XXI.
Una vez en la vida…
Le habría encantado que el tiempo pasara más despacio, pero pareciera que cuando la estamos pasando mejor es cuando más rápido transcurre, y se va como agua entre los dedos.
Previo al año nuevo, Joaquín tuvo que volver a Tallahassee para validar algo que no logró entender; había sido tan urgente que su amigo Tanner se aventuró a conducir hasta Orlando para ir por él, por supuesto que la noticia le decepcionó un poco, pero ver la frustración en la expresión de Joaquín hizo que decidiera animarlo en vez de acompañarlo en las quejas; después de todo, pasando el verano podrían verse más seguido una vez que él ingresara a la misma universidad, al menos por un año podrían coincidir mucho más y ya verían juntos cómo harían para verse cuando Joaquín se graduara en julio del siguiente año.
Al menos tenía la promesa de Joaquín verlo para su décimo octavo cumpleaños; y se aseguraría de verlo cuando fuera a la capital para iniciar su trámite de ingreso a la universidad. Además, tenían las llamadas de video que solían hacer por las noches, y los mensajes por WhatsApp. Se despidió de él con entusiasmo, intentando que Joaquín volviera a su rutina de mejor ánimo, al menos iría con su amigo de vuelta lo que seguro iba a distraerlo.
Se sorprendió a sí mismo más tranquilo de lo que imaginó que estaría para la celebración de Año Nuevo en compañía de su familia, su tío Arthur llegó con sus primas y su tía justo el 31 de diciembre por la mañana, por lo que el alboroto en casa de la abuela lo mantenía animado. Despidió el año con una sensación de satisfacción que no le había acompañado durante dos fines de año seguidos, y de alguna manera estaba decidido a no volver a atravesar por una actitud así pasara lo que pasara. Disfrutaría del tiempo, saborearía cada experiencia que tenía que atravesar y gozaría de la compañía que tuviera con él en todo momento.
Incluso volver a clases entrado enero lo vio como una aventura, pocas veces se daba el gusto de salir los viernes en compañía de sus amigos, y como habían abierto un nuevo centro de videojuegos en el centro comercial, John no iba a perder esa oportunidad por lo que invitó a Anabel y sus amigas a acompañarlos y esa plaza comercial se convirtió en su nuevo centro de reunión los viernes y sábados. Febrero trajo consigo el rompimiento entre Ellie y su novio de tres meses, y con ello la oportunidad de estar ahí para su mejor amiga mientras se recuperaba de su corazón roto.
De alguna manera, y sin que se hubiera dado cuenta de ello, era primero de marzo, un día antes de su tan esperado cumpleaños número 18. Joaquín llegaría por la mañana ya que no había podido tomar el autobús esa mañana, se había disculpado tantas veces por ello que no pudo evitar sentirse un poco culpable por ello.
—¿Otra vez ensimismado? —escuchó la voz de su abuela asomarse por el umbral de la puerta de su habitación.
—Joaquín llega mañana —respondió con una sonrisa más bien triste.
—Pero vendrá, hará lo que sea necesario para venir…
—Sí, no es que lo dude abuela, es que como no pudo venir desde hoy porque salió tarde de clase se disculpó mucho y me sentí un poco mal por ello —explicó.
—Bueno, esas cosas pasan —la vio encogerse de hombros al decirlo—; lo importante es que sepas que le importas, que eres la persona en la que piensa siempre, y creo que esa es una oportunidad de una vez en la vida que debes atesorar —la escuchó decir mientras se sentaba a su lado sobre la cama—. No todos los días conoces a una persona que hace todo lo que está en sus manos para hacerte feliz, y ese muchacho tiene toda la intención de hacerlo, por eso tu papá no puso peros de que decidieras irte a estudiar a Tallahassee.
—¿Perdón?
—Joaquín y tu papá tuvieron una charla durante las vacaciones de invierno, antes de regresar a Tallahassee—le comenzó a relatar su abuela—; pero se supone que tú no sabes nada.
—No sé nada…
La mujer se rio y lo rodeó con su brazo izquierdo recargando la cabeza en su hombro.
—Tu papá le preguntó qué eras para él, así, sin tapujos ni endulzamientos y la respuesta de Joaquín le dejó satisfecho —le contó con una sonrisa dulce y una mirada soñadora que solo veía en ella en algunas ocasiones—. Joaquín le dijo que eres la persona a la que quería tomar de la mano y no dejar ir, su “una vez en la vida”.
Los ojos se le llenaron de lágrimas y no pudo evitar abrazar con fuerza a su abuela y susurrarle “gracias” tantas veces que la mujer solo pudo acariciar su cabello y asentir.
—No me habría decidido a salir de mi caparazón de no haber sido por ti, Rosie y mi hermana, abuela, gracias.
—Bueno, ya nos tenías preocupadas y teníamos que hacer algo para que te animaras de dejar ir el miedo a enamorarte y darte la oportunidad —le explicó con amplia sonrisa—. Mi niño, ahora que te vayas lejos a estudiar no podremos estar ahí por si tienes algún descalabro, solo recuerda que eres lo suficientemente fuerte para ponerte de pie cuantas veces haga falta por tu cuenta; me tranquiliza que Joaquín te quiera tanto, pero por mucho que ames a alguien no siempre es posible estar ahí todo el tiempo, aunque se quiera…
Asintió y sonrió con la seguridad y confianza que había ganado en esos últimos seis meses desde las vacaciones de verano, desde que había comenzado a leer el diario de su abuela y gracias a eso se dio la oportunidad de abrirse a Joaquín y abandonar el miedo que le había tenido retenido en un pasado que le dolía y le hacía enojar.
—Disfruta tu cumpleaños mañana Ethan, por lo que sé, Joaquín va a llevarte a cenar por lo que comerás con todos pero vas a tener una cita con él.
Sonrió y asintió.
—¿Se supone que tampoco sé eso? —preguntó divertido.
—Se supone que no, pero yo soy malísima para las sorpresas, tanto para recibirlas, como para guardarlas para otros…
Editado: 26.02.2023