EMMA
Ver al hombre que yace frente a mí sonreír, es como ver el cielo después de limpiarse de una terrible tormenta que sé que llevaba años cargando, yo también; pero yo no lo deje salir a flote y algo me dice que él si la dejó dar rienda suelta cuando quería y admito que me duele profundamente no haber estado para curarle esas heridas, ese dolor que meses atrás se le veía en los ojos apagados y sin ningún atisbo de ilusión. Ahora su mirada y su tez se ven brillantes y amo ser parte de ese proceso, nadie merece vivir por alguien más, pero el amor cuando es verdad es ser un dos por uno.
Me mira y sin pensarlo dos veces me dejo ir a sus brazos.
Le tomó la barbilla y hago que me mire.
—Estuve para muchas personas a las cuales me alegro tanto haberles apoyado, pero no estuve para el hombre que más amo, no estuve ni lo más cerca para mínimo darte una palabra reconfortante. — le beso el rostro con tanto cuidado como si eso fuera a hacer un cambio, entierra su cara en mi hombro. —yo... En verdad lo siento Amor. —sé que como terapeuta ya pasé un límite. Pero él no es mi paciente y no lo será.
—No lo sientas, no te culpes de algo que yo provoque y que no hice nada por detener, siempre estuviste aunque no creas. —me vuelve a mirar. — estuviste en cada construcción, —me muestra sus llaves y ahí está el llavero que le regale. —en cada noche antes de irme a dormir miraba los legos y recordaba nuestra historia y en esas noches donde no podía más y me hacías falta...—suspira y sé que lo que dirá le apena. —entraba a mi despacho y te miraba en el retrato que tengo tuyo, te miraba tan feliz y no quiero negar que quería sacarte de ahí y tenerte en mis brazos como ahora lo estoy haciendo, me hiciste falta; claro que sí, pero cuando salía de ahí la vida continuaba. Hasta que decidí ir a verte a tus conferencias; desde esa vez concluí que si no te volvía a tener iba a ser el idiota más grande de la historia.
—¿tienes un retrato mío en tu despacho? —cuestionó divertida.
—uno muy grande que me absorbe cuando lo veo, eres mi inspiración señorita preciosa.
—Acosador ¿acaso estás obsesionado conmigo?
—No, un poco tal vez.
Me hace cosquillas y me empiezo a revolcar como si fuera una lombriz.
—¡Para! —digo entre las risas.
—di la palabra mágica.
—. ¡NO SÉ!
—como buena psicóloga busca en el inconsciente.
—Amor de mis amores, hombre de mi vida ¡TE AMO!
Se detiene y me mira con tanto amor que le perdono sus locuras.
—sabes, me cabreo el día que te pusiste ebria y dijiste que querías dormir con el hombre de tu vida refiriéndote al imbécil del Señor moditas.
—en realidad me refería a ti, pero no quería decírtelo.
—No te creo, hasta le dijiste te amo.
—era parte del plan, señor vikingo.
—déjame dudarlo.
—Por favor, sabes que él único que me conquistó en tan poco tiempo fuiste tú y al cuál, le entregue muchas primeras veces y no me refiero a lo sexual.
—Bésame y te creo, señorita preciosa.
Le tomo la cara y le reparto besos romántica mente. —eres mi señor mimado.
—Espero ser el único.
—No lo dudes.
Después de horas de vuelo, Aterrizamos y vislumbró al bajar a Saul que nos mira sorprendidos.
—No dormir, hace que vea a Emma bajando del Jet, Ulises.
—No seas ridículo, es ella, y además en tus alucinaciones no debería estar ella. — mira a Saul con una ceja enarcada y su cara seria me encanta, eso y su inteligencia me enamoro.
Subimos a la camioneta y Saul plática con nosotros sobre sus vuelos y porque no recogió a Ulises esta vez, le alegra verme de nuevo y es que cada que vengo salimos en compañía de los demás a disfrutar de esta bella cultura que me encanta.
La casa de Ulises después de un tiempo se ve a lo lejos y él está tan absorto en sus pensamientos que ni se inmuta de que lo miró por mucho rato.
Bajo de la camioneta y el señor Ignacio es el primero en recibirme.
Aún no ha visto a su nieto.
—pero que bella sorpresa hija, pasa estás en tu casa. —me saluda dándome un beso en la mejilla. —¡Preparen una habitación a la señora de la casa!
—¿Cómo así, qué señora de la casa? —suelta Ulises con falso enojo. —y dormirá conmigo.
—Es la señora de la casa esta jovencita, ¿acaso no lo sabías? Oh espera, tienes cuatro años sin pararte en esta casa.
Ulises detalla a su abuelo y a su alrededor.
—Déjate de tonterías y ven a abrazar a este viejo.
Avanza hasta su nieto y lo aprieta como si al soltarlo vaya a desaparecerlo y es que en estos cuatro años de su ausencia el señor Ignacio fue el que más la sintió aunque hablaban seguido, pero no es lo mismo que lo que más quieres regrese a donde pertenece.
Minutos después sale su abuela acompañada de Verónica y me miran con tanta dicha.
Verónica abraza a su hijo con tanto amor que me es imposible no sentirme feliz.
Entramos a la casa, dejamos el equipaje y estamos un rato acostados cuando el alboroto en la parte de abajo nos indica que han llegado Manuel y Ness.
Vamos a la planta baja y en efecto están todos ya reunidos.
—Mi querido hermanito. —se le deja ir Ness a sus brazos.
—Ness, contrólate por favor, sé que me amas y que es increíble verme pero tienes una criatura dentro de ti y no quiero que le pase nada. agregando que me haz visto en cada oportunidad que haz querido.
—Pero no es lo mismo verte en otra parte del mundo que en casa, Siempre cuidando a los tuyos. —responde Ness feliz. —Serás el mejor tío, porque bueno eres el mejor en todo.
—Sin duda. —secunda la abuela.
Después de estar con todos conviviendo Ulises y yo nos vamos a hacer un picnic lo más lejos que se puede de la casa ya que según él, hemos perdido mucho tiempo sin el otro como para aguantar a la gente.
El sol comienza a desvanecerse y estamos tan absortos en el paisaje y en la plática que no existe nada más que solo nosotros dos.
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Editado: 15.11.2022