Bazar: una antología agridulce

Mapamundi

Un astronauta contempla la tierra, anhela lo que dejó atrás, se pregunta si realmente vale la pena conocer la inmensidad, una fría y solitaria inmensidad; dejó de emocionarse con el abismo.

Cada día, al despertar, busca su hogar en un mapamundi, recuerda a su familia preguntándose cuánto ha crecido su pequeña, si su mujer aún lo espera y de ser así, desea saborear su comida casera en lugar del insípido alimento galáctico. En sus días de cortejo, le prometió a su esposa las estrellas y hasta la luna misma. Ahora comprende lo trillado y escaso que suena ese romanticismo.

Mientras tanto, desde la Tierra, su esposa contempla el firmamento estrellado y cuenta una a una las estrellas, esperando encontrar una nueva a la cual enviar su sentir.  A veces, le habla a la estrella polar, otras a la Osa Mayor, busca a Venus, todas parecen igual de distantes.

Noche tras noche espera frente a una pantalla negra para que él se comunique, mientras se pregunta, ¿si es vecino de satélites por qué tarda tanto?. Finalmente, logran comunicarse.  

El astronauta le cuenta sobre los amaneceres, y ella sobre las noches. Él aprecia el color de su lápiz labial e incluso jura poder percibir su perfume. Ella encuentra su Venus. Captura su imagen y desea dedicarle una paja, pero en gravedad cero le es imposible, la quiere tocar. La desea con ansias.

“no hay nada más hermoso en el espacio igual que ti...”, le recita un poema.

Se despiertan con la misma luz, les preocupa el oxígeno, nunca un suspiro había tenido tanto valor. Los días parecen años y las noches, efímeras. Ambos sienten la distancia abrumadora que los separa, pero su rostro se ilumina cuando él mira cuánto ha crecido su hija, la quiere abrazar, le habla de marcianos y sus mascotas, niños que van de un planeta a otro para aprender. Su pequeña solo sonríe, no le cree, pero quiere que su padre sea feliz.  Ella le muestra su recital de ballet, se sonroja con un niño de la escuela y él la reprende pues sigue siendo su princesa.

Se despiden con un adiós agridulce; agridulce como el amor. Su esposa, su hija, su vida. Hasta mañana... La videollamada ha finalizado.

“Quiero regresar, no bastan estas videollamadas. ¿Mañana qué historia les contaré?” - piensa el astronauta.

Sin embargo ...

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“Hola amor... Hola Papi.. Te extrañamos...Hasta mañana...”

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...

Día 73 después del impacto del meteorito. El astronauta busca dos estrellas en el espacio opuesto.

Cada día, al despertar, busca su hogar en los retazos de un mapamundi, recuerda a su familia preguntándose... ¿Cuánto me falta para verlas de nuevo?




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