La academia policial siempre me había parecido un tipo de prisión o algo así. Pero no cabe duda que es una parte esencial que mide la valía de una persona como ser humano determinando su futuro como policía, un ente de protección del ciudadano.
Vivimos en una época donde las personas te preguntan a qué te dedicas o que quieres estudiar antes de todo lo demás, ya no importa tu salud solo importa que vas a ser con tú vida, aunque no les importe realmente. Desde muy pequeña me inculcaron que debía estar decidida a prepararme para mis estudios, que debía tener claro mi pasión y si lo enfocaria para mí futuro, como algo profesional. Aunque yo nunca pensé que todo cambiaría y decidiria entrar a la universidad de la seguridad, es decir, la academia policial.
Se había convertido en una obsesión la cual, requeria tanto esfuerzo como dedicación prepárame para este pasó, cada materia vista, cada trabajo que realizaba, cada ejercicio físico que tenía que hacer; no pensé qué tendría que quedarme firme por tanto tiempo, en el primer día en la academia, pero aún así me prepararía para ingresar como alumna y, no en cualquiera. Mi padre un coronel de la fuerza armada del ejercito, me consiguió cupo en la academia policíal EFOCAP (Escuela de Formación, Capacitación y Adiestramiento Policial), donde estudió y se formaba pero no concluyó su estudios.
Yo no tenía la mínima idea que ingresar a la academia sería mucho más, que solo estudiar los derechos de las personas y la leyes que está aplica, no tenía ni idea de toda las condiciones físicas que debería tener, para todo lo que tendría que hacer, todas las materia que veria, todas las prácticas que tendrías en variados ámbitos; era demasiado ingenua para ese entonces y en cierta forma estaba ansiosa de continuar hasta el final. Asi, de cierta manera no pensé lo que a mí; me esperaría. Conocer a mi alumna superior en la academia fue algo incómodo e intenso al primer instante, y conocer a lo demás alumnos de tercera fase, superiores en el rango de alumnos lo fue aún más. Era un mundo completo y muy diferente a la realidad fuera de estos muros, habiendo jerarquías entre los estudiantes, me intimidaba ser apenas una aspirante a alumna de la academia. Me intrigaba los reglamentos y el respeto a seguir entre los integrantes y a rudeza académica en los estudios. El respeto al órden jerárquico entre alumnos y leyes institucionales que se debian seguir para llevar a cabo una vida pacifica dentro de la academia y poder graduarse de ella. Pronto logre ser parte de esta vida; me deje llevar... Y hay fue donde volvió él, en medio de está tormenta llamada vida academica de un estudiante aspirando a ser policía.
Desde nuestro primer encuentro, Henry no era el mismo niño dulce que conocí.
Aquellos momentos de niños, esas promesas, sonrisas y abrazos que se esfumaron. Los recuerdos de las ridiculas películas que veíamos juntos y nuestro secreto, el cual, juramos cumplir cuando crecieramos, no formara parte de nuestra realidad. Pensé, que yo realice algo diferente a lo prometido o si hice algo malo. ¿Si hubiera realizado algo contrario a lo cotidiano, hubiera sido diferente ?. No estoy segura, digamos que la respuesta lo dirá el tiempo. Hay momentos que no dejó de pensar en el, y la razón del porque ese cambio tan repentino, el nunca fue así, era dulce y amable tanto que llegue a verlo con ojos diferentes.
Estuve esperando a ese niño, no a quién ahora tiene su rostro y su nombre. De lo único que estoy segura que todo mi mundo no volverá hacer el mismo, ni mucho menos, en el camino que me falta recorrer y de todos eso retos que se construyen en frente mío, y si el volverá a estar en mi corazón, no lo doy por seguro. ¿Esa promesa se cumplirá? Eso tampoco lo daré por seguro, solo sé que antes de irse al ejército, aún mostraba esa dulce sonrisa.
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