Billete de ida (narciso)

Capítulo 11: Detalles de suma importancia.

Capítulo 11: Detalles de suma importancia.

Sé que ya está dentro y que ha cerrado la puerta detrás de sí. Ahora es Jhon Schrödez el que está apoyado en la entrada del baño.

Imagino que quiere decir algo, pero no sabe el qué o más bien no sabe el cómo. Tampoco es que le esté ayudando mucho, pero es que estoy totalmente perdida, derrotada, destruida y como diría Carla Morrison en su canción “todo pasa”, también me encuentro confundida y menos viva. Yo no quiero morir, yo sólo quiero que mi mamá viva. ¿Tan difícil es de entender?, no quiero perder una pierna, no quiero que exista esa maldita posibilidad.

Pero existe.

Mi respiración se agita y creo que empiezo a hiperventilar porque ahí es cuando Jhon hace su primer movimiento. Se aleja de la puerta y por el rabillo del ojo veo que tira de la tela de sus pantalones hacia arriba para después ponerse de cuclillas y agacharse intentando quedar lo más cercano a mi altura.

Tira de mi barbilla para que le vea. Lo único en lo que me parezco a él es en la forma de los ojos, es idéntica; hasta yo puedo ver sus ojos en los míos, sólo que yo los tengo marrones y él como buen alemán los tiene azules. Hay gente que dice que ambos tenemos la misma nariz, un poco respingona, como si cortara. La diferencia es que yo estoy rota y Jhon es el que destruye.

—¿Qué ha pasado? —Me ofrece un poco de papel higiénico para que pueda sonarme la nariz.

A ver cómo cuento esto sin romper a llorar; vamos Nela, tú puedes. Sé que puedes.

—Me-e tienen que… —Apoya su mano en la rodilla que tengo flexionada, no sé qué está pasando por su cabeza ni qué se está imaginando porque él no me está presionando—, Jhon, tengo-o miedo.

—Tranquila, Sanders no te hará nada. —Su voz es dura, como siempre, pero es diferente. Hay una promesa bajo sus palabras.

Niego, no es por él. Esto va a ser más complicado de lo que pensaba.

—No-o. —Señalo mi pierna, la que está estirada.

—¿Qué pasa?, ¿él te hizo algo? —Se vuelve serio, impasible. Jhon está tramando algo.

—No —Rompo a llorar, vamos Nela, tú puedes—. Mis informes médicos-os.

—¿Qué pasa con ellos? —Frunce el ceño y noto su preocupación, no sé si es fingida o real, pero parece afectado—, Nela —Le miro cuando me llama por primera vez en su vida así—, sino me hablas no puedo ayudarte. Vamos a hacer esto juntos.

Tampoco podría si le hablo. Pero ahora mismo estoy centrada en algo diferente. Mi pierna…

—Tengo que volver a España-a —Niega con la cabeza, antes de que vuelva a ser el Jhon Schrödez irracional debo hablar—. Me tienen que-e opera-ar…

—¿Por qué? —Suena realmente intranquilo.

—Una de las operaciones-s no salió bie-en. Se está infectando-o —Cuando consigo decirlo me abrazo a mí misma obligándole a que se separe un poco y empiezo a llorar e incluso diría que a hiperventilar de nuevo—, yo-o, puedo perder mi pierna-a, Jhon.

—Escúchame, Manuela —Le miro a través de mis vidriosos ojos, no consigo enfocar del todo—, voy a encontrar al mejor cirujano, médico y especialistas para que traten esa pierna de inmediato —Toma con sus manos mi barbilla y juraría que por primera vez deja de ser Jhon Schrödez y pasa a ser un padre—. No va a ocurrir nada, tú vas a seguir con tu pierna y sólo necesitarás un poco de reposo. Vamos a terminar con esto juntos, ¿de acuerdo?

Sé que él quiere mostrarme su apoyo, en cuanto al tema de hospitales se portó francamente bien conmigo, pero no puedo. Yo quiero que sea en España, con mi tía. Rodeada de gente que me quiere.

—Quiero operarme-e en España.

—Manuela, no me hagas esto —Se incorpora, tiene que dolerle la espalda por la posición—, no me obligues a negarte eso. ¡Por el amor de Dios! Sé razonable, te lo ruego.

Su lenguaje corporal no lo demuestra, pero en su voz se nota una gran desesperación; la lucha interna con la que está batallando es notable.

Para mi sorpresa se sienta en la taza del váter una vez la baja y me mira con ternura, siente lástima por mí y creo que eso me gusta; su preocupación, aunque no calma la rabia que le tengo, sí que me tranquiliza. Podría enfadarme por el hecho de que sintiera pena por mí, pero a quién voy a engañar. Adoro ver a mi padre siendo más que un reputado abogado, clasista, cruel e insufrible. Jhon parece que sufre por mí y, por desgracia, me gusta pensar que está preocupado por lo que pueda ocurrirme.

Sigo firme con mi pensamiento. Quiero operarme en España.

>>Manuela, tu tío Wolfgang es neurocirujano, él tiene colegas en el trabajo que sabrán quienes son los mejores profesionales para ti…, sólo te queda una operación y habrá terminado todo… Piénsalo y acepta que es lo mejor.

¿Tenía otra opción? No.

En el fondo sabía que tenía razón, lo sabía, pero el hecho de tener a mis amistades visitándome o a mi tía sujetando mi mano me consolaba y me animaba, hacía todo más fácil.

—Pero… yo-o quiero a mi tía conmigo, a mis amigos…

Se pasa las manos por el pelo y duda en si acariciarme o no, finalmente decide palmear con suavidad mi espalda. Si bueno, mi padre es un poco más extraño de lo que había imaginado, seguramente a Thomas no dudaría en abrazarle. Pero lo entiendo. Existe una barrera entre los dos, somos padre e hija, pero hay demasiado dolor y tristeza como para comportarnos de forma normal. Para actuar como un padre y una hija en una situación complicada.




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