Son las seis de la tarde me encuentro sentada en la entrada de mi casa esperando a mi padre. Hoy cumplía 16 años y esperaba ansiosa que mi padre llegara. Él me llamo hace horas atrás diciendo que su vuelo se retrasó y que llegaría en un par de horas. Ya llevo esperando más de cuatro horas y el aun no llega.
Cuando tenía tres años mis padres se divorciaron, mi madre obtuvo mi custodia, pero aun así mi padre siempre estaba al pendiente de mí. Hace un tiempo atrás mi papá conoció a una mujer con la cual tiene un hijo y desde entonces dejamos de ser cercanos.
Escucho acerarse un auto levanto la mirada esperando que se trate de mi padre, pero no es así veo como el auto se estaciona en la casa de al lado, suspiro y entro a mi casa.
–Cariño, ¿estás bien? – cuestiona mi madre en el momento que llego a la cocina –Hija no estés triste, hace un momento informaron que los vuelos posiblemente fueron cancelados ya que hay una fuerte tormenta– dice mi madre, preocupada por mí.
Si me siento muy triste, siento como se me forma un nudo en mi garganta y la lagrimas van acumulándose en mis ojos. No me doy cuenta en que momento comencé a llorar, voy corriendo hacia mi madre y la abrazo.
–Mi niña no llores, todo estará bien– me consuela, envolviéndome en sus brazos.
Pero yo sentía todo lo contrario, tenía un gran dolor en la boca del estómago, sabía que algo malo estaba pasando que aquel dolor era como si estuviera anticipando un dolor más grande del cual yo no sería capaz de soportar.
***
Paso una semana desde aquel día y también de que me entere de la muerte de mi papá. Desde entonces no deje de llorar y de estar encerrada en mi habitación culpándome de que, si yo no hubiera presionado a mi padre de llegar en el día de mi cumpleaños, no me encontraría en esta situación. Fui egoísta en pensar solo en mí, porque si mi padre no hubiera abordado ese avión el seguiría vivo.
Sí, mi padre murió en un accidente aéreo, el avión en el cual abordo tuvo fallas mecánicas y aparte que ese día había neblina por las lluvias que se presentaron, el avión no pudo aterrizar. Ese fue el reporte que dieron los periodistas.
No dejaba de pensar que era mi culpa, por mi insistencia él había abordado el avión. Esa idea siempre andaba en mi cabeza aun sabiendo que solo fue accidente.
Mi madre apenas logro sacarme de mi habitación y tuvo que rogarme para que pudiera ir a dar una vuelta por el parque que se encontraba en mi barrio, ella quiso acompañarme, pero yo me negué ya que sabía que ella se encontraba muy cansada a causa de acaba de llegar de su trabajo.
Siento que choco con alguien logrando así sacarme de mis pensamientos y a la vez concentrarme en la persona con la cual choque.
–Lo siento, no fue mi intención– dice el joven, al cual logro visualizar, apuntando mi vestido. Cuando miro me doy cuenta de que este se encontraba manchado con un poco de helado –Toma– me ofrece una servilleta la cual agarro.
–No te preocupes, es mi culpa por no fijarme– digo haciendo una mueca mientras limpio la parte manchada de mi vestido –Bueno... adiós, gracias por la servilleta–
–Si quieres te acompaño– se ofrece, pero yo niego moviendo mi cabeza de un lado otro.
–No es necesario– contesto y antes de que insista le digo –Esta es mi casa– apuntando a la casa que estaba a nuestro lado.
–Enserio, mi casa es la de al lado– dice apuntando su casa –Nos acabamos de mudar–
Un recuerdo viene a mi mente, hace una semana un auto se estaciono frente a esa casa y poco a poco voy recordando por lo que en un momento olvide, el fallecimiento de mi papá.
Y sin decir nada entro a mi casa dirigiéndome hacia a mi habitación para volver a encerrarme y ponerme a llorar como lo estuve haciendo toda la semana.