de esa humillada en las audiciones?» 

La mera presencia del heredero en el comedor atrajo un sinfín de preguntas y abrió paso a la creación de muchos chismes. 

Oh, vaya, su día no podía ser peor. 

—No, no lo haces —respondió Adriel todavía molesto—. Estás metiendo tus narices en donde no te incumbe y tú… —señaló a Cameron— más te vale no enredarla en sus engaños. 

—Por favor, Chasier —El rubio recostó su cuerpo en el espaldar de la silla y no apartó sus iris del muchacho—, sabes que tengo la razón y por eso estás aquí, porque no deseas que Odette se entere que… 

—¡Basta! —golpeó la mesa. 

—¡No, detente tú, Adriel! —le interrumpió el joven, tras haberse levantado de su asiento— No soy otra de tus marionetas que puedes tratar mal. Soy tu hermano y tanto como tú poseo el derecho de heredar la compañía.  

«¡¿Hermanos?!», gritó Odette en sus pensamientos, «¿Soy un imán para los Chasier o qué?»  

—Renunciaste a la compañía hace años ¡No puedes regresar y querer tomar todo como si nada!  

—¿Te da miedo que te gane? —Se cruzó de brazos.  

—Jamás, no eres digno de heredarlo y tampoco puedes pisar este lugar. Retírate, Myers —Miró a Odette—. Deja de usar a mi novia para atacarme.  

—Me junté con ella para salvarla de ti.  

—¡Hey! No me involucren en sus problemas familiares —Se levantó la señorita—. Yo vine a tener una conversación con una persona agradable.  

—Gracias —Sonrió Cameron.  

—¿De verdad? ¿Serás tan ingenua para ponerte del lado de este tipo? 

—«Este tipo» —Cameron se paró también y luego cruzó sus brazos a la altura de su pecho— te está oyendo.  

—Perfecto, entonces escucha bien lo siguiente: Lárgate, no eres bienvenido en esta compañía. 

—No, no —La castaña se paró frente al hombre de cabellera dorada—. No tienes derecho de tratarnos así. 

La señorita alzó su barbilla con valentía, mostrándose fuerte ante la mirada sombría y furiosa del azabache, quien muy molesto clavó sus iris azules en ella. No pronunció ninguna frase por un largo tiempo, no apartó su vista de la muchacha. Simplemente se mantuvo quieto, respirando con lentitud y profundidad, ignorando los susurros de los espectadores y manteniéndose firme. Entonces, de un segundo a otro, la agarró de la muñeca y la jaló lejos del comedor. 

—Tú vienes conmigo, fastidiosa. 

—¡Hey, no! ¡Suéltame! 

Odette intentó zafarse de los gruesos dedos del muchacho sosteniéndola con fuerza. Se sacudió, le mordió el brazo e incluso gritó auxilio en cada piso y pasillo; sin embargo, nadie se acercó a ayudarla y el hombre no detuvo su paso apresurado por las instalaciones de la compañía. Tras varios minutos bajando en cada suelo del castillo, salieron a los jardines, y, se dirigieron hacia un área despejada de transeúntes y miradas. Ahí, cerca del bosque de los árboles de hojas rosadas, bajo el azul cielo y sobre el pasto verde, la pareja se dedicó miradas silenciosas de odio puro por varios segundos hasta que la muchacha se atrevió a hablar. 

—¡¿Por qué me arrastras como si fuera tu juguete?! ¡¿Por qué nadie se acercó a ayudarme?! 

—¡Porque estás diciendo locuras! 

—¡Solo te digo la verdad! ¡No eres dueño de nuestras vidas! ¡Ser el heredero de la compañía no te da el derecho de controlar y tratar mal a los demás! ¡Entiende cuál es tu lugar, Adriel! 

—¡No, tú entiende tu lugar! ¡Apareces de repente y sacudes mi mundo, me obligan a verte como mi novia, mi futura pareja de baile y ahora hurgas tus narices en mis asuntos! ¡Deja de meterme en mi vida, Odette! 

—¡¿Yo meterme en tu vida?! ¡Es lo último que deseo ahora! 

—¡Entonces deja de actuar como una detective y aléjate de las malas personas! 

—¡¿Cameron?! ¡Es el único que no se ha burlado de mí o chismeado a mis espaldas! Además ¡No sabía que eran hermanos, se apellida Myers y tú Chasier!  

—¡Ah, ahora lo comprendes al fin! ¡Por algo te dije que no entres a la compañía! 

—¡No tengo otra opción, solo aquí conseguiré una buena paga para no estar endeudada con tu padre por el resto de mi vida! 

—¡Yo me encargaré de eso, solo aléjate de este lugar! 

—¡¿Por qué?! ¡¿A qué le tienes miedo?! ¡¿Qué sabe Cameron que no debo enterarme?! ¡Dime, Adriel! 

—Solo… —Rascó con desesperación su cabellera con sus manos— ¡Solo vete o te arrepentirás! 

—¡Deja de amenazarme! 

—¡No es amenaza! —La volvió a agarrar de la muñeca y a arrastrarla hacia la salida de la zona. 

—¡No, suéltame! 

Odette, tan llena de rabia y con las lágrimas del coraje a punto de desbordar de sus ojos, zarandeó su brazo con intensidad hasta liberarse del apretón del heredero. Luego, dio pasos atrás y se mantuvo recta ante la mirada perpleja y furiosa del joven. 

—¡Dije que me sueltes! 

—¡Te estoy haciendo un favor! 

—¡No quiero que me hagas un favor, te odio, te odio tanto y desearía no tener que volverme tu pareja para salir de la bancarrota! 

—¡Felicidades, el sentimiento es mutuo! 

—¡¿Y por qué te metes en mi vida?! 

—¡Porque quiero protegerte de esta sucia compañía! 

 




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