Spencer dijo que sería tema olvidado al día siguiente, pero hoy al despertar no podía dejar de pensar en él y el beso que me dio. Ese beso había sido un error y al mismo tiempo había sido el detonante en mí para darme cuenta que estaba desaprovechando una gran oportunidad junto a Spencer.
No podía seguir perdiendo el tiempo acostada en mi cama con todos esos pensamientos que no me llevaban a nada bueno. Me puse de pie para dirigirme a la cocina, mi estómago ya estaba reclamando alimento.
-¿Que tal te fue anoche? -Preguntó Stella sentada en el sofá mientras desayunaba cereal. -¿Spencer está ahí dentro?
Mi amiga mueve las cejas de forma divertida mientras se pone más cómoda en el sofá. Me acerco para sentarme a su lado.
-No.
Stella se desanima al instante que escucha mi respuesta. Deja el ceral en una pequeña mesa de centro frente al sofá.
-Pero supongo que se arreglaron y todo está bien entre ustedes, ¿no? -Sonrié volviéndose a animar.
Esta vez solo negé moviendo ligeramente la cabeza. De inmediato Stella descifra lo que mi rostro reflejaba y se acercó más a mi para tomarme en sus brazos.
-Oh Emma, lo siento. -Se quedó un momento en silencio, como si pensara que decir. -¿Qué fue lo que pasó?
-Lo arruiné. El miedo de estropearlo todo con Spencer me llevó justo a eso, a estropearlo. Se que él no es como los demás, pero me cuesta tanto dejarme ser feliz con él, o incluso con cualquier otro hombre. -No me había dado cuenta de que estaba llorando, hasta que sentí un sabor salado en mis labios. -Ayer discutimos un poco en el auto, le dije que él había sido mi primer amigo en la ciudad y no quería perderlo. Al llegar aquí me pidió besarme, y me molesta admitir que me encantó que lo hiciera, pero ese será el último beso, porque yo no puedo dejar de ser una estúpida miedosa.
Me puse de pie limpiándome las lágrimas con las manos. Stella me miró con tristeza en sus ojos.
-Emma... -Escuché la suave voz de Stella.
-Está bien, yo proboqué esto. Me cuesta abrirme y dejarme amar, tengo que aceptar las consecuencias.
Me alejé para evitar que Stella viera como nuevas lágrimas corrían por mis mejillas. Me sentía como una niña pequeña, llorando por un berrinche. Era patetico sentirme así, cuando sabía perfectamente que todo esto me lo podía ahorrar. Solo tenía que ser sincera conmigo misma, y con Spencer.
Me metí al baño para darme una ducha, tenía poco tiempo para estar lista. La realidad es que hoy era otro día y eso significaba tener que ir a trabajar, de nuevo. Minutos más tarde, escuché que tocaban la puerta.
-¡Me voy al trabajo! -Gritó Stella del otro lado de la puerta.
-¡Cúbreme, no tardaré! -Respondí.
En realidad tal vez tardaría más de lo pensado. Aún así me tomé mi tiempo, sin importar que ya iba tarde para poder llegar a tiempo a mi hora de entrada. Escuché la puerta abrirse en el momento en el que yo salí del baño.
-¡Ah! ¿Qué haces aquí? -Pregunté asustada sosteniendo con fuerza la toalla que cubría mi cuerpo.
-Lo siento, no sabía que estabas bañándote -Respondió Spencer sin dejar de verme.
-¡Puede dejar de ver! -No pude eviar girarme para darle la espalda.
-Como si nunca te hubiera visto así, o sin nada... -Su tono de voz habiá sonado bastante burlón.
-Ya lo sé, pero recuerda el trato.
Recordó lo de la noche anterior. Al no escuchar el sonido de la puerta abrirse, me giré par encontrarlo de espaldas para no verme con la toalla que envolvía mi cuerpo.
-No te voltees. -Dije enojada. -Vete de aquí.
Soltó una leve risa por escucharme decir aquello en ese tono de voz. Se acercó a la puerta para abrirla y por fin salió. Solté un suspiro que había estado conteniendo. Me había puesto muy nerviosa, y a decir verdad, era demasiado raro sentirme así. Spencer y yo habíamos estado así en otras tantas ocaciones y lo sentía tan normal, pero ahora con eso de que éramos solo amigos, la sitación se sentía totalmente distinta.
Al terminar de vestimer, salí de la habitación mientras cepillaba mi húmedo cabello. Spencer se encontraba sentado en una silla del pequeño comedor. Al verme, de inmediato se puso de pie y me sonrió levemente.
-¿A qué has venido?
-Como ahora somos solo amigos. -Dijo mirando al suelo, y después a mí. -Pensé que podríamos desayunar juntos como antes.
Enarqué una ceja y crucé los brazos.
-¿Fue mala idea? -Preguntó volviendo a sonreír, pero ahora se veía algo apenado.
-Pésima. -Terminé de cepillar mi cabello y tomé un broche que encontré por ahí para hacerme un peinado rápido. -Además tengo que llegar al trabajo, ya voy muy tarde.
-Bueno entonces será después.
Asentí algo dudosa. Caminé a mi habitación para tomar mis cosas antes de salir del departamento.
-Te conozco, creo que ni siquiera después podremos retomar ese tipo de salidas, ¿verdad?
Spencer me miró con una pizca esperanza en sus ojos, como si esperara que le dijero que se equivocaba, y que por supuesto retomaríamos salidas juntos, como amigos.
-Seguro que después los tiempos se nos acomodarán para poder hacer eso.
Asintió ligeramente, no muy convencido de mi respuesta.
-¿Te llevo al trabajo?
-No quisiera quitarte tu tiempo.
Ríe ligeramente.
-Sabes que no es así. Si ya vine hasta aquí, no me molestaría llevarte al trabajo. Creo que sería de ayuda, ya vas muy tarde.
Lo pienso unos segundos y asiento. La verdad es que me vendría muy bien que me acercara al trabajo.
De camino al trabajo sentía un ambiente algo tenso en el auto de Spencer. Me odiaba por contradecirme tanto a mi misma, pero me gustaba estar cerca de él, respirar su aroma tan varonil. Temía que los fuertes latidos de mi corazón pudieran ser escuchados por Spencer.
De momento, me limitaba a mantener la mirada hacia el exterior de la ventana, pero el ligero tacto de los dedos de Spencer sobre mi mano me sobresaltó.