PRIMERA REGRESION
Tomé su mano, dejándome guiar por sus movimiento. Lentos y sensuales. La música de piano sonaba atrás, no podía distinguir que canción era pero recuerdo la inmensa felicidad que sentía. Apoyaba mi cabeza en la curva de su cuello. Intentaba oler ese momento, pero simplemente no podía sentirlo. Era como si no funcionara mi sentido del olfato. Me separe de él, viendo una calle de piedra, llena de charcos de agua, lodo y pasto viejo. El aroma era desagradable, a heces fecales humanas sin duda. Las personas pasaban empujando, con vestidos extraños y nada extravagantes, viejos y sucios.
Tomé la mano de él, que estaba a mi lado con cara de preocupación. Algo no estaba bien y la paz que sentía en el momento de bailar había desaparecido.
─Por aquí ─dijo, jalando mi mano con más fuerza. Mi corazón latía al mil y mi desubicación era demasiada.
─Papá nos va a encontrar.
─No lo voy a permitir ─tomó mi cara con fuerza y beso mis labios.
Desperté culpa de mi gato bigotes pidiendo comida. Sus maullidos me dejaron muy molesta porque era ese tipo de sueños en los que no quiero despertar. Me pongo de pie, camino hasta la cocina, busco su comida y plato. Sirvo su medida de concentrado, y regreso a la cama. Aun con la última imagen de ese beso. Intento retomar el sueño de donde lo deje, peor es imposible hacerlo. Quiero saber qué pasa con ellos dos, pero maldita sea la psicología de la mente que no deja retomar los sueños donde los dejamos. Tomé mi cuaderno antes de olvidar el sueño, lo apunté lo más detallado que pude y luego me senté a recordar un poco todo.
La experiencia del sueño fue tan viva, que una parte de mi alma sabía que era un recuerdo antiguo y no un recuerdo nuevo. ¿Lo malo? No recordaba como éramos, aun así, sabía que era Yong ¿Cómo lo sabía? Ni idea.
La mente funciona de una manera que nunca entenderé a cabalidad. Hace mucho tiempo tenía un novio al que amaba con todo mi corazón, era una relación bastante… peculiar. Lo hacíamos todo juntos, nunca nos separábamos. Un día mientras él dormía recibió un mensaje que no debí ver. Al parecer no era la única en su vida y él estaba intentando salir con otra.
Me rompió el corazón en mil pedazos. La gente no sabe el daño que hace al engañar, juega con tu confianza, con tu alma y destruye cada partícula de tu ser. Seria mejor simplemente terminar contigo y no hacerte pasar la vergüenza social de ser engañada. Pase un año sufriendo por esa mierda. Un año que pudo ser un par de meses si mi mente y mi ego no hubieran estado jodiendo, creando historias de más.
El ego se alimenta de tu desgracia, de tu araganería y de todo lo negativo que hay en tu vida. Eso es algo que sabía de cajón y había apren
Me colocó un pantalón de gimnasio, una blusa pegada, mis zapatillas deportivas y bajo a hacer un poco de ejercicio para distraerme. Me coloco el ipod a todo volumen y en lugar de trabajar como nunca antes, trabajo como si estuviera obligada en el gimnasio. Definitivamente lo odio.
Hoy me juntare con Stef, pero no como cita, si no solo para platicar y tomar un trago en un bar bastante conocido en el centro de Manhattan. Estoy un poco molesta con todo lo que me rodea y no entiendo muy bien porque.
Mi teléfono suena y entra un mensaje de mi hermano, Daniel. Lo observó unos segundos sin ánimos antes de abrirlo y leer el típico “Hola, desaparecida”
Contesto.
Yo: Hola Dan ¿Cómo vas?
Dan Minsky: Bien, saliendo de la universidad. ¿Ya tienes respuesta del proyecto?
Yo: Ni me hables de eso que me da dolor de ovarios.
Dan Minsky: Wakala, odio el humor de las mujeres con dolor de ovarios.
Yo: Ya somos dos.
Pase un par de minutos más hablando con mi hermano y mandándonos fotos y videos de gatos y perros. Algo muy importante en nosotros es eso, el amor a los animales y sus locuras. Me termino de poner maquillaje, escuchando la música de Clean Bandit, moviendo mi cabeza al tiempo que tarareo la canción.
Está noche esta menos fría que ayer, aun así muero por meterme en algún bar con calor humano y un par de buenos tragos. Necesito tanto salir y quitarme de la cabeza todo este relajo de Yong, vidas pasadas, Michael y su propuesta que aun no contesta.
Ya pasaron dos días de nuestra reunión con Regina y lo único que supe de ella es que pidió unos detalles más que le hicieron falta en mi presentación. Aun no tenía ni el sí, ni el no. Tomé mi casco viendo que no era seguro salir en motocicleta, me propuse a pedir un uber y esperar a que llegara. Esto de la tecnología era una maravilla, en mis veinticinco años jamás había visto algo tan accesible como esto. Revise Instagram, pasando varias fotografías de mis amigos, a unas dándoles like, y a tras buscando un botón de dislike, pero lamentablemente eso aun no revolucionaba las redes.