Estaba esperando afuera de la casa de Miguel. No había costado mucho encontrarla, ya que vivía en la zona más cara de toda la ciudad, y su casa parecía una mansión.
Mientras esperaba recordé la noche anterior, bailamos un poco, y bebimos, lo único que faltó fue ese beso que nos interrumpieron.
Abrieron la puerta.
-Hola- dijo alegremente un niño de que parecía de 5 años- tu debes de ser Via- dijo tierna mente, y me dejó pasar.
Me dio ternura escuchar que no podía pronunciar bien mi nombre y que llevaba puesto un trajecito de color azul, y se había puesto la corbatita a modo de parche en el ojo. Pero por que tenía que llevar corbata.
-Déjame te ayudo- dije, viendo que se ponía rojo y trataba de ponerse bien la corbata.
Me arrodille y le coloqué la corbata. Al levantarme vi a Miguel apoyado en la pared con un traje negro.
-¿Estas molestando a Vria?- preguntó levantando una ceja.
-No- respondí yo- solo le ayudaba a ponerse la corbata, creo que jugaba a ser un pirata- dije sonriendo.
-¿Eso es verdad?-
El pequeño asintió.
-¿Y como te llamas?- le pregunté poniéndome a su altura.
-Me llamo Enlique, y tengo 5 años- dijo alegremente.
-Bien, ahora termina de arreglarte o mamá se va a enojar- dijo sonriendo Miguel.
A lo que el pequeño puso cara de susto y salió corriendo.
-Lamento no haber podido ir a buscarte, mi madre me quería en la casa- se disculpó
-No pasa nada- dije, pero por alguna extraña razón no podía mirarlo a los ojos.
-El es Enrique, mi hermano menor, también tengo otro pero el tiene 15-
Yo asentí, y quedamos en un silencio incómodo, hasta que llegó una señora, que parecía tener unos 35 años.
-Tu debes de ser Vria, bienvenida querida, Miguel nos ha hablado mucho de ti- dijo la señora
-Mamá- dijo Miguel a modo de reproche, pero ella lo ignoró.
-Me llamo Abigail, y soy la madre de Miguel-
Me quedé sorprendida, era bastante joven para ser su madre.
-Pero que mal educado Miguel, como dejas a tu invitada en la puerta- dijo con enojo su madre.
-Ven querida, pasa a la sala-
En cuanto su madre no lo veía, Miguel torció los ojos, para que yo lo viera, y yo me reí.
Pasé a la sala, y más bien parecía toda mi casa, era enorme, y estaba decorada elegantemente, y con muchos adornos de Navidad, y retratos de la familia.
-Ven querida, te voy a mostrar las fotos-
-Mamá no lo hagas- dijo Miguel
Ella le lanzó una mirada, y el se calló.
-Tranquila, a Migiuel nunca le gustó que enseñara las fotos familiares, sobre todo las suyas-
Yo sonreí.
Comenzó a mostrarme las fotos, que estaban en porta retratos, que parecían bastante costosos, y sonreí al ver las fotos de cuando Miguel era un bebé, un niño, cuando fue a la secundaria, y cuando entró a la preparatoria.
Me giré para verlo, y el tenía la cabeza agachada, queriendo decirle a su madre que parara, pero no se atrevía, nunca pensé que le tuviera miedo a su madre, parecía una mujer encantadora.
Después me hizo pasar al comedor, allí se encontraba una mesa con 7 platos, vasos, y sus respectivos utensilios. Era la mesa más lujosa que había visto en mi vida, pero pensé que solo eran 5, y con migo 6.
-¡Abigail!- dijo una voz,- que bueno que te encuentro, el estúpido sirviente...
Paró de hablar cuando me vió.
-Vria, que gusto me da verte- dijo fingiendo una falsa sonrisa.
Se acerco y me susurró:
-No te atrevas a acercarte a Miguel, el es mío- dijo fríamente, sin que nadie más lo escuchara.
Y ahí estaba yo, en el comedor, con Elisa Cruz, vistiendo un provocativo vestido rojo, y su cabello recogido en un elegante moño, y amenazándome para que no me acercara a Miguel.