Jan mira la Biblia que tiene Enzo en la mano, y le pregunta:
— ¿Le interrumpí?
Enzo se sonríe, y le responde a Jan:
— Si, estoy muy juicioso leyendo la Biblia, porque se ha multiplicado la maldad.
— Muy cierto, es algo aterrador lo que estamos viviendo.
— Si, como dice Mateo 24:12: Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
— Si, no cabe duda que estamos en principios de dolores.
Ruca le sirve a Jan un plato de lentejas con carne de res en el comedor, y le expresa:
— Jan, ven a comer, tu comida ya está servida.
Jan le da pena con Enzo, y le dice:
— Con su permiso.
— Tranquilo muchacho, que no te de pena.
Ruca le dice a Jan:
— No te conocía como un muchacho penoso, ven y come algo, que te veo muy débil.
— Si.
Jan se sienta, y le da gracias a Dios por los alimentos, y luego comienza a comer. Cuando Ruca le pregunta:
— ¿Cómo está la comida?
— Está muy buena, gracias hermana Ruca.
— Es un gusto para mí que te agrade la comida que prepare.
Enzo no espera a que Jan termine de comer y se sienta en el comedor, y le expresa a Jan:
— Estamos pensando muy seriamente en irnos del pueblo.
Jan para de comer, y le dice a Enzo:
— ¿Por qué?
— Toda la gente de aquí esta hipnotizada por el alcalde, el pueblo ya no es acto para vivir personas como nosotros, mira lo que paso con la Iglesia, además, nosotros ya estamos de edad y queremos vivir nuestros últimos días al lado de nuestro hijo.
Ruca le dice a Enzo:
— Después que aparezca.
— Si.
Jan les pregunta a los dos:
— ¿En qué estado vive su hijo?
Enzo le responde a Jan:
— En California. Él trabaja manejando un camión, lo llamamos en la mañana, pero no nos contestó. Estoy un poco asustado porque ha visto muchísimos accidentes en el país... nos sentimos culpables porque un día lo echamos de la casa y por eso fue a dar a California.
— No se preocupe por su hijo, él debe de estar bien, así como lo están mis padres, mi hermano y el pastor. Su hijo va a parecer.
En ese instante Ruca no quiere opinar de lo que paso con su hijo, y cambia el tema, diciendo:
— Oh, sí, es cierto, el pastor está desaparecido y hay que buscarlo.
De inmediato, Enzo le expresa a su esposa:
— Esto ya lo hablamos, tenemos que irnos a California, este pueblo se puso invivible.
Ruca se queda callada. Cuando Jan le dice a Enzo:
— Perdone que le diga esto, pero Dios no nos ha dado espíritu de miedo, debemos de estar de pie ante la adversidad, debemos oponernos a Marchal.
Ruca le trae jugo a su invitado. Cuando Enzo le responde a Jan:
— Es una gran verdad lo que dices, que nuestro Dios no nos ha dado espíritu de miedo, pero míranos. ¿En qué podemos ayudarte? Nuestras fuerzas no se comparan con la tuya.
— Bueno, yo les podría decir muchas cosas en ese momento, pero la realidad, yo no puedo obligarlos a que se queden, ustedes están en su derecho de buscar a su hijo e irse a donde quieran.
Ruca le expresa a Jan:
— Gracias por entendernos.
— Tranquila.
— Ahora acábate esa comida.
— Bueno...
En la alcaldía, Menese se abre paso entre la gente que está en el pasillo, y entra a la oficina de Marchal, y le dice:
— Vino bastante gente.
— Si, pero no a todos atenderé.
— ¿Y eso?
Meneses se sienta al frente de Marchal. Cuando el alcalde le responde:
— No tengo tiempo para todos ellos, estoy muy ocupado con algo que se me ocurrió hace unos días, apropósito, ¿cómo va tu primo en el arreglo de la caseta? ¿Te acuerdas que también te deje a cargo de eso?
Meneses se pone serio, y le responde a Marchal:
— Vengo de allá. Y debo de decirte que York tiene un pequeño inconveniente con unas cuerdas de electricidad.
— ¿Y qué pasa con esas cuerdas?
— Se ha demorado un poco, porque necesita cambiar prácticamente todo el sistema eléctrico de la caseta.
Marchal se levanta de la silla, y camina de un lado a otro, diciendo:
— Que pida lo que necesite. Y que haga lo que tenga que hacer en la caseta, yo necesito que adelante ese trabajo antes de que termine lo que estoy haciendo.
Meneses le da mucha curiosidad, y le pregunta:
— ¿Y qué es lo otro que estás haciendo?
— Es una sorpresa, es una gran sorpresa, por eso llama a tu primo ahora y pregúntale todo lo que necesita.
— Si, ya lo llamo...
Telluride Lodge, Jan termina de comer y le agradece a Ruca por su gran amabilidad de darle comida.
Ruca abraza a Jan, y le expresa:
— De nada muchacho, nos gustaría ayudarte en la búsqueda de tu familia, pero ya oíste a Enzo, tenemos que ir a buscar a nuestro hijo.
— Tranquila, yo entiendo.
Enzo le pregunta a Jan:
— Te recomiendo que no te acerques tanto a Marchal, ese hombre se cree el dueño de todo, y si ya cerro la Iglesia. Es capaz de hacer cualquier cosa.
— Si, créame, ya he sufrido un ataque del alcalde.
Ruca y Enzo se miran. Cuando Eruca le pregunta a Jan:
— ¿Qué te hizo?
— Se invento que yo lo iba atacar con una navaja, y me echo la policía. Y fui a parar a una celda, pero pude escapar gracias a una ayuda muy grande.
Lena de curiosidad, Ruca le hace otra pregunta a Jan:
— ¿Qué ayuda?
En seguida, Jan piensa:
"Es posible que Enzo y Ruca no me vayan a creer por más que estén en la Iglesia... mejor no les digo"
Enzo le pregunta a Jan:
— ¿Paso algo en esa celda que no quieres contar?
— Algo así... es que han pasado tantas cosas desde que Sali de esa celda, que todavía estoy procesando información.
Ruca le expresa a Jan:
— Desahógate, se te ve que tienes muchas cosas guardadas.
Jan recuerda todo lo que vio cerca de su casa, y luego le dice a Enzo y a Ruca: