Dars comenzó a hablar y dirigí mi atención hacia sus palabras.
—Hace tiempo, mucho antes de lo sucedido con el príncipe, cuando este mundo era acechado por el frío más poderoso que se ha sentido por vosotros, los rayos, al igual que en el presente, eran letales. Toda la gente vivía en el cuarto nivel, en lo más alto. Yelsha los atacaba cada noche devorando un aldeano casi a diario, ya estaban completamente hartos de esta situación, deseaban salir en el día sin ser aniquilados por el sol y en la noche poder solo dormir sin preocuparse por la bestia, querían llevar una vida como debe ser. Una noche, después del ataque rutinario de Yelsha, la aldeana Adeline, que era juzgada por loca gracias a los experimentos que hacía encerrada en su casa, estaba en su laboratorio bien equipado con toda clase de cosas que le podían servir, como plantas y animales, toxinas y antitoxinas. Pero esa noche decidió comenzar con algo bueno, una cosa que pudiera ayudar a su pueblo. Pensó que podía hacer una capa de invisibilidad, con la cual pudieran salir en la noche sin el riesgo de que la criatura los viera. Pasó días y noches enteras buscando una mezcla que hiciera que la tela desapareciera, y al mismo tiempo la persona que iba debajo de ella, más no lograba crear la fórmula, las capas eran negras, y les escribía el número del experimento para saber los efectos causados en la tela.
Darsving hizo una breve pausa y bebió un sorbo de su jugo de celedón, y continúo narrando:
—Pasaron los días, después semanas y meses. Decidió rendirse, tiró todas las capas afuera de su casa, durmió durante el día ya, la noche siguiente salió a tomar aire y comer algo, pero para su gran sorpresa, todas las capas habían sido desintegradas por el sol a excepción de una sola, en la espalda tenía un número en grande, el cuarenta y cuatro. Entró en su casa y revisó qué sustancia había usado para esa capa y era una mezcla de clorofila del celedon, un antiguo árbol del que solo existían muy pocos (en aquellos tiempos, ahora existen un poco más) y para mejorar su suerte, ella tenía uno en su patio. La capa también tenía lágrimas de sirenas y algunas cosas más, que los libros de historia no mencionan.
Darsving se sentó en un sofá sin dejar de hablar:
—Al día siguiente se puso la capa y salió de casa con mucho cuidado hacia los asesinos solares, y no pasó nada, tal cual ella lo pensó; pero después de haber estado unos minutos afuera de su casa, la capa comenzó a ponerse roja. Corrió lo más veloz que pudo a su casa y se la quitó porque se estaba quemando, pensó en qué podía hacer para que la capa durará unos días más. Un día, se levantó rápidamente por un impulso, debía llevar las capas confeccionadas al río congelado. Trasladaba las capas que había fabricado (al igual que la número cuarenta y cuatro) todas juntas y amarradas, de la forma en que no se separará alguna, hizo un pozo en el hielo, con una pasión ardiente, y metió las capas. Enseguida el pozo se cerró casi por completo, ensarto una bandera roja para saber dónde habían quedado en ir a recogerlas a la noche siguiente. Nadie se acercaba a ese río por miedo a ser congelado por pisarlo, ya que había muchas leyendas circulantes de ese tipo.
Darsving miró el reloj y después a Sebastian, pero no dejó de hablar:
—A la noche siguiente se encaminó al río. Yelsha ya se había marchado, andaba en su forma de lirva (cuerpo humano un poco escuálido gris oscuro, deforme y con alas, bebedor de sangre), ya que también se puede convertir en serpiente y zorro. Yelsha apareció detrás de ella, Adeline intentó correr por su vida, pero sus pequeños pies no eran más veloces que esa criatura, desafortunadamente la perdimos. Tiempo después, cuando el príncipe Kyle era apenas un infante, en una noche salí a respirar aire fresco y me aproximé al río Yusta para tomar una refrescante ducha, pero vi algo flotando, un paquete negro que contenía las magníficas capas protectoras con un fénix pintado en la espalda, de hecho cada uno de ustedes tiene una de ellas. Las sometimos a diferentes experimentos y descubrimos que también tienen lágrimas de fénix, que soportan el fuego de estas criaturas y su tela es indestructible, pero adaptable a las necesidades del dueño. Hemos intentado crear más y lo logramos, aunque noto dos pueden tener una.
Darsving se estiró, poniéndose cómodo en su asiento, y continuó hablando.
—Ya todos ustedes saben que llegaron aquí desde su mundo por un portal que yo abrí, soy el único que sabe cómo abrir ese umbral, como vieron, este se manifiesta con una capa translúcida y vibrante; después de eso, hay un hoyo negro que se puede ver claramente desde Bennu —hizo una breve pausa y siguió hablando.
—¿Cómo sabías quiénes somos los elegidos? —preguntó Alexander.
—Para saber a quién debía traer a este mundo fue fácil, solo me dejé guiar por las habilidades que me dotó la planta lunar. Me trasladé a su mundo. Fue fácil encontrar a Milena (que fue la base para encontrar a los demás, ya que siempre terminan juntos todos los elegidos), su hogar está situado al lado de una casa muy vieja, en ese lugar vivía el príncipe Kyle, y todos los antepasados de la familia Phoenix nunca se alejan de esa casa. Por difícil que parezca, todos los que viven a un kilómetro a la redonda tienen sangre bennuana en sus venas.
Darsving bebió otro sorbo de jugo, devoró una galleta y prosiguió con la narración:
—Estuve observando durante un tiempo a Mily, veía con quiénes se juntaba en la escuela y en su casa, analizaba a cada persona con mi habilidad y los fui trayendo uno por uno; la primera fue Nell, le grité desde el bosque simulando ser una persona que necesitaba auxilio. Milena no me pudo escuchar, ya que estaba muerta de miedo por el accidente de aquella tarde. Después siguieron Dylan, Alexander y Zero, los tres iban juntos, tenía que buscar la manera de llevarlos cooperativamente a Bennu, pero, ¿cómo lograría esto? Ellos permanecían juntos, no se separaban e iban rumbo a la casa de Zero, en la misma zona de los Phoenix, llevaban videojuegos de Xbox y botanas en mano. Una idea veloz se me vino a la mente, abrí el portal en el umbral de la casa, entré a la casa sin ser visto y abrí el portal antes de que ellos llegaran, ya tenía a cuatro de los seis; todo eso lo logré en el mismo día. Faltaban dos, esperé a que las dos estuvieran juntas, ya que al transportarlas de una en una gastaría mucha energía y uno de los tres nos quedamos en el limbo, no podríamos completar el viaje, y las traje una mañana antes de entrar a la escuela, llegaron al mismo lugar que todos ustedes y recorrieron la misma trayectoria. El resto ya lo saben —dejó de hablar y cruzó los brazos, esperando a que su hermano lo releva, pero estaba ensimismado en sus recuerdos, tomó un vaso con jugo de uva y lo bebió hasta la última gota.