El licenciado Pérez recibió un sobre cerrado de un analista de laboratorio.
-Aquí están los resultados del examen de sangre y del rastro seminal.
-¿Rastro...seminal?
-Sí, eso fue lo que dije. Tal parece que la chica fue abusada sexualmente antes de morir. Y parece que esperaba a un bebé.
-¡No es posible! ¿Qué debo hacer?
-Usted, como funcionario público, debería guardar cierta discreción. Entréguele esto a un familiar de la chica. Y no le revele a nadie la identidad de los violadores que acabaron con su vida.
-¿Violadores? ¿Había más de uno?
-Por la cantidad de golpes y huellas, sabemos que son responsables cuatro personas más además del principal y que todos ellos eran hombres. Se encontraron distintas muestras de semen y liquido preseminal.
-¡Dios mio! Esto es una barbaridad. Mi trabajo estará en peligro y mi prestigio como coordinador de carrera se verá por el suelo.
-Vaya y hable con la policía, licenciado Pérez. Es todo lo que le puedo aconsejar.
-Está bien. Muchas gracias.
El señor Pérez guardó el sobre en su maleta. Nadie podía saber la verdad escrita en un papel. Aún no era el momento oportuno.
*****
Tres días después del festival de colores, el licenciado Pérez y Carlos estaban hablando en la oficina.
-Carlos, ¿cómo va todo?
-Bien, gracias, profesor.
-Me da gusto saberlo. Oye, quisiera discutir contigo sobre un tema importante y estrictamente privado.
-¿Qué ha pasado ahora, profesor?
-Los resultados de la prueba que se le hizo a Carla Vélez están en progreso. Así sabremos quiénes fueron sus asesinos.
-¿Asesinos? ¿Quiere decir que hay más involucrados en todo esto?
-Por lo poco que me supo decir el agente Morales, se trata de un grupo de jóvenes que son sospechosos del homicidio.
-¿Por qué no se procede con la parte legal?
-Porque sería una pérdida de tiempo sin suficientes evidencias ni argumentos. Lo único que tengo en mente es desenmascarar al asesino.
-Quisiera saber quién es el principal sospechoso.
Carlos miró a los ojos del licenciado Pérez. Tenía la certeza de que la noticia no sería de mucho agrado, aunque estaba dispuesto a escucharla.
Carlos abrió los ojos bruscamente al escuchar la alarma. Se dio cuenta de la hora.
-¿Ronaldo?-preguntó al verlo a su lado.
-Aquí estoy, amor. ¿Qué pasó?
-Debemos hablar.
-Amor, tengo un poco de sueño. ¿Hablamos en la ducha mejor?
-Está bien.
Carlos se acomodó para intentar dormir.
Sintió que Ronaldo le abrazaba con mucha mesura.
-Te amo. Sé que te lo digo muy seguido, pero no quiero que lo olvides.
-No lo olvido. Y yo a ti.
-¿Me das un besito?
-Sí.
Besó sus labios, pudiendo apenas rozarlos.
-Descansa, mi amor.
Cerró los ojos. No podía permitir arruinarse el sueño por culpa de lo que está atravesando.
Ronaldo salió de la ducha mientras Carlos se secaba con la toalla.
-¿Qué tienes, amor? Te noto muy callado.
-Nada. Solo estoy...pensando.
-¿En qué piensas? Si es que se puede saber.
-En quién puede ser el posible asesino de Carla Vélez.
-Carlos Isaac, abre los ojos. No puedes enfrascarte en ello todo lo que queda del semestre. No te distraigas porque podrías reprobar.
-No quiero reprobar y sé que no sería lo mejor para nosotros. Por eso quiero que sepas que estoy a punto de armar un plan para que el asesino confiese toda la verdad.
-¿No crees que deberías terminar de grabar tu parte del proyecto?
-Eso haré primero. Después de eso, necesito que vengas conmigo.
-Donde tú quieras, voy. Solo prométeme que no te arriesgarás al extremo de poner en juego tu vida.
-Te lo prometo, amor.
-Así me gusta. ¿Y si antes de irnos a clases nos divertimos un poco?
-Ronaldo, tenemos que ir pronto.
-No lo creo. Tenemos 1 hora. Puedo pedir un taxi si lo deseas, mi amor. Tú dime.
-Amor...
-No me demoraré mucho.
-Está bien. Me has convencido, galán.
-Gracias por decirme galán.
Ronaldo besó su cuello. Carlos gimió repetidamente. Solo dejó que siga el deseo.
Ronaldo y Carlos salieron tomados de la mano. Subieron en la parte trasera del vehículo de Giovanni.
-Parece que hoy andan muy felices, ¿no?
-Ay, calla, por favor.
-Y al parecer, tu novio está bastante contento.
-Eso no te incumbe, Giovanni.
-Solo bromeaba, Ronaldo. Es mejor tener una vida privada.
-Tú lo has dicho, amigo.
El automóvil se puso en marcha rumbo a la universidad. Dentro, Carlos y Ronaldo estaban abrazados sin decir una sola palabra.
Mariana entró con un rostro de terror y sin poder hablar correctamente.
-Gabriel, ven rápido.
-¿Qué tienes?
-Solo ven. Hay algo que tú puedes arreglar.
Gabriel salió al patio. Se encontró a Tito y Dorian en posición de desafío contra los gobernantes de sexto semestre.
-¡Idiotas! Lo que hizo Joaquín no es un simple error. Esto va más allá de un juego tonto de fútbol.
-Parece que te gusta lanzar piedras por las bocas, Merizalde. Por eso tu primo es un idiota que tiene varios enemigos dentro de esta universidad.
-Todos ustedes están mal.
-No, Tito, tu primo es el que está mal. Si Dorian fuera lo suficientemente hombre como para aceptar sus erorres y pedir disculpas, no estaría lamentándose a diario.
-Yo no tengo tantas culpas como tú crees. Y tú tampoco puedes juzgarme, Mera.
-¿Hablas de mis culpas? ¡Eres un estúpido!
Gabriel se colocó detrás de los Merizalde.
-Basta de juegos. Regresen a su curso sin causar más problemas.
-Deberías cuidar a ese doble cara. No puedes seguir ocultando la mentira. ¿O quieres terminar la carrera junto a un doble cara?
-Ese será asunto mío, no tuyo. Adiós, Mera.
Los chicos se fueron, lanzando una mirada letal a Dorian.
Carlos, Ronaldo y Giovanni aparecen.
-Gabriel, ¿qué ha pasado?
-Luego te cuento, Carlos. Ahora debemos ir al aula para hablar sobre un asunto interno.
-Está bien. Vamos.
Todos se dirigen al aula de clases. Todos, menos Dorian.
Ronaldo se quitaba la camiseta y la pantaloneta mientras Carlos entraba al dormitorio. Ronaldo regresó a verlo.
-Lo siento mucho, amor. Pensaba tomar una ducha.
-No te disculpes, amor. Puedes hacerlo.
Igual tú me dejas ducharme en tu sitio.
Él le da una sonrisa. Respondió:
-Gracias. No me tardo mucho.
-Está bien.
Carlos se acostó sobre su cama. Escuchaba cómo el agua caía. Cerró los ojos.
Recordó cuando Gabriel le dio un beso y después se disculpó.
-¿Amor?-pudo distinguir desde el exterior la voz de Ronaldo.
-¿Qué pasó, amor?-fue la pregunta de Carlos.
-¿Puedes pasarme mi mochila?
-Sí, ya te la paso.
Tomó la mochila y entró al baño.
-Aquí la dejo.
-Gracias, mi amor.
Carlos escuchó que sonaba su celular. Fue a contestar la llamada.
-¿Hola?
-Hola, Carlos, te habla Gabriel.
-Hola, Gabriel. ¿Qué pasó?
-¿Por qué no me dijiste que el coordinador ha mandado a hacer unos exámenes?
-¿Te refieres a los de Carla?
-Sí.
-No quise ocultarlo de ti. Es solo que, tú recién habías llegado y el festival de colores salió bien. Excepto por el video que está subido en redes sociales.
-¿Hablas del video en donde Dorian y Joaquín se agreden brutalmente?
-A ese mismo. Quería que vuelvas sin recibir un peso demasiado grande.
-Carlos: yo soy el presidente de segundo semestre y me debo enterar de todas las novedades del curso.
-Lo lamento mucho, Gabo. No era mi intención excluirte de lo que está pasando.
-Lo del video se me escapó de las manos debido a que yo no estuve presente en el festival de colores. Aunque no puedo creer que Dorian siga metiéndose en problemas con ellos.
-¿Hay alguna manera de frenar esto?
-Sí, la hay. Pero no será fácil para ti ni para mí.
-Estoy dispuesto a correr el riesgo.
-Excelente.
Carlos sabía que poco a poco se acercaría la hora de la verdad, la cual no se quedaría en el olvido luego de un atroz crimen.
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Editado: 19.11.2024