Black

CAPÍTULO 52: Tres siglos

Black

¿Qué te hace creer que quiero que te quedes si eres quien más le da tristeza a mi alma?

Las palabras hicieron un eco y un hueco en mi ser. Pasaron tres siglos, tres malditos siglos sin ella y ahora no puedo estar un minuto lejos porque siento una agonía.

Ella es dueña de mí, de mi inmortalidad y mi alma.

Me tiene, me tiene en sus manos, pero mi ser le hace daño.

Deseo profundamente desaparecer de su vida y de su memoria, pero mi amor egoísta sale a flote impidiendo que logre hacer algo que evidentemente tengo que hacer si quiero su salud y bienestar mental.

—¿Por qué está triste? ¿Es por qué ya me voy?

Miré a Eros el niño rubio con el que estaba en la habitación de orbes.

—Sí, así es.

—Yo también lo voy a extrañar mucho.

Después de hoy no me volvería a recordar.

—Es hora —le extendí la Toosa que se apresuró a beber—. Buen viaje, amigo.

Se despidió y luego se marchó.

En las últimas horas dejé todo listo para el momento indicado, me marcharía del mundo de los humanos y volvería aquí para asumir mis responsabilidades cuando todo terminara, pero de pronto un algo extraño en la atmósfera me afecto, un extraño no sé qué inexplicable se podría incluso asemejar a la tristeza de la cual padece la humanidad.

No quería pensar que algo como un sentimiento estaba afectando mi ser inmortal. Sería nefasto, tan mortal como asqueroso.

­­­­Me encontraba en la sala de junta en soledad, la misma de la cual había padecido por más de tres siglos. Y en la cual iba a seguir estando cuando partiera.

Mi partida se veía cada día tan pronta que no podía pensar en otra cosa que, cómo podría seguir el curso de mi castigo posterior a esto, posterior al haber obtenido un poco de vida y de realidad en este feo lugar, lo extrañaría quizás, me había humanizado tanto que este lugar se había vuelto una costumbre más.

Alguien dio un ligero toque a la puerta.

—Pase.

La puerta se abrió, no me molesté en mirar, sabía perfectamente cuál sería su noticia.

—Alexis Washington acaba de fallecer.

Apreté los labios y asentí.

—Prepares su cuerpo, el coche fúnebre estará en una hora, su cuerpo será entregado a la familia.

—Pero Dr. Keynes el cuerpo de Alexis Washington es un gran aporte a la investigación.

—No me escucho, que preparen su cuerpo porque será entregado a su familia para su sepelio.

—Sí, señor.

Ese ser humano se retiró dejándome de nuevo en soledad e inundado de pensamientos.

¿Qué debo hacer?

¿Lo correcto?

¿Lo incorrecto?

¿Lo bueno?

¿Lo malo?

¿Alejarme?

¿Quedarme?

¡Puta mierda!

La puerta volvió a abrirse y pude sentir su presencia, su respiración que inhala y exhala con dificultad. Caminó con lentitud hacia el asiento del costado el cual tomó para sentarse y mantenerse en silencio, solo se escuchaba el sonido de su nariz y bajos sollozos.

Era incapaz de verla, de mirarla y darle la cara, cuando era yo el único culpable de todos sus dolores. Me dolía su dolor y quería arrancárselo, pero no podía.

—No voy hacer un drama esta vez, no está vez. Lo entiendo, ok, es solo que… —Rompe en llanto— Me gustaría que hubieran podido estar más tiempo conmigo, Alex, Danae, Verónica, mamá, era lo único que deseaba, por qué tienen que marcharse tan pronto.

Extendí la palma de mi mano, no quería agobiarla ni evadir su espacio, pero quería que supiera que yo aún seguía aquí si es que necesitaba fortaleza, quizás apoyo o un poco de ambas, no estaba sola, no me había ido, no aún.

Ella no dudó en tomarla y mirarme por unos segundos, para luego preguntar.

—Ella… también se irá hoy.

Asentí.

—Y tú.

—Me marcharé mañana.

Una lágrima brotó y rodó por su mejilla.

—Enfrentaré mi destino, así como tú enfrentaras el tuyo. Luego de tantos siglos odiando a la humanidad, mis ojos te miraron con un inmenso amor, así que quiero que sepas que, pasé lo que pasé ten por seguro que tú eres lo mejor que pudo pasarle a mi ser, nunca me arrepentiré de nada y mucho menos de mi amor hacia ti. Y Giselle, no eres culpable de absolutamente nada.

—Esto suena como una despedida.

—Lo es. Por último, quiero pedirte algo. Vive, Giselle, encuentra a alguien lo suficiente merecedor de ti y de tu amor, ama y deja que te amen.

Ella negó con la cabeza.

—Quedo con el alma hecha pedazos porque después de ti no volveré a amar a nadie.

 

BLACK

Urd, Verdandi, Skuld



#12372 en Fantasía
#26567 en Novela romántica

En el texto hay: cienciaficcion, drama, muerte

Editado: 16.01.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.