La noche empieza los últimos cantos de los pájaros cesaron, es como si el aire nocturno se hubiese llevado su presencia, sentí una paz amenazadora, como un ciervo bebiendo agua en el húmedo bosque sin saber que detrás de mi hay un cazador y cuando lo volteo a mirar nos observamos mutuamente, enredo el cable de los audífonos en los dedos. Volteo detrás de mí observo como todo se consume en la oscuridad, estiro las piernas sobre el pasto y me levanto de éste, sacudo la parte trasera del pantalón quitando algunos trozos de pasto y de tierra.
Corre otra ola de aire, pero esta vez es diferente, se siente un poco pesada, turbulenta e intensa. Levante la mirada al cielo oscuro y estaba repleto de estrellas, como nunca las había mirado para poder mirar esto creo que se necesitaría que ocurriera un fenómeno astrológico, o algo por el estilo. Puse un pie en la entrada de mi casa, un escalofrío estremecedor recorrió mi cuerpo, lo ignoré y seguí para entrar a la casa.
Un portazo se escuchó, corrí dando brinquitos para entrar a la cocina, nadie se encontraba. Había un trozo de hoja blanca mal arrancada que decía: “No puede hacerte cena, estamos demasiados cansados fue un día agotador. Come alguna fruta o un plato de cereal”, sin duda quien lo escribió fue mi madre, conozco esa letra con trazos descuidados y la manera que escribe la g la junta con la letra que sigue. ¡Perfecto!, ahora voy a desaparecer de la faz de la tierra, me encanta ser dramática con todo mundo, sin drama no hay vida.
¡COLINA ARRIBA!, con esto me refiero a las escaleras parecen que nunca van a terminar, sigo pensando que si todos los días hago este ejercicio de las escaleras voy a tener las mejores piernas de todo BeansTown.
Arrojo la puerta, me tiro en la cama y cierro los ojos.
—¡Dios mío! —grito sofocadoramente, tragándome otros gritos que se quedaron atascados en mi garganta.
Esto que soñé no puede ser cierto, no lo puede ser.
Apenas me doy cuenta de que no me puse el pijama para dormir, dormí con la misma ropa sucia de ayer, si mi madre me hubiera mirado así no me salvado de la cachetada. De un brinco salté fuera del cochón, corrí al armario para sacar el pijama para después salir disparada al baño, abrí la llave dejando correr agua, junté mis manos creando una forma de cuna, las acerqué al chorro de agua llevando mis manos para llevarla a mi cara, esta agua fue como si me diesen un golpe tan fuerte para despertarme.
—¡Mier…! —el agua esta igual de helada que el trasero de un pingüino.
Me quito la ropa sucia poniéndome el pijama, me miro al espejo, mi cabello esta desordenado, vamos a hacerle más desorden, la manera en la que hago las cosas creo que ni Rápidos y Furiosos la tiene. Salgo para bajar la colina.
—Madre… padre —entre susurro—, alguien vivo…
Al parecer soy la única en casa, giro mi cabeza a una ventana para buscar el carro de algunos de los dos, pero no se encuentra ninguno. Entré a la cocina, mi celular empezó al vibrar, toqué mis costados de la cadera, no estaba, ¡Entró el pánico!, los sonidos del teléfono se escuchaban, pero ya se había repetido más de dos veces en la segunda planta así que subí, chequé mi cuarto, chequé mi casa, los cuartos, baños y cocina, pero nada.
Ya por quinta vez volvió a sonar, aunque esta vez un poco más débil, esta vez no busqué dentro sino fue en la cochera. Me dirigí a donde estaba sentada ayer, moví hojas secas que estaban amontonadas sin éxito alguno. El último lugar en buscar sería en el patio delantero, moví mis pies rápido me siento Flash, llego y esta tirado al lado de la manguera verde. Si me pongo a pensar por qué esta ahí no sería sorprendente, la semana pasada estaba comiendo un racimo de uvas, bajé por un vaso de agua y regresé a mi habitación, pero el racimo ya no estaba, me puse a buscarlo, no lo encontré en la habitación así que bajé de nuevo a la cocina para buscarlo lo que descubro es que lo había dejado dentro del congelador, ni si quiera yo sé cómo terminó ahí. Entro de nuevo a la casa, el portazo solo como si el sonido de la caída de una pluma cayera y este fuese amplificado, o sea, nulo.
–De acuerdo… –susurré en voz baja, aun muriéndome de pánico.
Estoy sola en casa, ¿qué hace un adolescente en casa sola?, ¡FIESTA!, no en realidad no puedo ni hacer planes para una fiesta con esto que tengo en la cabeza. Corro a toda prisa a mi habitación, me estoy dando cuenta de que he hecho más ejercicio esta mañana que podría hacer en una semana. Busco la mochila por todas partes y es casi imposible puesto las vacaciones de fin de año escolar se atravesaron y lo menos que quería ver era algo relacionado con la preparatoria. Meto todo el cuerpo debajo de la base metálica de la cama, dentro del ropero, detrás de un sillón individual, dejo toda la habitación patas arriba sin poder encontrarla, el último lugar es el baño si estuviese ahí no me extrañaría, abro la puerta del baño, ¡Bang! Aquí está, esta posada encima del inodoro.
Salgo del baño, arrojo la mochila a la cama la cual rebota en ésta cayendo al suelo.
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Editado: 08.10.2018