🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌🌌
Sentía el aire denso, como si una nube oscura se cerniera sobre mí, incluso dentro de mi propio hogar. Últimamente, había estado inquieta, con esa molesta sensación de que algo no andaba bien. No era solo el hecho de recibir los mensajes de Graviel, o de que Lucas hubiera comenzado a involucrarse más en mi vida. No, era algo más profundo, algo que no lograba identificar, pero que me erizaba la piel cada vez que pensaba en ello.
Me senté en el sofá, observando mi teléfono. Cada mensaje de Graviel había sido más inquietante que el anterior. “Necesito ver a Mateo, Mía. No te lo estoy pidiendo.” Esas palabras eran una amenaza disfrazada, lo sabía. Graviel no iba a detenerse hasta conseguir lo que quería. Pero ¿por qué ahora? Después de tantos años sin preocuparse, ¿por qué de repente aparecía exigiendo ver a su hijo?
Mi mente daba vueltas, conectando pequeños detalles que no parecían tener sentido. Lucas también se había mostrado más protector de lo habitual, como si supiera que algo se avecinaba. Y aunque me reconfortaba de alguna manera, también me inquietaba. ¿Por qué él, de todos, estaba tan involucrado en esto?
Decidí salir al balcón para despejarme, pero ni siquiera el aire fresco lograba tranquilizarme. Tenía esa sensación de que alguien nos estaba observando, de que algo más se estaba gestando fuera de mi alcance. Caminé de un lado a otro, intentando organizar mis pensamientos. Graviel, Lucas, Mateo… todos parecían estar conectados en esta maraña de incertidumbre, y yo no podía evitar sentirme atrapada en medio de algo mucho más grande de lo que había imaginado.
Tomé mi teléfono y marqué el número de Lucas. Tenía que hablar con él, no solo sobre Graviel, sino sobre esta sensación de que algo estaba fuera de control. El teléfono sonó varias veces antes de que él contestara.
—Mía, ¿estás bien? —preguntó, su voz sonaba más calmada de lo que esperaba, pero había algo en su tono que me puso nerviosa.
—No lo sé, Lucas. Siento que... algo está pasando. No puedo sacudirme esta sensación de que algo anda mal —admití, casi susurrando.
Hubo un silencio al otro lado de la línea, un silencio que se extendió lo suficiente como para aumentar mi ansiedad. Finalmente, Lucas habló, pero su tono era más frío de lo habitual.
—No te preocupes por Graviel. Yo me encargaré de él.
No me convenció. Lucas siempre parecía tener todo bajo control, pero esta vez sentía que ni él sabía del todo lo que estaba ocurriendo. Era como si hubiera algo que no me estaba diciendo, algo que se estaba desarrollando a sus espaldas. Intenté sacarle más información.
—Lucas, ¿tú sabes algo más de lo que me estás contando? Porque no se trata solo de Graviel. Siento que... hay más en esto.
Otro silencio, pero esta vez fue más corto. Lucas exhaló antes de responder.
—Mía, hay cosas de las que no es necesario que te preocupes ahora. Confía en mí, ¿sí?
Eso solo hizo que mi mente se acelerara más. "Cosas de las que no es necesario que me preocupe." Siempre que alguien dice eso, significa que hay mucho de qué preocuparse. Colgamos, pero mi cabeza seguía girando. Lucas definitivamente me estaba ocultando algo. Lo conocía lo suficiente como para saber cuándo no estaba diciendo toda la verdad.
Caminé de regreso a la sala y me detuve frente a la ventana, mirando las luces de la ciudad. El zumbido de mi teléfono me sacó de mis pensamientos. Un nuevo mensaje de Graviel.
“No puedes esconderme a Mateo para siempre, Mía. Tarde o temprano, me lo vas a dar.”
Mis manos comenzaron a temblar. Este no era el Graviel que yo había conocido. Algo había cambiado en él, algo oscuro y peligroso. Y de alguna manera, Lucas estaba en el centro de todo esto, lo sentía.
Me senté en el sofá, intentando no perder la calma. El reloj en la pared marcaba el tiempo como un recordatorio constante de que algo estaba por suceder, algo inevitable. Miré a mi alrededor, cada sombra parecía más profunda, cada rincón más oculto. ¿Qué estaba ocurriendo realmente? ¿Por qué sentía que mi vida estaba a punto de desmoronarse?
Recordé las veces que Graviel había estado cerca de Lucas en el pasado. Se habían cruzado más de una vez en eventos, y siempre hubo una tensión latente entre ellos. Ahora todo empezaba a encajar de una manera que no me gustaba. Graviel no solo quería a Mateo. Había algo más detrás de sus intenciones, algo mucho más siniestro que no lograba descifrar.
Una imagen de Mateo apareció en mi mente, su sonrisa inocente, su risa contagiosa. Tenía que protegerlo, a cualquier costo. No podía permitir que Graviel lo utilizara como pieza en lo que fuera que estuviera tramando.
Mi teléfono volvió a sonar, esta vez una llamada. Era un número desconocido. El miedo me invadió, pero contesté.
—¿Mía? —dijo una voz áspera al otro lado de la línea.
—¿Quién es? —pregunté, aunque ya sabía que esa voz no era ajena. Sentí un nudo en el estómago cuando la respuesta llegó, lenta y venenosa.
—Soy Arturo Méndez. Tenemos que hablar, sobre Graviel... y sobre Lucas.
Mis piernas se debilitaron. Arturo Méndez. Un nombre que resonaba como un eco de advertencia. Había oído su nombre en boca de Lucas alguna vez, siempre en un tono de desprecio y resentimiento. Ahora todo tenía sentido.
El enemigo en la sombra no era solo Graviel. Estaba claro que había algo mucho más grande en juego. Un juego peligroso, donde Graviel y Méndez estaban involucrados, y donde yo y Mateo éramos las piezas a sacrificar.
Colgué el teléfono sin responder. El miedo ahora era palpable, envolviéndome como una niebla espesa. Estaba atrapada en una red de mentiras, engaños y traiciones. Y no sabía cómo salir.
Lo único que sabía era que no podía confiar en nadie. Ni siquiera en Lucas.
#3608 en Novela romántica
#209 en Joven Adulto
#superacion#empoderada#feliz, #niño#madresoltera#empresario#empoderada
Editado: 26.10.2024