Blanca Martínez
Los nervios se sienten, esta vez iremos sin chofer, eso me permite verlo conducir y es un placer a la vista. Él lleva un abrigo negro que lo hace ver elegante y debajo un traje con una camisa blanca.
Ha dejado su cabello desordenado y a mi parecer no hay hombre más atractivo.
La conversación que tuve con su madre se repite una y otra vez en mi cabeza.
“Analiza las cosas con el corazón, sólo así vas a encontrar la respuesta. Pero vuelvo y repito, no lo hagas sufrir, te lo suplico”.
¿Cómo hago eso? Siempre me ha costado entender mis propios sentimientos. Eso me ha generado muchos problemas.
El viaje es silencioso.
Alessandro en ningún momento se ha girado a verme y lo agradezco, no quiero que descubra que no he podido dejar de verlo.
Nunca, nunca he podido dejar de verlo. Siempre atenta a él, desde el primer momento. ¿Cómo hubiera sido nuestra relación si nunca hubiera dicho que era pretencioso, si nunca hubiera insistido en decirle señor. ¿Estaríamos en esta situación?
Luego de 10 minutos llegamos a un lugar en el centro de roma, un restaurante elegante de comida italiana. No se porqué no me sorprendo.
-Espero que no pienses que soy pretencioso por elegir mi lugar favorito de todo Italia - dice cuidadoso.
-Perdona Alessandro - le digo - fui una prejuiciosa - mi mirada es suave.
-Hablemos mejor adentro.
Adentro el lugar seguía la misma temática. Todo blanco con decoraciones en un rojo oscuro. Había mesas redondas para varias personas y mesas cuadradas con dos sillas para parejas. Ahí es a donde fuimos dirigidos.
-Es precioso el lugar.
-Lo es - Alessandro mueve su cabeza mirando el lugar - hace años que no vengo.
-¿Hace cuántos años estás en Chile?
-Hace cuatro años - dice.
-¿Y qué harás ahora? ¿Volverás a Italia? - mi corazón se aprieta y no sé porqué me afecta tanto.
-Es probable, tengo que estar aquí, Italia es la sede central. En Chile debo dejar un reemplazo.
-¿Cuándo tienes que hacerlo?
-El año que viene, pero tengo que viajar este año constantemente para aprender todo, para que el cambio salga bien.
-Entiendo - me quedo inmersa en mis pensamientos. Eso significa que lo nuestro no tiene futuro.
-¿Y tú? ¿Qué harás? Mencionaste que querías dejar la empresa?
-Eso quiero, pero no he encontrado trabajo.
-¿Y no has pensado buscar en otro país? - me mira con anhelo.
-Nunca lo había pensado.
-Piénsalo querida, sería una buena oportunidad de vivir otras experiencias.
No pasa desapercibido como me llama. No es primera vez que me llama con un apodo, pero no se porque pero que me diga querida altera mis sentidos.
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Pasamos las siguientes horas conversando mientras comíamos. Yo pedí Fetuccini con Salsa Ragú de Osobuco y Bianco Ñoquis al Pesto Cremoso.
Llegó la hora, necesitamos resolver nuestros problemas.
-Alessandro - él afirma con un sonido - necesitamos conversar, necesito hablar de todo lo que hemos vivido.
Él se pone serio.
-¿Por qué fuiste así conmigo Blanca? Necesito saberlo. Por favor explícame.
Respiro profundo.
-Quiero disculparme de antemano. Lo que te diga puede que no te agrade.
-Está bien, dime.
-La historia empieza hace varios años. Conocí a un chico, era el chico soñado, eres bonito, amable y tenía una buena situación económica. Se parecía mucho a ti, pero él me hizo mucho daño, me humilló - Alessandro apretó su mandíbula - él y sus amigos se rieron de mí y de mi amor por él después de que él hiciera de todo por conquistarme.
-Entonces pensaste que todos los hombres con dinero son así. ¿Me equivoco?
-Así es, pero eso no es todo - digo mirando mi plato vacío - luego entré a la universidad y otro chico, con buen pasar me besó. Luego de eso me acosó durante toda la carrera, hasta el día de hoy sigue preguntando por mi - recuerdo las flores, los chocolates, las preguntas, los reclamos sin sentido, los nuevos intentos de besos, los toques.
Él me miraba con rabia en sus ojos.
-¿Lo denunciaste? - pregunta.
-¿A alguien millonario? ¿Qué iba a sacar? No lograría nada - le hago saber.
-Los mataré - sonrió suave y estoy segura que mis ojos brillan - ¿Cómo tratan así a una mujer?
-Por eso supuse que tú serías igual. Perdón - le digo con el corazón - Te lastimé y me arrepiento tanto. Toda esta semana me he dado cuenta que eres una persona hermosa, siempre pensando en lo demás, me siento honesto.
>> Arriesgando tu candidatura antes que elegir engañarla y eso lo valoro demasiado. No mereces nada de lo que he hecho. Perdóname.
Alessandro Bianco
Siento una impotencia que recorre mi cuerpo como lava.
Estamos unidos por las decepciones. Hemos levantado muros que nos han herido.
Ahora me pregunto. ¿Será tiempo que las baje?
Ella me mira con sinceridad, lo veo en sus ojos, me mira suplicante.
-La cuenta - llamo al mesero - hablemos afuera, ¿Bien?
Ella asienta.
Caminamos con calma, Blanca decidió usar los zapatos más altos que encontró. El restaurante está cerca de la fuente así que nos dirigimos a pie.
El lugar está abarrotado de personas, eso trae a mi memoria porque comencé a odiar mi país. Todas las personas apreciando lugares que deberían ser sólo para nosotros, un secreto. Pero es un secreto a voces y todos están aquí como una estampida.
Pero Blanca.
Sus ojos brillan como estrellas, como la galaxia misma.
Me mira con una sonrisa amplia.
-No veo mucho, pero en este lugar, se siente la magia.
No me lo pienso mucho y tomo su mano y la arrastro entre las personas para llegar al principio de la fuente. Después de muchos golpes y pedir permiso lo logramos.
-La pasé mal, no te lo voy negar, pero no por las razones que crees, pero tu actitud me lastimaba - ella me mira con tristeza - pero tu cambiaste, dejaste de tratarme mal, comenzaste a verme diferente. No tengo nada que perdonar; yo tampoco fui muy amable que digamos - le sonrio sin mostrar los dientes.