ESTE CAPÍTULO ESTA NARRADO POR AMBOS!
EMMA
Hoy 20 de enero cumplimos un mes de novios, reserve una cena para dos en su hotel ya que hace bastante frío y sobre todo lo he notado algo cansado y estresado por la universidad cosa que no había notado antes, a veces pienso que es por tener pareja pero su mirada me dice que esta bien conmigo.
—Emma, te hablan en la puerta. —me grita Ismael.
Bajo y me encuentro a su chófer en la puerta cargado, trae una caja grande.
—buenas tardes, entrega exclusiva para usted. —me guiña un ojo. —si no le molesta que le arruine la sorpresa meta la en la nevera, con permiso.
Me quedo viendo y rompo el papel azul que lo envuelve, suelto un suspiro cuando miro pétalos de rosa y en la caja botes de helado, chocolates y una nota.
¡Hola, preciosa chiquilla!
un día te dije que te compraría el helado que desearas bueno, mi palabra se cumple… pero también hace un mes te hiciste mi novia y sabía que aparte de adorar el helado también me adoras a mí; así que feliz primer mes, ¡disfruta lo que cuando llegues acá; me disfrutarás a mí!
Atte: tu Ulises, besos (muchos)
PD: TE QUIERO TANTO ¡TANTO COMO TÚ QUIERES EL HELADO!
¡JODER! ¡ME DIJO SU PRIMER TE QUIERO EN UNA NOTA! Este hombre si que sabe como intrigarme.
ULISES
En lo que llevo de nuevo en la universidad he tenido días sumamente estresados, se que todo gran esfuerzo tiene recompensa, pero a veces uno se cansa de ser el guerrero favorito de Dios, postularme de intercambio a Londres me ha salido bastante caro. Pero vale cada desveló.
Me meto a duchar y me preparo para recibir a lo que realmente importa que piense en estos momentos, ella reservo pero lo que no sabe es que desde el lobby hasta el restaurante he mandado a colocar orquídeas moradas y rosas ya que estas emiten la sensualidad, seducción, elegancia y admiración.
Me coloco una camisa cuello mao verde olivo, un pantalón negro, me pongo perfume y me acomodo el pelo.
Me pongo a colocar los últimos retoques a la maqueta cuando mi celular suena.
—Diga…
—¡hola! Ya estoy aquí.
—ya bajo.
Me veo en el espejo antes de tomar una chaqueta. «sí que soy un guaperas» y me guiño un ojo.
Bajando del elevador veo a la mujer que roba mis pensamientos y mis suspiros, esta luciendo un vestido de encaje gris de manga larga y un muy buen escote (el vestido le resalta sus atributos muy bien) y unos tacones color rojo que resaltan tanto como sus labios, el pelo lo trae acomodado de lado. Es alta, mide 1.75 pero con tacones debe de medir 1.80.
—Uff, creo que la cena se deberá cambiar de lugar —le beso el dorso de la mano y la hago girar en una pequeña vuelta, su risa no tarda en aparecer.
—¿No te gusto? — se muerde el labio inferior. Y sus aires coquetos pueden conmigo. — aunque pensándolo bien, yo creo que me miro fantástica. — dice mirándose en el espejo que hay detrás de ella y notando las orquídeas.
—mmm, yo no dije lo contrario señorita, se ve preciosamente sexy.
—que coqueto, pero andando que tengo hambre.
Llegamos a nuestra mesa y la cena llega enseguida, se nos va el tiempo hablando, riendo y es que con ella tengo todo, todo lo que me aflige se marcha y cada que la detallo sé que debo darle todo lo que se merece y multiplicarle lo que ya tiene. esto para mí es estar completamente Enamorado.
EMMA
Me observa tan cuidadosamente detallando todo lo que hago. Me halaga y sabe como hacerlo y es que de este hombre me he enamorado perdidamente.
—oye, gracias por el helado, los chocolates y la nota.
—De nada, cuando lo desees solo pídelo y te llegara en un instante a tu casa.
—y al parecer las flores que albergan en el hotel.
—sabía que lo notarías, así como la nota que creí que no leerías, —sonríe con tanta seguridad y orgullo— por eso la nota iba tan relajada en las palabras.
—Gracias, pero te equivocaste en algo, —digo con socarronería.
—¿Así? ¿en qué? — su cara es de auténtica sorpresa, y es que este hombre adora estar en lo cierto.
—en que yo no quiero…—bebo de mi copa de vino y veo que se esta quebrando la cabeza por saber en que se ha equivocado. —en la posdata pusiste te quiero tanto, tanto como tú quieres el helado, —su cara es un auténtico poema y quiero echarme a reír, pero me controló.
—¿en qué me equivoque? Si quieres tanto el helado…
—en que yo amo el helado. — hago un brindis con mi copa. Y su sonrisa se extiende en todo su rostro.
Se ha sonrojado tanto y mira para todos lados; su risa no deja de sonar, toma su copa y se la bebe de un solo trago.
—bueno, pues quita el te quiero y coloca el te amo y solucionado el asunto. —me guiña un ojo.
Y con eso sé que me ha dicho la palabra mágica, no lo forzare a que me diga algo cuando no sé si esta seguro a decirlo en voz alta, ya me lo ha demostrado y eso a veces vale mas que mil palabras aunque sí; lo amaré mas cuando de sus hermosos labios salga esa palabra sin rodeos.
—y también lo amo tanto a usted. —clava su mirada en mi y parece que procesa lo que le he dicho.
Pasan los segundos y los segundos se hacen minutos, no estoy incomoda ni arrepentida, lo dije porque lo siento y debía saberlo. Si este fuera nuestro final me iría con la frente en alto y orgullosa de haber lo dicho.
—¿te parece si vamos a caminar? — pregunta.
—Claro que sí, solo deja pago.
—Emm, déjalo así la casa invita.
—De eso nada señor, espérame. — le beso la frente antes de dirigirme a pagar y evito mirarlo porque sé que me mira con recelo por no obedecerle.
Salimos del hotel y comenzamos a caminar, él va en su mundo y yo en el mío.
Se que esta molesto y evito preguntar el porque ya se que es por haber pagado la cuenta, siempre hace eso cuando lo hago yo, bueno las pocas de tantas.
Voy tan absorta que no siento cuando me coloca la mano en la cintura y me jala hacia él, hemos dejado de caminar.
—Espero que no te estés arrepintiendo por lo que dijiste en el hotel. — me dice su voz ronca.
—dije muchas cosas, y ¿qué crees?
Tensa la mano que me sostiene. —¿Qué creo? —su voz tiembla un poco, tan poco que no se nota.
—que de todo lo que dije de nada me arrepiento, al contrario podría repetirte todo el día esa palabrita.
—eso espero señorita, por cierto debes dejar de pagar cuando estés conmigo, eso me molesta mucho.
—Por favor, no tiene nada de malo que lo haga yo, así que olvida el tema.
—no digo que tenga algo de malo, pero para eso estoy aquí y es para complacerte en todo lo que me pidas. — me besa la sien.
—¿para todo? —pregunto con coquetería.
—para todo, te mereces todo lo que me pidas.
—bueno, pues vayamos a que me consientas, — me volteo y quedo ante su imponente rostro. —¿le parece justo?
—claro que sí.
Llegamos al hotel y entramos a su habitación.
Los besos no tardan en llegar y con ellos la temperatura se eleva en nuestros cuerpos; el frío de la calle se desvanece junto con nuestras prendas, avanzamos hasta el interior de la habitación pero no llegamos a la cama como tal.
Me toma entre sus brazos y me carga como si de una pluma me tratará, me carga con devoción, la pared se hace presente y ahí comienza nuestro placer carnal, se hunde en mi en un constante movimiento, no es acelerado, ni lento; es perfecto.
Como puedo me sostengo de él, se que no me soltaría pero acariciar su nuca junto con su cabello nos aumenta el libido a ambos, sabe como tocarme y yo sé como complacerlo ya que suelta uno que otro jadeo y bueno yo no soy la excepción.
Antes de llegar al climax se detiene, su mirada es lasciva y sé que esto aún no termina, se mueve conmigo en los brazos se sienta sobre el sofá conmigo encima,
Es la primera vez que soy yo la que esta en esta posición y es increíblemente satisfactoria y con el paso del tiempo sentimos que el final se acerca, me toma los labios y me besa con tanta premura. Amo a este hombre.
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Editado: 15.11.2022