Le dí un puñetazo en la nariz, y estaba dispuesta a darle otro, cuando Miguel me sujetó y negó con la cabeza.
Lo miré enojada, por no dejarme, lo empuje y salí a tomar aire. Estaba llorando a lágrima viva (pero silenciosamente), dolía demasiado, aunque hubieran pasado 8 años.
-Vria... dijo Miguel
-¡Déjame sola, ya escuchaste mi historia, ahora vete!-
-No me voy a ir-
-¡Para que quieres estar con alguien como yo, una estúpida huérfana, que ni siquiera puede vencer a los fantasmas de su pasado!-
-Porque eres mi amiga- dijo eso y me abrazó.
Yo le correspondí el abrazo, hundí mi cara en su hombro, y lo abracé fuertemente, hasta que dejé de llorar y nos separamos.
-Lo siento- dije secándome las lágrimas.
No era capaz de mirarlo a la cara.
-Tranquila, si quieres te llevo a tu casa-
-No, eso solo le daría gusto a Julia-
El me miró.
-No debía haber preguntado-
Yo lo miré.
-Es solo que, duele demasiado, y no quería revivirlo todo- dije eso y empezaron a caer lágrimas otra vez.
-Tranquila-
Yo asentí y trate de dejar de llorar.
-¿Quieres ir a dentro?-
Yo negué con la cabeza.
-Pero, si quieres ir no te preocupes, voy a estar bien-
-¿Estas segura?- preguntó Miguel preocupado.
-Si- respondí
El se acercó a mi, y secó los rastros de lágrimas de mi rostro, estaba tan cerca que podía escuchar su respiración, instintivamente mire a sus labios, pero desvié la mirada.
-Mírame- me pidió.
Lo miré y el estaba muy serio.
-¿De verdad no quieres que me quede?-
Yo negué con la cabeza, y el me volvió a abrazar, yo solo quería congelar el tiempo, su cuerpo era cálido, pero el se separó y se fue.
Pasados unos minutos lamenté el haberle dicho que no quería que se quedara. Pero mi orgullo era demasiado grande para pedirle que volviera.
Empecé a caminar por la hierba, cuando sonó mi celular.
-Buenas tardes, ¿con la señorita Hanbans?- dijo una voz seria.
-Si, ¿que sucede?-
-Soy el doctor Freire del hospital general docente de Ambato, quiero decirle que su hermana está en coma, y su familia solicita su presencia-
En ese momento colgó.
Se me cayó el alma a los pies, Natalia, en coma, no no podía ser verdad, ella no.
Inmediatamente llamé a mi hermana mayor.
-¿Gabriela?, que está pasando-
Ella respondió con voz llorosa.
-Vria, tienes que venir, Natalia está muy mal, los doctores dicen que no pasará un día-
-Voy en camino- dije
Dije eso y salí corriendo hacia la parada de taxis, tenía que llegar a por mi moto lo antes posible.