¿Alguna vez han pensado en lo que querían de pequeños?, y más aún, ¿han logrado lo que anhelaban?.
Esta no es una historia de logros alcanzados, ni mucho menos de consejos de autosuperacion, más bien trata de aquello que no es percibido por las personas normalmente y solo se piensa cuando tienes algo de tiempo libre.
Estuve mucho tiempo pensando en un nombre que encajara con la personalidad del personaje principal pero al no encontrarlo decidí contar esta anécdota en primera persona y sin nombres, en lugar de narrar una historia.
No soy un escritor, ni mucho menos un erudito y créanme que tampoco soy un lector muy asiduo, pero lo que si se, es que a través de los años he vivido cosas que pocos han vivido, y han cambiado, no mi forma de ser, ni mi personalidad, pero si mi perspectiva de las cosas.
Hay ocasiones en las que simplemente al estar sentado en un bar completamente solo me pongo a pensar y analizar lo que ocurre a mi alrededor.
Estoy en una silla tomándome una cerveza, rodeado de personas a las que tal vez conocí en alguna farra y solo son conocidos cuando se está repartiendo una botella de licor.
En el mismo bar, al que frecuentaba cada fin de semana, en el que conocía a todas las personas, a tal punto que sabía cuándo uno de los frecuentes clientes de aquel lugar sería el que pagaría el consumo de los demás, por ser día de pago o simplemente alguna ocasión especial como un cumpleaños o porque quería impresionar a alguna chica que sería su próxima conquista. En fin, sabía como hacer para estar allí cada viernes, incluso cuando no tenía dinero para consumir algo.
En ese entonces solía ser muy conocido por las personas que frecuentaban el lugar y aunque mi apariencia no es muy sobresaliente, en comparación a la de los demás, tenía una cierta gracia que me hacía ser muy atractivo hacia las mujeres.
También debido a que pase gran parte de mi vida entrenando artes marciales (ya que son una de mis aficiones al igual que los deportes extremos), aprendí a defenderme de casi cualquier maleante.
También debo admitir que solía ser un poco altanero al momento de tener unas cuantas copas encima.
Pero algo que aprendí muy bien es a nunca abusar de aquel que no se puede defender, así que, solo me comportaba de manera violenta o altanera con aquellos considerados abusivos hacia los demás.
Recuerdo en cierta ocasión en la que regresaba a mi casa un poco mareado por haberme tomado unas cervezas.
Para llegar a mi casa tenía que cruzar cerca de un cementerio, claro, si no quería recorrer el doble de largo que era el camino directo.
Cuando pasaba por allí escuche un grito que fue silenciado enseguida y me acerque a ver qué pasaba.
Había una joven que era ultrajada por dos tipos que mientras la amenazaban con un cuchillo de cocina, la manoseaban y rebuscaban para ver si tenía algo de valor.
Sin pensarlo, fui lo más rápido que pude hacia ellos para que no lastimaran a la chica, ellos al mirar que alguien se acercaba salieron corriendo dejando a la joven en el suelo toda estropeada. Cuando me acerqué a la chica, la ayudé a levantarse y de lo único que me arrepiento es de haberme confiado y gritado: ¡¡¡MÁS LES VALE QUE CORRAN PEDAZOS DE BASURA!!!.
Ya que al escuchar esto y verificar que solo estaba yo ayudando a la chica, se acercaron con el cuchillo en la mano balanceándolo de una manera amenazante mientras me insultaban y se reían de mí por hacerme el héroe.
Lo primero que pensé en ese momento fue en decirle a la chica que se fuese del lugar para que no le pase nada malo y lo único que pude decir fue:
“Corre y no te detengas hasta que llegues a un taxi o a tu casa”.
Cuando termine de decir aquello, salto sobre mi uno de ellos y empezamos a pelear, mientras se alejaba la muchacha.
El segundo tipo que tenía el cuchillo, se mantenía cerca, pero no se involucraba mucho en la pelea para no lastimar por accidente a su compañero y en cambio trataba de apuñalarme en cada oportunidad.
Mi chompa de cuero fue la que recibió la mayoría de los daños en especial las mangas que terminaron como tiras de tela.