Beside You | Straykids |

02 | Panic Attack.

—No tardes.

Bruce sigue caminando por el pasillo y yo entro a la pequeña habitación. Sin duda, la amistad que tengo con él es de las más sinceras que he tenido los últimos años con alguien fuera del ojo público. Destapo la pequeña lata de soda que está en la mesita de centro y doy un sorbo, justo lo que necesito en estos momentos, un poco de azúcar en mí cuerpo. Giro mi cabeza un par de veces y alivio un poco del estrés acumulado en mis hombros. Busco el pequeño bolso que he traído conmigo esta mañana y la cuelgo sobre mi hombro derecho, saliendo del camerino.

—¡Felicidades! —dice Chloe dándome un corto abrazo—, recuérdame no volver a hacer una apuesta contigo.

Sonrió sin mostrar mis dientes y asiento ligeramente con la cabeza. Me despido y sigo caminando por el largo pasillo.

Ayer por la noche, después de llegar del concierto, me he quedado un par de horas más para poder terminar el libro. Ahora mismo tengo demasiado sueño, pero me siento muy satisfecha por ganar la apuesta. Durante la entrevista, hablamos sobre el libro que hemos apostado leer y he vencido con éxito a Chloe. Las chicas se han ido hace un rato, ya que tenían que grabar un par de cosas. Esta vez, si me han dejado totalmente sola, sin seguridad. Bruce solo es uno de nuestros choferes, y aunque sé que no dejaría que me pasara algo, no es oficialmente de seguridad. Irónico.

Antes de salir del programa, me he cambiado de ropa por una más cómoda. Ya que las chicas no estarán y tengo un par de horas libres antes de ir a ensayar con ellas, he decidido pasear un poco por la ciudad y disfrutar de mi soledad. Hace tiempo que no lo hago y es de las cosas más satisfactorias que me gusta hacer. Me lo he pensado un buen rato, ya que reamente quería ir al departamento y dormir un rato, pero me he decidido finalmente por salir y sentirme un poco libre después de estar mucho tiempo detrás de un estudio la mayor parte del tiempo.

Salgo por la puerta de atrás del programa y camino hacia el parque que se encuentra a unas cuadras. Por suerte, Bruce ha accedido a ser mi cómplice y dejarme solar por un rato, con la única condición de no tardar demasiado y llegar temprano a la empresa. Me coloco mis audífonos y reproduzco la última canción que ha sacado Hesvel, que me sigue gustando desde el día uno en que la he escuchado. Tiene un muy buen ritmo, que hace bailar a cualquiera a los pocos segundos de iniciar, aunque la letra es todo lo contrario a la música.

En unos cuantos minutos llego al parque central de la ciudad. Busco con la mirada una banca libre, la brisa del aire es fresca y una corriente eléctrica recorre mi cuerpo al sentir el aire en la piel desnuda de mi cuello. Saco mi celular del bolsillo de mi sudadera y abro la sección de notas. Comienzo a escribir algunas ideas que van naciendo en mi mente, para nuevas canciones o para algún nuevo libro. Alzo mi vista y miro aquella enorme fuente que se encuentra en el centro del parque. Recuerdo que aquí, hace un par de años, antes de ser parte de Galaxy, vine con Hesvel, quien se ha convertido como una hermana para mí y hablamos de muchas cosas de la vida y de lo que queríamos lograr juntas. Hoy estoy aquí y me siento muy feliz, porque hemos cumplido algunas cosas juntas y aun nos faltan muchas más que cumplir, lo mejor es que no solo somos nosotras, sino también el resto de las chicas, que se han convertido en mí familia. Una llamada entra de pronto a mi celular, obligándome a salir de mis recuerdos. Quito mis audífonos colgándolos sobre mi cuello y respondo.

—¿Hola?

—¡Legna! ¿¡Has entrado a Twitter o has visto noticias!? —dice Hana muy alterada.

—No ¿Qué es lo que pasa?

Conozco suficientemente bien su tono de voz para saber que lo que está pasando es algo realmente grave. Tres años viviendo junto a ella no han sido fácil, pero tampoco han sido malos. No quiero asustarme, pero su forma de decirme esto no ayuda. Pocas veces han sido en las que ella me llama así, y siempre han sido cuando pasan cosas realmente malas.

—¡Solo entra y mira! —cuelga la llamada.

Entro inmediatamente a Twitter y de nuevo tengo demasiadas notificaciones. «Mierda, las silencie y por eso no me he enterado de nada.» Comienzo a mirar cada uno de los tuits y mi corazón se acelera al momento en que ve una foto mía. No suele pasar esto a menudo, pero esto es peor de lo que pensé. «Mierda, no debí hacer eso.» Soy yo en las pantallas del concierto, leyendo mi libro y usando mis audífonos. He de admitir que no es de las mejores fotos que me toman distraída, pero eso es lo de menos en este momento.

Algunos de los tuits tienen comentarios como ‘¿Es posible que alguien lleve audífonos a un concierto? Ella es ese alguien’ Oh, no. Lo peor no es eso, sino que hay diferentes fotos mías, diciendo que aparecí en repetidas ocasiones en las pantallas del concierto. Algunos tuits se preguntan quién soy, mientras que en otros me mencionan, ya que me han reconocido por mis audífonos que son tan peculiares y suelen aparecer en lives, algunos vlogs o en algunas fotos que yo misma he subido a mis redes sociales. Mierda, debí llevar otros.

Bloqueo mi celular, lo meto de nuevo en mi chaqueta y camino hacia fuera del parque, en busca de una cafetería. Necesito algo dulce para que me brinde la suficiente energía para correr de vuelta a casa, no quiero que la prensa me encuentre aquí, sola y comience a bombardearme de preguntas sobre lo de anoche. Entro al primer café más cercano que encuentro y suspiro pesadamente, aliviada, al ver que no hay mucha gente dentro del local.



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En el texto hay: humor, drama, straykids

Editado: 29.04.2023

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