No quedaba ni un alma en los pasillos, todos habían salido corriendo en cuanto sonó el timbre de fin de clases. Probablemente solo quedaba algún profesor, el conserje, los de limpieza y quizás algún equipo de deporte entrenando.
Me había quedado un rato con mi tutora para preparar la entrevista y podía decir que estaba bastante contenta con el resultado, solo necesitaba no ponerme nerviosa y causar buena impresión. Las preguntas que hacían eran extrañas y complicadas para que demostraras si sabías aplicar varios conocimientos en una sola pregunta. No buscan que recitemos todo lo que sabemos ni una respuesta correcta sino que razonemos con lo que sabemos. Necesitaba prepararme muy bien si quería ser escogida.
Salí del edificio y al mirar la pantalla del móvil vi una llamada perdida de Liv y un mensaje pidiéndome SOS. La llamé enseguida.
—¿Qué ocurre? —le pregunté en cuanto me lo cogió.
—Tienes que venir al Rick’s Café.
—¿Qué?
—¡Ya! —gritó antes de colgarme.
Tiré mi cabeza hacia atrás y suspiré. ¿Qué querría ahora? Me sonaba a trampa. Como estuviera allí Connor la mataría.
Di media vuelta y me dirigí hacia allí, era nuestra cafetería favorita de la ciudad.
Al abrir la puerta, la campana sonó indicando que entraba un nuevo cliente y vi a mis dos mejores amigos en una mesa al fondo del café. Me senté al lado de Colin, que me miraba con una pequeña sonrisa, y enfrente de mi supuesta mejor amiga.
—Ya estoy aquí —anuncié con las cejas en alto.
—¿Cómo te ha ido con la profesora Evans? —me preguntó Colin.
—Sí, sí… No tenemos tiempo para esto —dijo Liv sacando una libreta y un boli de su mochila y colocándolos con fuerza en la mesa antes se sonreír con picardía—: Tenemos una fiesta que montar.
Yo me giré hacia Colin.
—Me ha ido bien, gracias por tu interés.
Colin fulminaba con la mirada a Olivia mientras la escuchaba suspirar. Siempre que la conversación giraba entorno a Oxford se volvía irritante, yo sabía que era porque le recordaba que nos separaríamos pronto pero se volvía odiosa, aunque era tonta si pensaba que nuestra amistad se terminaba en cuanto cada una fuera a una universidad diferente. De todas formas, el miedo a lo desconocido nos hacía reaccionar de formas diferentes a cada uno.
—¿Qué fiesta? —le pregunté a Liv.
—¡La de tu cumpleaños tonta!
—¿Vas a prepararme una fiesta?
—No, vamos a preparar un fiestón.
—¿Y dónde se supone que vamos a celebrar un fiestón?
—En casa de Colin, sus padres se van este fin de semana.
—Eh, oye, yo no te he dado permiso para esto —se quejó Colin.
—No seas aguafiestas.
Liv puso cara de cachorrito en pena y Colin al final acabó aceptando, nunca había podido decirle que no a mi amiga. Liv era tonta por no darse cuenta de lo que Colin sentía por ella, estaba enamorado hasta las trancas pero yo nunca había querido meterme.
Le cogí la libreta y el boli y empezamos a hacer una lista de cosas que necesitaríamos y cómo se lo haríamos llegar a todos nuestros compañeros de nuestro curso. Colin cada vez estaba más blanco con cada idea que íbamos proponiendo.
***
Me gustaba andar, era algo que disfrutaba ya que me ayudaba a aclarar mis ideas. Estaba a punto de llegar a mi casa cuando me crucé con un chico, un chico que me hizo vacilar con el siguiente paso.
Iba caminando con las manos en los bolsillos de sus tejanos oscuros y la cazadora negra le quedaba de miedo. Su cabello rubio ondeaba con el viento pero lo más impactante fueron sus ojos, sus increíbles y azules ojos. Cuando se conectaron con los míos jadeé en busca de aire y en sus labios se formó una sonrisa pícara muy sexy.
Solo lo había visto cinco segundos, lo que tardaba en darme cuenta de que estaba en frente de mí y nos cruzábamos, pero había sido suficiente para hacer saltar mi corazón. Miré por encima del hombro pero él ya había doblado la esquina.
Nunca me había sentido tan atraída por un chico hasta ahora y sabía que nunca más iba a volver a verlo. Quizás era nuevo en el barrio aunque no iba a nuestro instituto, o quizás empezaría ahora. Ojalá fuera así porque no me cansaría de ver a un chico como ese hasta final de curso.
Llegué a casa algo despistada y mi madre se asomó por la puerta con un trapo de cocina en una mano y un vaso en la otra.
—Por fin, ¿dónde has estado?
—Con Liv y Colin, hemos ido al café para celebrar mi último día siendo menor de edad.
—¿Quieres invitarlos este fin de semana a la comida familiar?
¡Mierda! Se me había olvidado.
—Hablando del fin de semana… El sábado por la noche celebraremos mi fiesta en casa de Colin.
Ella levantó una ceja.