Pasillos largos.
Sombras en la luz.
Y Luz en las sombras.
Escaleras, que dirigen a pasadizos conocidos por muchos.
Pero desconocido para muchos otros son los secretos que se esconden detrás de cada una de las paredes.
Con carpeta en mano, recorro el lugar, tomando leves desvíos para que mis vigilantes no sepan exactamente a donde me dirijo.
Entro y salgo.
Bajo y subo.
Recorro un largo camino, hasta estar enfrente de esa alta puerta de oro, que siempre me ha intimidado lo suficiente como para tomarme unos cuantos minutos, considerando tocarla o no.
Sigo de largo y apoyo la palma de mi mano en una superficie especifica de la pared del pasillo, haciendo que se abra levemente por el contacto cálido.
Bajo las escaleras, que me llevan a la parte más profunda del castillo, dejando unos niveles más arriba los calabozos.
Me detengo frente a una puerta de madera podrida por el clima frío del lugar, doy tres golpes rítmicamente planeados, lo suficientemente fuerte para que el sonido haga eco dentro de la habitación.
—Adelante. — Ordena, esa voz llena de autoridad que ha perfeccionado a lo largo de los años.
Entre abro un poco la puerta y asomo la cabeza, pero rápidamente la vuelvo a sacar, antes de que la bola de luz que disparó me toque y me queme vivo.
—Solamente soy yo, relájate. —Entro por completo cuando estoy seguro de que no intentará matarme.
—¿Y porqué no dices eso desde el principio? —Me acusa arreglándose su vestimenta, luego de lanzar esa bola mágica
—Soy el único sabe que estás aquí ahora mismo.
—Pudiste ser un mensajero que le sirve a Kilian, que adivinó el lugar y vino por mí.
—No seas ridículo Mikhail, además toqué la puerta como teníamos acordado que lo haría.
—¿Te siguieron?
—Sabes que es imposible que eso pase.
—Lo sé, no está de más preguntar. ¿Qué me traes hoy? —Cambia rápidamente de tema.
Me acerco hasta el escritorio de madera desgastada y lleno de polvo, tomando asiento al mismo tiempo que él.
Le tiendo la carpeta con la información adquirida. La ojea lentamente, sin perder detalle de absolutamente nada redactado ahí.
Se toma su tiempo, pasando cada una de las hojas, para memorizar todo y a todos.
—¿Quién crees que es? —Pregunta sin alzar la vista del documento.
—Sinceramente, no tengo ni idea. El hechizo que se encargó de ponerles cuando nacieron es muy preciso, no creo que pueda descubrir quien es de un momento para otro, tendría que vigilarlos a cada uno día y noche.
—Sé que haz puesto el ojo en uno. No has pisado nuestra tierra en mucho tiempo, puedo percibir tu calor y no lo he sentido en estas últimas semanas. — Busca una pagina en especial y me muestra la foto del muchacho. —¿Es él?
—Está dentro de la lista de posibilidades que hice. Pero, por mucho que este vigilando a esas personas, no logro encontrar a alguna copia gemela.
—¿Qué tal con la chica?
—Lo más seguro, es que este protegida por su familia. Su magia es muy fuerte.
—Esto no me está ayudando en nada Elián, necesito información precisa para idear un plan, y…
—Y la tendrás— Lo corto antes de que empiece su palabrería, viendo cómo se levantó de la silla y se llevó las manos al cabello, jalando las hebras de este en un ataque de ansiedad y estrés —He estado viendo el proceso de la corte celestial, vamos mucho más adelantados que ellos, en poco tiempo conseguiremos a los indicados y podremos prepararlos antes de que cualquier guerra inicie.
Suelta un suspiro cansino y se deja caer nuevamente a la silla, cerrando los ojos para intentar calmarse. —Gracias.
Asiento con la cabeza y guardo silencio, para que termine de relajarse.
—Lleva a Eidher contigo, cuanto menos tardemos en esto mejor. —Demanda, levantándose y guardándose el sobre para poder quemarlo cuando tenga los utensilios necesarios.
—Así será.
La guerra no está cerca.
Ni tan lejana como deseamos.
Debemos terminar con esto, antes de que se convierta en algo en que ninguno de los bandos pueda ganar.
Antes de terminemos acabando con las dos razas fundamentales en la existencia del universo.
Salgo del lugar, varios minutos de que Mikhail se fuera.
Recorro un camino diferente al que usé para llegar aquí y salgo del enorme lugar, celestial y brillante.
Los rayos de luz, impactando en los vidrios, dibujando arcoíris en ellos, impidiendo para los que se encuentran en el exterior saber que está pasando dentro del lugar.
El majestuoso palacio, brillando por el sol, provoca que cualquier ser que lo vea se quede cautivado por la obra celestial de su arquitectura.
Camino por el sendero rocoso, hasta llegar al centro de la población.
Niños riendo, otros sacando sus alas para aprender a volar.
Mujeres junto con sus parejas, paseando, hablando o solo absorbiendo la paz del lugar.
Ninguno sabe lo que puede pasar, incluyéndome.
Pero soy uno de los pocos, en saber que tal vez, este sea uno de los últimos momentos de calma que tendremos.
Solo espero que no dure tanto el caos que se formará.