CAPÍTULO VIII
Solo una vez más
Las cosas siempre resultan como se las espera en la vida, cuando se obra de acuerdo al plan. Es redundante, seguramente parezca repetitivo por cuanto es una expresión que se escucha desde el comienzo de la vida humana, y en especial a partir de la adolescencia: proyecta tu vida, planifica el futuro, estructura ese plan por etapas y luego se consecuente con él. Pensar en eso le generaba a Thomas, cierta sensación de orgullo personal e incrementaba su autoestima, o más bien fuera su ego.
Como lo hizo con casi todos los aspectos de su vida, este asunto no fue diferente: había sido planeado a detalle y con el tiempo que una aventura como esta merecía tener. Le había tomado casi un año y medio sin mencionar el dinero que destinó a tales efectos, pero ahora que lo pensaba, había valido cada segundo de tiempo y cada centavo del dinero. Dio atención a todos los detalles del rapto de la chica en Bethany, cubrió sus huellas y evitó dejar pistas durante su trayecto hasta la casa; sus vecinos le conocían excéntrico, solitario, pero también como un empleado modelo de una compañía que era líder mundial, jamás sospecharían de él. Incluso la última parte del plan fue objeto de una esmerada dedicación.
Había que reconocerle a Mackenna que si bien no había sido particularmente colaboradora, en realidad se comportó según las expectativas y afortunadamente no dio problemas en ningún momento. “La muy tonta” entró en negación y no daba crédito a su realidad bajo el control de Thomas.
Y luego, con el trascurrir de las semanas cambió ese estado de negación, por otro de resignación. Puede que esperara causar empatía en Tom para que este le perdonara la vida y le diera la libertad; craso error, pero él por su parte se sentía bien con ello, a fin de cuentas nunca la engañó, le fue honesto desde el principio y en todo, absolutamente en todo, incluso en los detalles más incómodos y la información más desagradable que le podía brindar, como el hecho de informarle acerca de la investigación policial y la búsqueda de las autoridades por ella, o como dejarle saber que la mantendría cautiva por un mes y luego le quitaría la vida. Se podía decir entonces y con todo el sarcasmo posible, que Tom podía ser culpado de raptar y encerrar a Mackenna contra su voluntad, de drogarla decenas de veces y abusar de su cuerpo en igual proporción; se le podía acusar de matarla y desaparecerla con inquietante frialdad, pero si de algo no se podía culparle, era de engañarla. Menudo consuelo.
Oh si, qué orgullo. Hacer un plan y luego apegarse a él; la única manera de que las cosas salgan mal es que el plan halla estado mal trazado desde el principio, pero eso no le pasaba a Tom, él era un tipo brillante y aunque fuera novato en “esos” menesteres en particular, su ingenio, inteligencia y demás talentos que siempre le habían puesto por encima de la media, eran sinónimo de que su tope era el cielo.
Dos más dos es cuatro, eso lo sabe cualquiera, incluso la policía y no era raro para Tom, que al conseguir el vehículo abandonado y el celular de Mackenna, la policía sumara dos más dos. Pero la ubicación en la que se había deshecho del teléfono de la chica, apuntaría justo en la dirección contraria. Y luego, viendo en las noticias el retrato hecho por los investigadores del presunto implicado, estaba claro que lo habían elaborado con la información suministrada por el vendedor del automóvil comprado exclusivamente para el rapto; pero en nada se relacionaba con su verdadera apariencia.
Era claramente un retrato elaborado en función de la caracterización que había hecho y tal como se lo esperaba, el detalle de la cicatriz en la mejilla izquierda era lo más resaltante. Pobre diablo, aquello resultaba tan inverosímil para los investigadores, que el vendedor del vehículo se convirtió en un sospechoso; probablemente el único que tenían en su radar las autoridades.
Siendo honesto consigo mismo, los primeros días Tom sintió un poco de temor intrínseco, pero se daba ánimo en sus momentos de debilidad, repitiéndose que no había manera de ser relacionado con aquel suceso. De hecho, todo el estudio que había llevado a cabo previo a la planificación, le había permitido descubrir que el mayor porcentaje de las desapariciones resueltas, son porque los autores tienen algún tipo de relación con la víctima. Esto es particularmente importante porque si logran determinar la motivación del perpetrador pueden resolver el crimen, y nadie con mejor motivación que una persona conocida.
El otro segmento importante aunque en menor porcentaje de casos de desapariciones que suelen ser resueltos, es el de los asesinos en serie; pero esto nunca sucede a la primera sino luego de varios casos. La razón es que normalmente van dejando patrones que luego son empleados por los investigadores, para ir cerrando el cerco cada vez más hasta que cometa un error, puede que simplemente las circunstancias jueguen en su contra o tan solo sea que en algún momento se le acabe la suerte.
Pero eso no pasaría en su caso porque parte importante del plan, era que aquella sería su primera y única vez; no volvería a pasar jamás, no habría una segunda oportunidad para las autoridades de poderle pescar. También sabía que la tenencia de la chica no podría ser demasiado prolongada… no, porque en tanto transcurriera más tiempo, corría el riesgo de que algo sucediera y fuera descubierto, ya fuera que lograra escapar, algún vecino la oyera, o incluso pudiera encariñarse un poco y eso le acabara costando su objetividad y consecuentemente un error: si grandes centros de reclusiones con ingentes recursos disuasivos, y un sin número de personal adiestrado habían experimentado fugas de reos, quién era él para asegurar que no le podría suceder; era un individuo con mucha confianza en sí mismo, pero estaba consciente que la arrogancia suele ser un factor desencadenante de grandes errores.
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Editado: 27.07.2023