Beautiful Nothing (#1 Beautiful Series)

Ocho

Exactamente no sabía qué estaba haciendo en el Mustang de Silas en una noche de Sábado. ¡Ah, si! Ya lo recordé, tenía que probar algo y patear el trasero de Silas. ¿Por qué era tan impulsiva? Dios, ojalá no me arrepienta. 

Después de terminar mi vida de trabajo en la Editorial me dediqué de lleno en buscar ropa adecuada para el evento junto con Bree. Habíamos organizado varios conjuntos de ropa, desafortunadamente para Bree, terminé con ropa demasiado sencilla y poco llamativa; unos jeans negros y mi blusa azul favorita con botones a presión de la cintura, y mis Converse, todo lo contrario al conjunto que Bree había escogido, que consistía en un vestido de strapless color carmesí que me había regalado en mi cumpleaños hace dos veranos atrás. 

Y en cierta parte me sentía agradecida porque no iba para nada en acordé con Silas, quién llevaba una camisa negra y unos vaqueros que colgaban peligrosamente de su cadera y sus botas patea traseros que tanto me han gustado. 

—¿Quieres poner música? —me pregunta Silas, habíamos estado callados desde que me había subido al automóvil. Bueno, para ser honesta la única que había estado en absoluto silencio era yo. Ya que Silas se la había pasado hablando sobre los chicos que conformaban la banda.

—¿De verdad? —digo incrédula. 

—Tessa, tu música es buena, pero al final de todo esto terminarás amando a Starset —dice, seguro—. Es sólo cuestión de tiempo.

—En tus sueños, Silas. —le respondo y hago la conexión vía Bluetooth de su reproductor y mi móvil. 

Capital Letters suena a través de los altavoces del Mustang, y yo no puedo evitar cantar las estrofas de la canción, mientras miro por la ventana el rostro de Silas vislumbra en mi memoria. Es irónico que ahora este en el mismo auto que él, escuchando mi música favorita mientras nos dirigimos a Seattle a una presentación de su banda.

—Espero que algún día podamos ir a la playa —la voz de Silas viaja a través de la música en ondas suaves, captando mi atención —, en algún momento, claro.

Asiento, no muy segura de mi respuesta.

Silas pisa aún más el acelerador haciendo que el Mustang salga disparado, el paisaje de la playa se vuelve un borrón azulado y el Sol se vuelve un brillo intento ante el reflejo. Sigo mirando por la ventana del copiloto, me dejó caer sobre el respaldo del asiento y cierro mis ojos unos instantes, dejándome consumir por la oscuridad. 

 

***

 

El sonido de la nana me hace sentir relajada. Sigo con mi respiración lenta y profunda, mientras la música continúa su curso. Abro los ojos y me quedo en espera unos segundos, el automóvil está detenido frente a un club que tiene enormes letras color neón la palabra: PRESAGIO, miro por todos lados a través del cristal. No hay rastro de Silas por ningún lado, tendré que esperar. Cojo mi móvil y desactivó el Bluetooth; busco entre los contactos el número de Bree y deslizó el icono verde de izquierda a derecha.

A continuación la foto de Bree haciendo la señal de amor y paz adorna la pantalla, espero a que timbre y al segundo ella contesta.

—¿Todo bien? —pregunta al otro lado de la línea, suena ansiosa, alegre.

—Acabo de ser timada —digo ofendida, vigiló por el parabrisas ha que Silas no se manifieste.

Bree comienza a reír y yo no puedo evitar poner los ojos en blanco.

—Venga, Tessa. No es tan malo ser timada —murmura de manera divertida, también no dejo pasar el hecho de que también a comenzado a llamarme: Tessa, incluso yo he comenzado a llamarme así—. Silas es muy guapo y te mereces eso. Un lindo paseo con un chico guapo.

—Ew —digo horrorizada—, Bree por favor deja de repetir que Silas es guapo.

—Vale, vale.

—¿Estás en el departamento como te dije?

—Sí, tengo un rato que llegué. —responde, al fondo de su voz puedo escuchar la televisión encendida. 

—Perfecto —digo—, ¿mi madre no ha llamado?

—Nope, ni siquiera hay mensajes en la contestadora.

—¡Gracias, Bree! Nos vemos en unas horas. —me despido de Bree y corto la conexión justo en el momento en que me doy cuenta de que Silas va cruzando la puerta del club.

Silas se aproxima al Mustang y abre la puerta, el chico que aparece a su lado es alto; con cabello rubio y tal parece es de la edad Silas. Escucho sus risas que se cuelan por la ventana, al parecer ambos chicos se llevan bien, ¿serán como Bree y yo?

Antes de que pueda reaccionar, la puerta del piloto se abre, y el rostro de Silas aparece en mi visión. La risa de su acompañante aún resuenan evitando que el silencio nos inunde.

—Ah, ya has despertado —anuncia —. Abriré tu puerta, quiero que conozcas a alguien.

Parpadeo sorprendida y comienzo a ruborizarme. Mierda, va a presentarme. En una fracción de minuto, Silas llega hasta la puerta del copiloto y la abre para mí. Salgo deprisa y mi pie se cruza con el otro, haciéndome trastabillar. 

Los brazos fuertes de Silas me atrapan en el aire y la sangre comienza a subir por mis mejillas nuevamente; me cuesta un poco respirar, mientras mi corazón galopa desbocado.

—Zack, ella es Tessa, Tessa él es Zack. —nos presenta Silas, el chico y yo intercambiamos un salido rápido y vuelvo a mi postura firme.

Ahora que puedo observar mejor a Zack, veo que sus ojos son de un color muy llamativo y poco usual: grises. 

Zack sonríe, de manera maliciosa. 

—Espera un segundo —comienza Zack con voz alegre—, ¿ella es la que te llamo imbécil y que eso no se quita?

Me quedó con la boca abierta, como si hubiera olvidado cómo cerrarla y abro mis ojos como si se me fueran a salir de las cuentas, Silas les ha hablado de mí a su grupo de amigos, había hablado de alguien a quién no conocía, de alguien quién le había insultado. Ay, Dios. No puedo evitar que mis mejillas se tiñan de un rojo intenso, casi carmesí estoy segura. Otra vez Zack me sonríe, y por primera vez deseo que la Tierra me tragué. 




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