Observe al chico detrás del doctor Harrison. Hacia muecas y tocaba sus oídos.
Reprimí una risa, pero de pronto metió el dedo en la nariz del doctor y no pude evitarlo. Me reí.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó entonces el doctor.
—Nada, señor Harrison—conteste aun sin dejar de ver los ojos verdes del chico.
—¿A quién miras? —giro su cabeza.
Pero él no podía verle, solo yo podía hacerlo.
Entonces fue cuando mi sonrisa se borró, pero era tarde, debía de contestar la pregunta si no quería…
No podía ni pensarlo.
—Su nombre es Tim—murmure.
El aludido hizo una seña militar que me saco una sonrisa.
El doctor Harrison parecía sorprendido, pues desde que habia llegado yo evitaba sus preguntas, hasta la semana pasada.
—¿Puedes describírmelo? —preguntó sacando un blog de hojas.
Quería negarme, decirle que no era de su incumbencia, pero no quería hacer enojar a …
—Tiene ojos verdes—hable, bajo. Observando a Tim que me sonreía—, su cabello es castaño oscuro y llega hasta sus hombros, es totalmente lacio—el chico paso una mano por el cabello, peinándolo—Es flacucho y su cara es un triángulo invertido, tiene una nariz grande.
Ante mis últimas palabras, Tim toco su nariz, beso su dedo corazón y luego me lo enseño.
El psicólogo escribía con rapidez, no entendía para que quería escribirlo si tenía una grabadora de voz.
Tim se movió por la habitación, observando los cuadros, viendo con el ceño fruncido las telarañas y, por último, se sentó en la silla a mi izquierda.
—¿Tienen Tim alguna clase de miedo? —indagó Harrison.
Mire a Tim y él a mí, a pesar de que el doctor no podía verlo, el chico sí que lo veía a él.
—Le tengo miedo a las arañas—me habla Tim.
Se lo digo al doctor y él anota eso en su libreta.
—¿Por qué desarrolló ese miedo?
Lo se antes siquiera de que el aludido me lo diga.
—Cuando era niño le pico una, la encontró debajo de las colchas de su cama—digo—, desde entonces toma ciertas… medidas antes de acostarse, él duerme sin sabanas, solo una colcha y su almohada.
El asiente, complacido de que este cooperando, si supiera que solo le ayudo por el miedo que genera lo que paso.
—¿Qué clase de relación tienen, señorita Ashley?
Ashley, Ashley, Ashley, seguía sin sentirse mi nombre.
No respondí, pero si miré al chico, sus ojos verdes centellaban de diversión, entonces con una sonrisa demoniaca preguntó:
—Sí, Ashley, ¿Qué somos?
Apreté los labios formando una línea con ellos, no tenía una respuesta para ninguno de los dos hombres. Tampoco sentí que la necesitaran.
Harrison me miro, pero yo no a él.
Quise recordar que clase de relación tenía con Tim, pero más que respuestas, obtuve unas inmensas ganas de llorar.
—Necesito ir al baño—murmure. Tenía un nudo en la garganta que me impedía hablar.
Y eso era lo que pasaba cada vez que quería recordar algo, me daban ganas de llorar o golpear a alguien.
Me levanté del asiento y salí de ahí dentro, no me importaba si volvían a castigarme, necesitaba aire.
Corrí por los pasillos, estaba mareada, necesitaba respirar. Gruesas lagrimas caían por mis mejillas y bajaban hasta perderse en mi blusa. Varias enfermeras me observaron con preocupación, creo que incluso estaban siguiéndome.
Pero no me detuve hasta llegar a la puerta abierta y salir afuera. Tome una gran bocanada de aire y me obliga a respirar.
Sentía que podía desfallecer, ¿Y si todo esto era un sueño?
—Ash, ¿estás bien?
Voltee mi cabeza, observando a mi amiga, era real.
—Sí, Hope—respondí.
Tras ella, varían enfermeras legaron y la apartaron.
—¿Qué paso ahí dentro, Morgan? —pregunto una de ellas. Al mismo tiempo que alumbraba mis ojos y yo me obligaba no cerrarlos por la cegadora luz.
—Lo mismo de siempre—murmure.
—¿Qué intentaste recordar? —pregunto esta vez un enfermero.
Negué con la cabeza y me encoja de hombros, no tenía idea.
—Podría estar presentando casos de alzhéimer—hablo alguien detrás de mí.
¿Qué? ¿Era eso posible?
—Es posible—concedió la enfermera que ya estaba por dejarme ciega—, ven cariño, iremos adentro y te haremos un par de pruebas.
Me tomaron de los brazos y grite. Grite tanto que mis cuerdas vocales dolieron. No quería pruebas, no mas
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Tim sostuvo mi mano todo el tiempo, y se lo agradecí. Aunque las enfermeras siguieran viéndome raro cada vez que hablaba con él.
No me importaba.
Cuando la sala se quedó en silencio y sentía como las agujas traspasaban mi piel, fue que mire al chico. Tenía un aire de tranquilidad que lo rodeaba, aunque todo el tiempo estaba haciendo alguna payasada.
Editado: 03.01.2020