Bajo la luz de la luna

Capítulo 5: La Entrevista

La mañana se desplegaba con una frialdad implacable, el viento cortando como cuchillas a través de las calles de la ciudad. Loki se envolvió en su abrigo, sintiendo cómo cada ráfaga parecía llevarse consigo un fragmento de su valentía. El edificio se alzaba ante él, una fortaleza de cristal y acero que reflejaba un cielo gris, implacable. Con cada paso hacia la entrada, sentía el peso de la incertidumbre, la carga de un sueño que parecía a punto de desmoronarse.

Subió los escalones con una mezcla de temor y esperanza. Al cruzar las puertas giratorias, el bullicio de la ciudad quedó atrás, reemplazado por el murmullo constante de una oficina en pleno funcionamiento. La recepcionista, con una sonrisa mecánica, le indicó que subiera al último piso. Loki asintió, su corazón retumbando en su pecho como un tambor de guerra.

El ascensor ascendía con lentitud exasperante, cada piso marcado por un leve temblor. Loki miraba su reflejo en las paredes de acero pulido, viendo en sus ojos el reflejo de la incertidumbre que lo devoraba por dentro. El piso treinta se iluminó y las puertas se abrieron con un suave zumbido. Al salir, fue recibido por un pasillo largo y silencioso, una antesala al juicio que estaba a punto de enfrentar.

La oficina de "Voces y Versos" tenía un aire imponente, sus paredes decoradas con obras de arte y estanterías repletas de libros. Loki avanzó hacia la recepción, donde una asistente de rostro inexpresivo lo condujo a una sala de espera. Allí, rodeado de otros candidatos, sintió la presión de la competencia, el peso de la expectativa aplastándolo. Sacó su portafolio, repasando una vez más los escritos que había preparado con tanto esmero. Cada poema, cada prosa, era un pedazo de su alma desnuda ante los ojos críticos de Dox y Ravona.

Finalmente, su nombre fue llamado. Loki se levantó con pesadez, sintiendo como si el suelo temblara bajo sus pies. Entró en la sala de entrevistas, un espacio amplio y luminoso que contrastaba con la oscuridad que sentía en su interior. Dox y Ravona lo esperaban detrás de un escritorio de cristal, sus miradas afiladas como cuchillos.

—Loki, bienvenido —dijo Dox, su voz firme y profesional—. Siéntate, por favor.

Loki obedeció, colocando su portafolio sobre el escritorio. Ravona lo observaba con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, una máscara de cortesía que ocultaba sus verdaderas intenciones.

—Cuéntanos un poco sobre ti —dijo Ravona, su tono casual pero penetrante—. ¿Por qué deseas unirte a "Voces y Versos"?

Loki tomó una respiración profunda, intentando calmar la tormenta en su mente. Las palabras se formaron con dificultad, cada una un esfuerzo titánico.

—Siempre he tenido una pasión por la literatura —empezó, su voz temblando ligeramente—. Escribir es mi forma de expresar lo que no puedo decir con palabras. La revista "Voces y Versos" representa para mí un espacio donde las voces marginadas pueden encontrar un hogar, y quiero ser parte de eso.

Dox asintió, sus dedos tamborileando sobre el escritorio.

—Interesante. Veo que has traído tu portafolio. ¿Podemos echarle un vistazo?

Loki asintió, entregándoles el portafolio con manos temblorosas. Dox y Ravona lo abrieron, hojeando sus escritos con una atención que parecía superficial. Cada segundo que pasaba, la tensión en el aire se volvía más espesa, como una niebla que lo envolvía.

—Veo que has postulado a otros empleos —dijo Dox, levantando la vista del portafolio—. ¿Por qué no te han contratado?

La pregunta colgó en el aire como una sentencia. Loki sintió un nudo formarse en su garganta. Había llegado el momento de la verdad, la confesión que siempre temía hacer.

—Soy autista —dijo finalmente, su voz apenas un susurro—. Muchas empresas no entienden lo que eso significa y prefieren no contratarme.

Un silencio pesado cayó sobre la sala. Dox y Ravona intercambiaron una mirada, una comunicación silenciosa que dejó a Loki sintiéndose expuesto y vulnerable. Finalmente, Dox cerró el portafolio y se recostó en su silla.

—Gracias por tu honestidad, Loki —dijo con una sonrisa forzada—. Necesitamos discutir esto. Por favor, espera afuera un momento.

Loki se levantó con torpeza, sintiendo las miradas de las jefas clavadas en su espalda mientras salía de la oficina. De nuevo en la sala de espera, se dejó caer en una silla, su mente girando en un torbellino de pensamientos y emociones. Cada minuto que pasaba se sentía como una eternidad, una agonía interminable de incertidumbre.

Después de lo que pareció una vida, la asistente lo llamó de nuevo. Loki regresó a la oficina, su corazón latiendo con fuerza desbocada. Dox y Ravona lo esperaban con expresiones que no auguraban nada bueno.

—Loki, hemos revisado tu portafolio y discutido tu perfil —dijo Ravona, su tono frío y calculador—. Hemos decidido ofrecerte el puesto de editor en "Voces y Versos".

Loki sintió una oleada de alivio, seguida rápidamente por una punzada de sospecha. La forma en que lo dijeron, la falta de entusiasmo en sus voces, no auguraba nada bueno.

—Sin embargo —continuó Dox—, quiero ser honesta contigo. La principal razón por la que hemos decidido contratarte es porque necesitamos cumplir con nuestra cuota de inclusión. Creemos que tu perfil puede ayudarnos en ese aspecto.

Las palabras golpearon a Loki como un mazazo. No era su talento, no eran sus escritos, sino una fría estrategia de inclusión lo que les había hecho tomar la decisión. Sentía su dignidad desmoronarse, cada fragmento de esperanza hecho añicos.

—Gracias por la oportunidad —dijo, su voz quebrada por la decepción—. Haré lo mejor que pueda.

Salió de la oficina con una sensación de vacío, una sombra que parecía crecer a cada paso. Afuera, la ciudad seguía su curso indiferente, la vida continuaba mientras su mundo se derrumbaba. Con una determinación sombría, Loki se dirigió hacia el mar, buscando en el murmullo de las olas un consuelo que las palabras no podían ofrecer.




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