⸺¿Hola?
⸺¡Hola, mi amor! ―habla mi madre al otro lado del teléfono.
⸺¿Cómo has estado? ¿La cosecha ha dado frutos?
⸺Tengo una de las mejores cosechas en la zona, no te preocupes por mí, ¡estoy bien! Lo único que no tengo es a mi preciosa hija junto a mí.
Sale una pequeña risa de mi garganta. ⸺Iré a visitarte cuando termine el primer semestre, lo juro.
⸺Eso espero cariño. Necesitaba escuchar tu voz de nuevo, extraño tantas cosas de ti. Confieso que, extraño tu suciedad encima de la mesita de noche para tener que gritarte por la pereza.
⸺Yo no extraño tus gritos.
Mi madre se queda en silencio por un largo momento.
⸺¿Mamá?
⸺Oh, lo siento mi amor, me distraje con Louis.
⸺Ten cuidado con ese hombre ―recomiendo para mi madre, ya que es uno de los adinerados de la zona y una vez intentó robarnos unas cabras porque no estamos dispuestas a venderle la granja, sin mencionar que siempre carga un rifle.
⸺No te angusties, tengo todo bajo control. Además, tu tío Eleazar está justo aquí acompañándome para que no suceda lo de la última vez; no eres la única que no confía en… Ese sujeto ―me informa mi madre para tranquilizarme.
⸺Marlenne Fisher siempre tiene razón, pero igual, tengan cuidado, ambos. Si te llegara a pasar algo no sé ni cómo seguiría viviendo. Eres la razón por la que quiero estudiar para vivir en otra zona y vivir de una mejor manera.
Mi madre suspira. ―Tranquilízate, estamos bien. Ya casi llegamos.
⸺¿Qué? ―inquiero confundida.
⸺Vamos para allá, tu tío es el que conduce Atenea, ya han pasado tres semanas y sabes que no me iba a esperar dos meses más para poder ver a mi hija.
⸺Bien, igual tengan cuidado. Los espero aquí, recuerden: “casa de la familia Estigia, habitación número 13, pasillo número nueve.”
⸺¿Familia Estigia? ―inquiere la voz de mi tío.
⸺Sí… ―respondo enarcando una ceja.
⸺Atenea, sal de ahí ahora mismo ⸺me ordena mi madre.
⸺¿Qué? ¿por qué?
⸺¡Sal de ahí! ―grita mi tío.
⸺Mmm… No entiendo porque… ―no termino de decir toda la frase porque escucho el ruido de los frenos contra la carretera. ⸺¡Mamá!― grito e intento no pensar en lo peor. Pero no obtengo respuestas.
Salgo corriendo de mi habitación con la atención fija en mi celular, mientras intento hacer esa cosa de contactar a tus amigos por GPS pero con mi madre o mi tío. Bajo las escaleras y vuelvo a chocar con alguien.
⸺¡Hola! ―Kristen saluda.
⸺No tengo tiempo, Kristen. Sal de mi camino.
⸺¡Pero siempre hay tiempo para hablar con tus amigos! ―sonríe.
⸺¡Quítate de mi camino!
⸺La agresividad nunca es la respuesta a tus problemas amiga, cálmate.
Como Kristen no es un ser humano muy razonable, dejo de intentar hablar y explicarle que necesito que se mueva de la salida y la empujo, haciendo que choque contra la puerta y su equilibrio se debilite.
Sigo corriendo y por fin encuentro la supuesta ubicación de mi madre y mi tío en el mapa, veo un paradero de buses en mitad de la calle prácticamente desierta bajo una espesa capa de neblina e intento tranquilizarme un poco para no angustiarme con la espera, mientras marco el número de emergencias con la intención de que ellos lleguen primero que yo y se logre hacer algo por ambos, si es que están en peor estado de lo que yo imagino.
Diez minutos…
Quince…
Veinte…
Veinticuatro…
Ya va a ser media hora desde que estoy aquí parada esperando que pase un bus que me acerque a la ubicación del auto en donde venían mi madre y mi tío, así que la angustia antes mencionada hace su trabajo y empiezo a pensar cosas peores, como que jamás volveré a verlos, a mi única familia, o tal vez sus cuerpos fueron raptados para ritos satánicos y ni siquiera podré ver sus cadáveres para despedirme una última vez. Decido correr hasta la ubicación que indica mi celular y ruego de nuevo al creador porque mi físico de tres años seguidos sin hacer ejercicio, como lo hacía antes de salir de la escuela no me falle. Siento el helado aire con neblina pegar contra mis pómulos y veo algunos jardines decorados con pinos y una que otra flor; me sorprende lo desierta que está la ciudad, las calles, las casas, podría decir que parece una “pueblo fantasma”.
Llego por fin a la ubicación, la policía ya está aquí y los paramédicos, hay una curva, una curva con un abismo al lado derecho; me tapo la boca con una de las manos para no soltar un alarido cuando esté más cerca del auto y ver lo que venía preparando mentalmente con la intención de que no sea un shock tan fuerte emocionalmente.
Camino despacio. El auto tiene una de sus llantas fuera de la carretera, amenazando con caerse y hay… hay una puerta abierta, la que está hacia el abismo, la del copiloto. Mi respiración empieza a acelerarse y los latidos de mi corazón también lo hacen, quito mi mano de mi boca y avanzo más despacio.