Beautiful Nothing (#1 Beautiful Series)

Seis

Diez minutos.

Sólo llevo diez minutos en este Mustang de regreso a casa con Silas. Y desde que aquellas palabras han salido de sus finos y simétricos labios no he podido pensar con claridad.

—¿Te pasa algo, Tessa? —Silas tiene la visión fija en mí, ahora realmente me siento incómoda.

¿Cómo pude haber actuado así?

—No. —es lo único que logro decir, sin apartar la vista del parabrisas, mientras mi cerebro idea un plan para alejar a Silas de mi vida, mi cuerpo se hace vulnerable, y se pone rígido. Haciendo que me cueste respirar.

—¿Recuerdas que estaba a punto de proponerte algo?—me pregunta, giro mi cuello para verlo, sus ojos verdes resaltan aún más con la luz febril del Sol. Es increíble. 

Asiento.

—Bien, mi propuesta era invitarte a una presentación —explica—. La semana que viene, tocaremos en un club se llama: Presagio. ¿Aceptas?

—Ellison, creo que dadas las circunstancias ya sabes la respuesta. —digo lo más firme posible, aún que la verdad me muero por ver cómo toca la guitarra y si lo hace con la misma energía y pasión con la que yo leo mis libros.

—Venga, Tessa. No es nada del otro mundo —me alienta, su voz es dulce y me produce un calor insoportable en las mejillas—. Prometo protegerte y llevarte a tu departamento. 

Mi corazón golpea de lleno en mi pecho, y que me cuesta respirar, una voz interna me dice: «acepta», no obstante, no puedo fiarme de él, lo sé, lo aprendí hace seis años.

Pero, por otra parte ya no hay nada que perder, mi instinto me dice a gritos que nada bueno saldrá de esta combinación: somos fuego y pólvora.

—Qué dices, ¿aceptas?

—Sí, acepto, ¿cocinaras en cuanto lleguemos? 

Vaya estupidez he dicho.

Él se ríe de manera divertida y me da la impresión de que piensa lo mismo que yo.

—Vale, es un trato, Tess.

 

***

 

Después de horas y horas de escuchar la charla entre mi madre, Bree y Silas, me doy cuenta de que el chico tiene ciertas cualidades, una de ellas: cocinar. También descubro que para ser un chico de Phoenix, Arizona no tiene ni una pizca de idea de que a las personas de esa Ciudad se les conoce como un «Arizonan» y no un «Arizonian».

En cuanto toda la comida y las preguntas de Bree y mi madre cesan, me propongo a retirar los platos de la mesa. Silas se ofrece voz voz dulce y yo acepto que me ayude, mientras yo lavo los platos y vasos, Silas se encarga de de enjuagarlos y secarlos, y comienza a colocarlos en la gaveta. No nos lleva mucho, ya que su ayuda me facilita todo.

Al cabo de un rato mi madre y Bree se marchan juntas ya que Bree tiene una cita con un ex-compañero de la Facultad, el cual si no mal recuerdo se llama: Jared. 

Sin embargo, Silas permanece conmigo en el departamento. 

—¿Hay algo qué quieras hacer? —pregunta, mientras sus brazos se flexionan, haciendo que las mangas cortas de su camiseta se ciña sobre ellos.

En ese momento es cuando me percato de algo que no había visto; unas líneas negras descienden por sus fuertes brazos, son finas y conforme se van uniendo se hacen más gruesas para unirse en lo que parece ser la proyección de un ala posterior. 

—Parece que el señor Phoenix se acaba de ensuciar el brazo. —comento, señalando el lugar.

Doy unos cuantos pasos, acercandome a él, Silas no retrocede como yo lo haría si fuera diferente el caso. Lleva su mirada hacia donde me he colocado y luego sus ojos se centran en mí con una sonrisa burlona.

—No es una mancha, Tessa —dice con voz impostada—. Es un tatuaje. 

Abro mis ojos, sorprendida, y me acerco aún más a él. Silas se arremanga un poco más la manga corta de su camiseta y entonces lo veo: yo estaba en lo cierto, era una proyección del ala posterior de una mariposa. Y no es sólo una, hay dos más de tonos grisáceos y negros con sombras azules en sus alas. Son hermosas.

—Wow —es lo único que puedo decir, es un trabajo maravilloso, quién lo haya hecho tiene talento. Reprimo las ganas de querer rozar las yemas de mis dedos por la piel de Silas y, sobre los trazos.

—Hazlo, no pasa nada. —asegura, sin poderlo evitar por más tiempo, mis dedos rozan su piel. Los trazos son excelentes, impecables. Al mismo tiempo la sensación me provoca un poco de miedo.

—¿Duele? —pregunto, mientras mis dedos siguen explorando la piel tatuada de Silas.

—Es algo parecido a como si alguien te pellizcara en repetidas ocasiones, pero rápido —dice relajado—. Además, cada persona tiene diferentes sensaciones. 

—¿Sólo tienes este?

—Por el momento, sí. 

—¿Algo más que desees saber de mí, Tess? —me ofrece, por alguna razón ahora tengo curiosidad por este chico. Más de la que había imaginado.

—Bien, dijiste que sabías tocar la guitarra.—le recuerdo  mientras camino hasta el sofá.

—Sí, lo recuerdo. —dice de manera pícara y camina hasta el sofá para tomar asiento a mi lado.

—Muy bien, porque siempre he tenido curiosidad sobre por qué es diferente una guitarra acústica de una eléctrica. 

Suelta un bufido.—Esa es muy fácil de responder, Tess.

—Excelente. Pues quiero oír la diferencia. —le digo con voz cantarina.

—Bien —empieza, puedo notar la emoción en su voz. Realmente le encanta la música—. La diferencia en si no están difícil, simplemente te simplificare las cosas, ¿vale? —una vez que asiento, Silas se aclara la garganta y continúa—. La guitarra acústica te ofrece un sonido más natural, por decirlo así —explica, y con ello mueve sus manos, trazando dibujos en el aire—, mientras que la guitarra eléctrica te ofrece sonidos más editados. 

—Es por ello que las ocupan las bandas de Rock ruidosas que escuchas, ¿no? —digo sin pena alguna.

Él sofoca una risa.

—Am, sí. Algo parecido —Silas se pasa las manos por la nuca y después prosigue:—. Hay otro artefacto también, se llama pedal. Bueno, también se le conoce por Stompbox. 




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