Bienvenida a Nunca Jamás

1. LA CARTA

Capítulo 1

   Odiaba mi despertador. Tenía un sonido horrible y todas las mañanas quería destruirlo pero era lo único que conseguía despertarme. Lo había intentado todo pero las canciones en mi móvil solo hacían que quisiera seguir durmiendo, en cambio, ese ruido se metía en tu cabeza provocándote migraña y no había manera de que te pudieras volver a dormir.

   Me levanté de la cama con rapidez y me acerqué al calendario que tenía colgado en la pared, justo encima de mi escritorio. Mi sonrisa creció. Taché un día más con pura alegría. Mañana era mi cumpleaños. Por fin cumplía los esperados 18, por fin dejaría de ser una niña y me convertiría en una adulta, por fin podría aprender a conducir, podía beber alcohol… al menos legalmente y lo mejor… quedaba poco para terminar el instituto. No podía estar más emocionada.

   Cogí el uniforme del armario y me lo puse con rapidez. Iba a uno de los mejores colegios privados de Londres y nos obligaban a llevarlo. No me importaba mucho, no me consideraba una chica especialmente coqueta y me iba bien para no tener que pensar cada mañana qué ponerme pero odiaba la corbata ya que siempre hacía que me sintiera asfixiada.

   Toc, toc, toc. Alguien picó a la puerta de mi habitación.

   —Adelante —dije mientras me ponía los zapatos sentada en mi cama. Mi padre se asomó por la puerta.

   —Tienes una carta en la cocina esperando.

   —¿Una carta? —pregunté esperanzada.

   Mi padre sonrió y eso fue suficiente para saber que era una carta que estaba esperando desde hacía tiempo. Me levanté muy nerviosa y prácticamente empujé a mi padre para que se apartara de la puerta. Bajé los escalones de dos en dos a toda prisa y le quité la carta de las manos a mi madre. Ella se rio mientras se cruzaba de brazos.

   —¿Es de Oxford? —me preguntó mi hermano John mientras se metía una cucharada de cereales en la boca. Éramos tres hermanos: yo era la mayor, John el mediano con 14 años y por último el pequeño Mike con 10 años—. ¿Qué dice? ¿Te han aceptado de una vez?

   —No —suspiré.

   —¿No te han aceptado? —preguntó mi padre acercándose con mi otro zapato en la mano. Estaba tan agitada que no me había dado cuenta de que había salido corriendo con uno puesto solamente—. Pero si te fue bien el HAT.

   El HAT era un examen, una prueba de aptitud histórica que tuve que hacer para poder entrar en la carrera de historia de la universidad de mis sueños.

   —Bueno, tampoco me han rechazado —dije releyendo la carta por tercera vez.

   —¿Qué quieres decir? —preguntó mi madre robándome la carta para poder leerla también.

   Me senté al lado del pequeño Mike que me miraba expectante por entender también lo que ocurría.

   —Quieren que vaya a hacer otra entrevista. Pero no lo entiendo, ya envié la solicitud con la carta, hice una primera entrevista, me seleccionaron para el realizar el HAT y ¿ahora quieren que vuelva a hacer otra entrevista?

    —¿Cuándo es? —preguntó John mientras dejaba el bol de los cereales en la pica de la cocina.

   —La semana que viene —respondió mamá mientras dejaba la carta encima de la mesa. Mi padre, se acercó a mí y me puso la mano en el hombro.

   —Hija, si te llaman para una entrevista es que todavía hay esperanzas para ser aceptada así que no decaigas, además que mañana es tu cumpleaños.

   Eso me animó de nuevo en un segundo. Adoraba a mi familia.

  Éramos los Darling: Mary, mi madre, era una mujer cariñosa que siempre nos apoyaba en todo lo que podía; mi padre, George, era un hombre bastante ocupado, trabajaba demasiado y pasaba poco tiempo en casa pero cuando estaba exprimía hasta el último segundo para estar con nosotros. Mis hermanos eran unos pesados pero también los quería mucho, nos llevábamos bastante bien a pesar de las diferentes edades y personalidades que había entre nosotros.

   Vi como Mike me ponía zumo en un vaso y me lo pasaba con una sonrisa. Le revolví el pelo mientras le daba las gracias.

   —Pero date prisa —me dijo Michael—, tenemos que irnos en 5 minutos o llegaremos tarde.

   Dicho esto mis dos hermanos salieron corriendo escaleras arriba. Di un trago al zumo de naranja recién exprimido, mi favorito, y me puse el otro zapato que mi padre me había dado mientras observaba a mi madre mirar el reloj con el ceño fruncido.

   —¡Es cierto! ¡Qué tarde es! George, ya llevo yo a los niños al colegio hoy, tienes que irte al trabajo ya.

   —Muy bien, en ese caso que tengáis un buen día.

   Mi padre le dio un suave beso en los labios a mi madre, nunca se iba de casa sin él y eso me parecía adorable. Yo aspiraba a tener un amor como el que tenían ellos, un amor que durara para siempre.

   —Disfruta de tu último día con 17 años querida —me susurró mi padre antes de darme un beso en la frente y salir por patas de casa.  

   Mi último día con 17 años. Mañana sería mayor de edad y oficialmente dejaría de ser una niña. Por un momento sentí algo de pánico, quería crecer y que empezaran a tratarme como una adulta pero una parte de mí deseaba volver atrás y disfrutar un poco más de la infancia.  



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En el texto hay: romance, pais de nunca jamas, peterpan

Editado: 29.06.2020

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