Cuatro

Luego de ordenar todos mis pensamientos de la mañana de hoy, le expliqué a Bree todo lo que había sucedido. Desde el casi accidente hasta mi total falta de respeto hacía el chico que me había traído sin un rasguño al departamento.

—Déjame ver si entendí —dice Bree, quitándose la camisa por los hombros—, casi te atropella, tú te comportas como una cría y al final del día terminas en los brazos del tío guapo. Bueno, he de admitirlo tienes buenos gustos, Theresa. 

Pongo los ojos en blanco.

—Bree, no tengo buenos gustos. Además, puede que el tío tenga novia. Ya lo viste —digo, con cierto terror en mi voz—. Es eso. O ya sea follado a más de quince en su auto.

Justo cuando terminó la frase el estómago se me retuerce y el corazón me duele como si me lo estrujaran. Cómo era posible eso.

—Theresa, acabas de decir que él te había dicho que tiene poco de dos meses en Portland —me alienta Bree —. Y por si fuera poco, Theresa debiste de ver cómo te miraba. Es como si jamás haya visto a una chica.

Suelto una carcajada pero esta carece de gracia completamente.—Bree, estoy más que segura que él ha visto más haya de una chica. Y eso es asqueroso.

En ese segundo, Bree me toma con la guardia baja ante su pregunta.

—Theresa —empieza en tono lúgubre. Un escalofrío me recorre la espina dorsal y nuevamente siento una fuerte punzada en mi corazón. Sé lo que dirá, un nudo en la garganta amenaza con formarse, es como si me estrangulara hasta dejarme sin aire en los pulmones—, ¿te has comportado como una cría con Silas por él?

Era lo último que quería escuchar el día de hoy, había tardado demasiado tiempo en construir mi muro para dejarlo al otro lado. Él se ha ido y me había dejado sin importarle una mierda cómo rayos me sentía yo.

Y yo era una completa estúpida por seguir pensando en él, en su amor falso y jodido, y en la maldita forma que me manejó. 

Niego con la cabeza.

—No es eso, Bree —intento tragar saliva pero me es difícil hacerlo—. Es sólo que, es complicado. ¿Podemos ver las películas?

—Vale, pero tendremos que hablar de ello en algún punto, y lo sabes. Soy tu amiga, Theresa y la mejor.—afirma orgullosa y sale corriendo hacia la sala.

Sé que lo dice de corazón y también sé que una de las pocas cosas que he hecho bien en mi vida fue escogerla como mi amiga. Eso lo hice muy bien. Ella siempre a estado ahí para apoyarme y lo estuvo cuando él destruyó mi vida.

Parpadeo unas cuantas veces para borrar su rostro de mi mente y me obligó a ponerme de pie.

Una vez que regresa de la sala, ella toma asiento en la cama y se cruza de piernas.—Entonces, ¿qué películas hay disponibles en el Cinema de Theresa Ja...

—No termines el nombre, Bree —la interrumpo, enviándole una mirada asesina. Ella sonríe de manera maliciosa y asiente—. Tenemos todas las de Vengadores de Marvel, Ilusionistas, Oscuros...

—Espera un segundo, Oscuros, ¿no es la adaptación de los libros de Lauren Kate? —pregunta Bree, entre cerrando los ojos. Asiento—. Vale, entonces elimina esa. No le hace justicia para nada a el libro. ¡Maldita sea! Ni siquiera te explica de dónde demonios aparece esa maldición entre Luce y Daniel.

«Esto era noticia para mí»—Bree, ¿has leído Oscuros?

Ella pone los ojos en blanco y sonríe.—Diablos, sí. 

—Bree, sin el afán de ofenderte pero, no te he visto tomar un libro desde que salimos de la Facultad hace unos meses.

—Theresa, ¿ves esto? —me pregunta, sosteniendo su teléfono con su mano derecha y con su dedo índice izquierdo señala su Smartphone negro—. Se llama móvil, en el puedes puedes descargar música, juegos y libros. ¿Me entiendes?

Le doy un suave golpe con mi codo y empezamos a reír, nuestras risas se mezclan en el vacío con alegría y por primera vez en tanto tiempo me siento feliz. Por esta razón suelo apreciar momentos como estos, porqué son únicos, momentos como estos debían repetirse. Momentos como estos hinchaban mi corazón con esperanza. 

Coloco el disco en el DVD y cojo el control entre mis dedos, presiono el botón de Close con mi dedo índice y después con el pulgar presiono Play, me acomodo al lado de Bree en la cama y damos por iniciado el fin de semana de películas. 

Para cuando finalmente los créditos de la última película aparecen en el fondo negro, el Sol ya a comenzado a colarse por las cortinas, y el color naranja rojizo de los arreboles a comenzadoba vestir el cielo de Portland.

Giro mi cabeza hacia la izquierda y veo a Bree dormida  aacompañada con un hilillo de saliva recorriendo desde sus gruesos labios hasta su mentón. Típico de Bree Ivett Miller. Gateo hasta donde su encuentran sus piernas y tiro de ellas para acomodarla en una posición cómoda, ella balbucea unas cuantas cosas o palabras ineligibles al azar.

Tiro por segunda vez en el nuevo día, las sabana rosa para cubrirla y regreso a su lado en la cama. Hundo mi rostro en la almohada blanca y me quedó mirando al techo de hormigón blanco, preguntándome qué pasará el día de hoy. Cierro mis ojos y después me desvanezco en mi mente dejándome bañar por la oscuridad del sueño. 

***

Uno. Dos. Tres. Y los números de golpes contra la puerta se intensifican. Doy gracias al cielo en mi mente por ser una mañana o tarde de Sábado, la verdad cualquier hora es bienvenida. Me muevo con pereza y aprieto mis ojos, mi cuerpo está más pesado que nunca y me cuesta trabajo moverme. Estoy cansada, ¿debería de esperar a que se aburran de tocar la puerta y de larguen?

Sí, eso haré. 

—Theresa, has que paren. —la voz ronca de Bree inunda la habitabilidad y es en ese instante que con mucha dificultad me obligó a salir de la cama.

Me dispongo a abandonar mis preciosas horas de sueño y comienzo a arrastrarme fuera de la cama, Bree me empuja con las puntas de sus dedos de los pies y con gran velocidad caigo de bruces en un ruido sordo sobre el piso de linóleo. Suelto un quejido y Bree se echa a reír. Logro ponerme en marcha pronto y comienzo a gatear hacia la puerta y después me pongo de pie. Me paso las manos por la maraña de cabello y después abro la puerta.