Bennu sangre y traición (libro 2) Completo

12

 

Deseaba con toda mi alma acabar con mi hermano, cómo se había atrevido a hacer todo eso, a matarla de esa forma tan desagradable y poco civilizada. “Asesinar jamás ha sido civilizado” pensé.

Y aunque no me haya torturado de esa manera a mí, era como si lo hubiera hecho. Milena era como una hermana para mí y yo la quería en verdad y su sufrimiento no era de mi agrado, es como si le pasara algo malo a mi hermosa Auri. Quiero a ambas, pero a Auri la amo.

—Ponte la capa que estamos por llegar —Sam interrumpió mis pensamientos.

Íbamos saliendo del casi infinito mar para llegar a la orilla, y de ahí avanzaríamos con mayor sigilo. Ya estando en tierra firme, alguien gritó.

—¡Cuidado!

La hoja que iba trasportando a Jared y Athara iba en la misma trayectoria que una linda mujer que caminaba media coja por la orilla del mar, era blanca, cabello de color azul, largo y ondulado, los ojos eran grises, casi traslúcidos, iba descalza y con un vestido desgarrado color negro.

—¡Quítate del frente! —gritó Athara, mientras que Jared intentaba girar la hoja hacia la izquierda para no chocar ni con Blass ni con la chica, pero vino a dar hacia donde nosotros estábamos.

Una rama golpeó a Sam haciéndolo caer de la hoja, sufriendo una grave contusión en la cabeza, debía de parar y revisar que todo estuviera bien, pero el tiempo nos estaba acosando.

Athara saltó de la hoja dejando a Jared solo, fue a ver como estaba Sam e intentar sanarlo.

—Blass, vamos tú y yo a seguir con la misión, ustedes quédense y ayuden a los heridos, incluyendo a esa chica extraña —ordené.

—Yo también voy —dijo Sam medio inconsciente.

—Estás loco, ni siquiera podrías ponerte en pie —le dijo Blass.

—Toma esto —le dije a Blass, mientras le daba una capa de las que usan los seguidores de Sebastian y yo me ponía la otra.

—Jared, ya sé que quieres ir, pero tú eres el único que conoce con exactitud todo lo que está pasando, quédate aquí, si morimos tú serás el líder de la rebelión —dije firmemente, nadie objetó a mi orden y subimos Blass y yo a una hoja para seguir con lo planeado.

—Vámonos Blass.

Tomamos vuelo hacia el muelle donde se llevaban a cabo los funerales de la realeza, era el mismo donde nos habíamos despedido de tantos reyes y reinas de Bennu como príncipes, consejeros y demás miembros de la familia Phoenix o los fundadores de Bennu.

—¿Dónde está Naro? —cuestioné.

—Él fue asesinado, tu hermano le mintió a Milena y al pueblo diciendo que tú lo habías matado, cuando en realidad Sebastian lo hizo.

—Es un bastardo, no sé cómo puede hacer todo eso —dije más para mí que para Blass. Ya estábamos a unos metros para llegar al muelle.

—Bajemos de la hoja e iremos caminando como si fuéramos los seguidores de Sebastian, procuremos no mostrar nuestro rostro y en tu caso la piel —le dije a Blass mirándolo a los ojos, quería no ser tan autoritario, pero la situación no ameritaba menos.

Nos encontrábamos detrás de unos arbustos, caminamos con cuidado tratando de evitar hacer ruido para entremezclarnos con los seguidores de Sebastian y así lograr hacer contacto con Auri y Sally para llevarnos el cuerpo de Milena.

Cada paso que dábamos para acercarnos todavía más, los nervios por ver al canalla de mi hermano y a Milena en ese estado me estaban atormentando, pero ahora no estaba para debilidades, tenía y tengo que ser fuerte ante toda situación, quería acabar con mi hermano, no creía poder matarlo pero sí dejarlo encerrado en una mazmorra en compañía de su soledad y los animales rastreros.

No había notado el clima de esta noche, estaba llena de estrellas y la luna brillaba intensamente haciendo resaltar sus cráteres violetas, el viento era calmado y fresco, movía el agua ligeramente como arrullando a las sombras de las estrellas que titilaban en los espacios viciosos donde no se veían las nubes que cargaban las montañas del nivel cuatro.

Al fin llegamos a donde estaban todos los seguidores, y con sumo cuidado seguimos avanzando hacia donde estaba el altar donde estaba recostada, Milena tan seria como nunca la había visto, con sus mejillas blancas y sus ojos sin luz alguna, su cabello extrañamente peinado, ella jamás estaba peinada, y llevaba un vestido de color dorado con los pies desnudos. El color del vestido significaba que era miembro de la realeza. Escuchaba las olas del mar meciéndose y las voces que daban su última despedida a Milena.

Conforme me iba acercando logré ver que ocho de las personas eran medias hermanas de Milena, también estaba Nell, Alexander, Payton y Zero que estaban abrazados, ambas chicas estaban llorando exageradamente, y Dylan, al que tanto había odiado, pero ahora solo me convalecía de él, estaba sentado sobre el altar con el cadáver de Milena en sus brazos, desconsolado y a punto de volverse loco del dolor agobiante, todo su cuerpo era un solo temblor, apretaba el cuerpo inerte contra el suyo como si con esa acción la volviera a traer a este mundo. Sus ojos estaban llenos de lágrimas que bañaban el rostro de Milena, también le daba besos en los labios y en la frente tratando de despertarla de ese sueño tan profundo, los sollozos eran tan grandes y dolorosos que todo sonido quedaba opacado por su agonía.

El mismo dolor que estaba en aquel joven me comenzó a dominar, pero no podía dejar que esto pasara. Si no me avasallaba podía perder esta oportunidad. Aunque sí derramé muchas lágrimas y deseaba acercarme a ella lo antes posible, pero estaba rodeada.

—Dylan, cálmate, por favor, todas estas lágrimas no cambiarán nada —le decía Coral, mientras intentaba quitarle a Milena de sus brazos.

—¿Cómo rayos dejaste que le pasara esto?

—Fue Darsving quien la mató —dijo Sebastian y Coral solo asentía.

—No te creo, él la amaba, al igual que yo —le contestó Dylan, mientras yo deseaba arrancarle la lengua a Sebastian por mentiroso. Me mantuve en calma para llegar a nuestro objetivo, el rescate de Milena.




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