-Vine a comprar un café, ¿Acaso tengo prohibido venir? -Pregunta Spencer.
Quería responder que sí tenía prohibido venir a mi trabajo, pero estaba claro que no podía hacer eso.
-Hay cafeterías cerca de tu departamento.
Sabía perfectamente la razón por la que había venido hasta aquí y eso provocó que mi corazón se acelerara. Incluso sentí un poco de ardor en las mejillas.
-Lo sé. -Ignora mi mala educación. -Pasaba por aquí, así que decidí entrar.
-Bueno ¿y qué quieres entonces?
-Esa no es la manera de tratar a un cliente. –Levantó una ceja mostrando una ligera sonrisa.
-Como sea. Dime que quieres.
-Quiero que dejes de ser tan inmadura, Emma.
-Lo siento, no puedo. -Le sonrío de forma falsa.
Spencer se acercó más al mostrador para que solo él y yo pudiéramos escuchar lo que iba a decir. Por suerte no había más personas haciendo fila detrás de él.
-Emma necesitamos hablar seriamente. Por favor.
Lo observé cruzándome de brazos.
-¿Sobre qué?
-Por dios Emma, no finjas que no sabes de lo que hablo. -Observa rápido detrás de él esperando no encontrar personas en la fila. -Sobre lo qué pasó ayer en mi departamento.
Solté un suspiro. Traté de tranquilizar el nerviosismo en mis piernas.
-Eso ya quedó hablado. Sabes lo que pienso respecto a tu declaración.
-Lamento ser tan insistente. Pero debemos hablar y lo sabes. Tengo tantas cosas que decirte.
Me encogí de hombros.
-No puedo, estoy trabajando.
-Vendré cuando salgas. -Solucionó de inmediato.
-Tal vez pueda escapar antes de la hora de salida. -Fingí que lo decía en voz baja, solo para molestarlo.
-¿Que dijiste? -Cuestionó solo para molestar, porque era obvio que había escuchado lo que dije. -Emma, deja de ser tan inmadura.
Fingí ignorarlo.
-Bien, creo que me quedaré hasta que salgas, solo para asegurarme de que no escaparás de nuestra conversación pendiente.
Nos dimos una última mirada antes de que Spencer se diera la vuelta para alejarse del mostrador. Encontró el lugar perfecto; se sentó en una mesa en el fondo de la cafetería. Lo encontraba mirando de vez en cuando en mi dirección, otras veces mirando por la ventana, o simplemente sumergido en el celular.
-Emma, ¿no sientes nada, ni siquiera un poco por él? -Dijo Stella cuando se acercó a mí. -Míralo, me causa mucha ternura verlo ahí sentado. Cuando tu turno termine Spencer ya no tendrá trasero por todo el tiempo que ha estado sentado en aquella silla.
Ambas reímos. Al escuchar las ligerar risas, Spencer levantó la vista de su celular para observarnos frunciendo el ceño.
Volvió a bajar la vista a su celular y yo no pude evitar sonríe al verlo sentado ahí, esperando por mí.
Tuve que ir al baño a menos de media hora de terminar mi turno. Al regresar Spencer ya no estaba ahí. Me molestaba admitir en mis adentro, que me puso algo triste no verlo sentado en aquella mesa.
Ya solo faltaban diez minutos para que mi turno terminara, así que hice lo que todos los días hacía, y limpie algunas mesas. Después de que Stella y yo termináramos nuestros labores, ambas salimos de la cafetería.
Spencer estaba afuera esperando.
-No te fuiste. -Dijo Stella sonriendo emocionada.
-Solo salí a fumar. -Respondió como si le hubiéramos cuestionado sobre donde estaba.
Seguí caminando, dejando atrás a mi amiga y a mi ex amigo con derechos.
-¡Emma espera! -Dijo Spencer.
Escuche sus pasos como si trotara hacia mí; tomo mi brazo para detenerme.
-Ya deja de ignorarme. -Pronunció con una pizca de desesperación en la voz. -Aunque huyas de mí, te seguiré, porque necesitamos hablar.
-¡Bien! Habla de una vez por todas. -Deje caer los brazos a mis costados.
Miró a su alrededor, y cuando se encontró con la mirada de Stella habló. Pobre de mi amiga, su rostro incómodo no podía disimularse ni un poco.
-Stella, tal vez esto tarde un poco, yo llevaré a Emma a casa.
Con esas sutiles palabras, Spencer le ordenó a mi amiga que se marchara, y ella obedeció.
-Preferiría que habláramos en el auto, por si te molestas conmigo, no podrás negarte a que te lleve a casa.
Tenía razón, y no iba desperdiciar la oportunidad de que me llevara a casa. Hoy no quería caminar hasta el subterráneo sola.
Una vez en el auto, lo encendió y condujo algo lento para mi gusto.
-Lamento que te haya hecho sentir incomoda, cuando dije... ya sabes.
Me quedé en silencio mientras miraba por la ventana. Sentía que si nos mirábamos fijamente a los ojos, algo en mi interior fallaría y seguro que me arrepentiría después.
-No era mi intención, solo tenía tiempo queriendo decirlo en voz alta. Quería que tú lo supieras.
-No debiste decirlo.
-Tal vez, pero no pensé que reaccionarias así.
-¿Y cómo esperabas que reaccionara? -Me armé de valor para mirarle. -Sabes muy bien que lo que teníamos tú y yo, no era algo serio.
-¿Teníamos? -Detiene el auto al cuestionar, y me observa.
-Sí.
-¿Vamos a dejar todo lo que tenemos, solo porque dije que te amo? -No sabía si era cosa mía, o de verdad su voz demostró lo afectado que estaba.
-Sí, y deja de decir que me amas. -Solté tratando de no sonar tan alterada. -¡Ni siquiera me conoces!
-Te conozco, Emma.
Nos quedamos unos segundos haciendo contacto visual. Sabía que era peligroso, sus besos eran una droga para mi. No podía permitir que me besara o caería y dejaría ver que también lo amaba. Me haría sentir muy débil ante él. Intentó acercarse levemente.
Mi respiración se aceleró y en ese momento reaccioné alejándome de Spencer.
-¿Qué haces? No voy a besarte.
-¿Emma, por qué eres tan complicada? -Respondió molesto.
-Lo siento. -Digo sonriendo sarcástica. -De verdad discúlpame por no ser fácil como esas chicas con las que sueles estar.