Balas De Amor

♖CAPITULO DOCE♖

HASTA QUE MIS LABIOS SE CANSEN

Alexander

Aterrice por la madruga de mi viaje cansado aproveche el tiempo restante para dormir, hacer ejercicio en la mañana, calentar mi cuerpo mientras cumplo la dieta entro a mi habitación después de ducharme organizando mi ropa antes de ponérmela solo es un traje dos piezas negro con blanco.

Llego a la agencia y hay poco personal por la mañana porque la mayoría tiene horarios distintos dependiendo de su rango el vigilante cubre el lugar de la recepcionista, me acerco tomando la planilla para firmar mi llegada.

 

—Buenos días ¿Y la recepcionista?

 

—Buenos días señor Alexander la señorita Katherine es guía especial de Samanta la hija de nuestro jefe general ya que Iris no ha llegado así que ambas cubren su servicio —Me explica y alzo mi rostro quitándome los lentes oscuros.

 

—¿Ella siempre llega temprano?

 

—Samanta avisa para tengamos todo preparado a base de su horario.

 

—¿Y cómo es su horario normalmente?

 

—Todo lo que es relacionado a la familia Evans no se puede divulgar al menos que tenga un permiso por parte de ellos de resto sea lo que sea es algo privado.

 

—Gracias…

 

Me alejo para subir por el ascensor y un chico amablemente comienza darme un tour en toda la agencia, pero no dejo de pensar en ella «de alguna manera tengo que verla» camine por varias oficinas, salas de reuniones internacionales, gimnasio, vestidores, todo dividido por rango, grupos de misiones militares, experto en armas de cualquier tipo incluyendo los francotiradores, profesores de alto rango, salones de entrenamientos y para las clases particulares.

 

—Lo más capacitados son enviados para la escuela militar en Rusia —Mientras el chico me seguía explicando una secretaria lo interrumpe—. Disculpe señor Alexander tengo que administrar unos documentos si quiere lo puedo dejar en su despacho ¿O quiere ver por su cuenta la agencia?

 

—Despreocúpate no me perderé cualquier cosa te llamo por la radio de dos vías.

 

—Me parece bien, con permiso… —Se aleja.

 

Sigo caminando hasta llegar al polígono de tiro viendo desde lejos una chica castaña hablando a través de una radio igual al mío haciendo una señal y disparan tres veces seguidas al blanco de disparos dejándome impactado porque fue perfecto. Lo más raro es que no hay nadie, me apoyo detrás de la puerta logrando escuchar el número de la radio.

 

 —Aquí radio cuarenta nueve uno —Dijo la chica y comienzo buscar la línea de telecomunicación para escuchar.

 

¿Justo al blanco?  

 

—Si justo al blanco —Responden—. Sam, Gustavo va llegar algo tarde recibí su mensaje hace rato.

 

Gracias por decirme de todas maneras voy a ir a la sala de disparo te dejo con las armas para que lo guardes en la bodega.

 

Corto la línea apagando la radio para ir a la sala de disparos.

 

 

 

──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────

 

 

Samanta

No quería despertarme esta mañana porque mi mente estaba en Miami procesando lo que mi primo había averiguado, pero tenía que hacerlo porque mi primera clase por las mañanas son de Gustavo y cuando uno no llega tarde se pone más intenso que un niño cuando quiere justamente ese juguete, solo le rogaba al de arriba que ese tal Alexander no venga a Londres aunque si llegara a pasar seré la misma de siempre.

Si hay hombres que se olvidan de esas noches intimas ¿Por qué uno no puede hacer lo mismo?, la mayoría solo te quieren tratar como una mierda tratando de enamorarte o hacerte causar un “síndrome de estocolmo” solo porque son hermosos es tan equivocados ¿Dónde queda la autoestima?, si me van enamorar es para que den lo mejor por mí y yo pueda valorar esa persona sin que me haga sentir menos con palabras ofensivas.

La diferencia es que no soy una chica que le gusta vestirse como la mayoría «cada quien con sus gustos y los respeto» la ropa uso no identifica mi género, sexo o mi forma de ser, aunque mi madre no estaba de acuerdo lo tuvo que aceptar porque ella no puede cambiar mi forma de pensar que son distintas.

Dios mío tengo que dejar de pensar tantas cosas porque el cerebro me va explotar.

Tomo el arma colocándome los protectores auditivos y comienzo disparar al blanco sintiendo extrañamente una presencia conocida, mi cartucho se vacía al darme la vuelta para recargar veo el mismísimo Alexander Montenegro apoyado en la pared con sus brazos cruzados soltando una sonrisa.

 

—Samanta Evans…

 

—Alexander Montenegro —Me quito los protectores cargando el arma.

 

—Apuesto que te puedo besarte mientras disparo al mismo tiempo sin ver —Comenta él y ruedo los ojos ignorándolo—. Anda si fallo no te molesto más…—Insiste acercándose.

 

—Déjate tu jodido fastidio sino quiere que te dé un tiro en los huev…

 

Detiene mis palabras atrayéndome a su pecho y besa mis labios alzando mi mano donde tengo mi arma vaciando mi cartucho nuevo al acabarse lo lanza un lado tomando mi rostro con sus enormes manos mi rostro profundizando con necesidad el beso.

Me separo de golpe limpiando la comisura de mis labios.


—¿Satisfecho?, ahora déjame —Me giro acercándome a las mesas.

 

—No…

 

Me hace dar la vuelta acorralándome contra la pared.

 

—¿Y qué?

 

—Te voy a besar hasta que mis labios se cansen —Estampa de nuevo su boca con la mía.

 

—Suéltame ya… —Le digo en la mitad del beso separándolo de mí.

 




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