Crecí contigo, o quizá de ti, con nosotros. Emergí de la comisura que te adorna y el cansancio de las manos vírgenes. Libres de levedad.
Poeta del sudor de tus mejillas. Como eclipse. Del recipiente noble de la ausencia, cauteloso semblante. Nací y pertenezco a las nieblas de sonrisas ladinas, expectantes de comillas que figuren materia fina.
Vengo de la tierra desierta
donde las brujas despojan con piernas abiertas.
Mi ser es más potencia, forma llena de vida y un miligramo de intoxicación.
La hechicería taladra la fuerza de las pestañas, verter veneno y morfina. Lo que taladra tu cabeza como idea retorcida.
Somos núcleos, fenómenos ocurriendo, una serie de actos destinados a caer. Hacer que el hombre se pervierta bajo sí mismo. y se queme y se hierva y se calcine alado del páramo.
Y, aun así, ¿dónde están las brujas que cerraban las heridas?
Se está derramando el cáliz de mi vida entre los tobillos del tarot.