-Al fin te decidiste a salir-
Resuena en mi cabeza. La voz viene detrás de mí espalda.
Intento recuperarme del susto. Tiemblo cual hoja de papel. Bien que la voz de la razón no salió pero siempre las películas te enseñan a que no debes salir bajo ese escenario. ¿Ahora que me espera? ¿Un asesino? ¿Un acosador?
Estudio mis posibilidades de salir corriendo pero delante de mí un balcón que me anuncia que estoy en mínimo un segundo piso y detrás de mí, un alguien.
Bien, estoy paranoica. Mejor no demostrar miedo y asegurarme que no va a pasar nada.
Respiro hondo y llenándome de valor tras unos minutos de silencio decido hablar.
-¿Co-como dices?- Eso querida tartamudear se te da bien. Miro a los lados confundida. No veo nada -Me hablas a mí?
-si.¿A quien más?- Pregunta en tono confundido- ¿no me digas que te he asustado?- se mofa un poco esa voz ronca con tono curioso, que aún no le pongo rostro.
-No, para nada. Solo casi me provocas un infarto pero nada más.- respondo y decido dar la vuelta.
Me giro y lo veo, apoyado en la puerta que acabo de atravesar. La luz de la luna le ilumina solo la mitad pero no logro definirlo bien. En una postura de total confianza y un poco descuidada se encuentra , mientras yo tiemblo como una hoja por el susto de hace solo unos minutos.
Me aclaro la garganta para hablar con más seguridad.- ¿Me conoces? ¿Por qué dices que finalmente decido salir?- pregunto un poco desconcertada por su afirmación.
El se acerca a paso lento, cuidadoso hasta ponerse justo en frente mío, y solo se limita a encogerse de hombros.
-No, la verdad no te conozco. Solo parecías muy desesperada por tomar aire. Te vi salir.- asegura con obviedad y en tono monótono.
Respiro un poco más calmada. ¿Lo ves? Ya estás media loca. Solo te vio salir como si quisieras tirarte del balcón. Muy bien. Buena imagen.
Trato de apartar mis pensamientos que solo me hunden en la miseria y trato de recuperarme de la confusión y enfocarme en el desconocido que sacó conversación.
Ahora que lo veo de cerca lo puedo detallar mejor. Es mucho más alto que yo es lo primero que noto, puesto que debo levantar mi cabeza para mirarlo a los ojos. Esos ojos de un azul oscuro y profundo, en los cuales me pierdo. ¡Por Dios son hipnotizantes! Su piel... No tengo ni idea porque ¿Hola? Es de noche. Su nariz... No se describir una nariz. Pero es perfecta en su rostro. Y debajo de ella unos labios carnosos y llenos.
Es muy guapo.
Escucho que se aclara la garganta y evita mi mirada en un gesto de incomodidad. Uy no...
¿Cuánto tiempo me le quede viendo? Me muero de la vergüenza.
Evitó su mirada y escondo mi cara cuando notó el calor en mis mejillas. Debo parecer un curioso tomate en estos momentos. Trágame tierra y escupeme bien lejos.
Un silencio incómodo se instala entre nosotros. ¿No podía ser más obvia? Me le quede mirando como un extraterrestre acabado de llegar a tierra y se encuentra con la especie humana. ¡Y qué humano!
-Mejor entro. Hace mucho frío.- Rompe el silencio e interrumpe mis pensamientos alienígenas.
-¡No!- digo en un tono bastante elevado. Por Dios que me pasa.
-¿no?- pregunta desconcertado.
- Di-digo... que no tienes... O sea que no...- mis palabras se niegan a salir. Neuronas? A donde se fueron?
- tranquila- responde con una pequeña sonrisa ladeada. -de todos modos ya me iba- A lo que le respondo con una de total vergüenza.- Aunque deberías entrar, no creo que sea saludable que cojas este frío.
Espera. ¿Se está preocupando por mi? ¿Acaba de insinuar que me puedo enfermar? Pero... Si no me conoce. Y en ese momento mi corazón galopa a un ritmo alarmante. Bajo la mirada tratando de entender que me pasa. Y es en ese momento que me veo la bata de hospital. Está clarísimo, no creo que sea saludable enfermarme más de lo que supuestamente estoy. ¡Claro! Que tonta soy.
Salgo de mi ensimismamiento cuando escucho que se aleja dándose la vuelta para entrar al pasillo, y ahí caigo en cuenta que está vestido con un pantalón negro y un jersey gris de cuello alto. Sus lentas pero fuertes pisadas resuenan por sus botas. Me miro, y solo tengo puesta la preciosa y sexy bata de hospital. Una maravilla.
El desaparece por el pasillo y lo pierdo de vista. Me quedo sola en este balcón y una brisa fría hace que mi piel se ponga de gallina.
Es mejor hacerle caso al chico guapo y entrar.
Sin ánimos de regresar doy pasos lentos y cautelosos esperando que nadie me vea. Llego a mi habitación inundada con la fragancia de mamá y regreso a la cama. En cuanto hago contacto con ella mis párpados comienzan a pesar y entro en un profundo sueño.
Editado: 31.10.2021