Black

CAPÍTULO 55: Skuld. Parte 2

Giselle

Madrugada del 30 de mayo; hora 2:30 a.m.

Han transcurrido cinco días desde la última vez que estuvo acá, dedicó su última noche a mí llenándome de abrazos y besos largos, pero a la vez efímeros. Todavía no me hago a la idea de que no volveré a verlo y no sé como proceder ahora, solo me la he pasado llorando todas las malditas noches ahogándome en mis propias lágrimas.

Todo se está volviendo tan monótono, me levanto, voy a Baldorpharma, regreso, me acuesto, lloro y vuelvo a levantarme. Y en mis días libres solo me quedo en la cama todo el día y toda la noche ni ganas de levantarme a bañarme me dan por lo que terminó pasando de largo.

En Baldorpharma hicieron una reestructuración del personal y yo logré para presentar mis exámenes médicos los cuales obligaba a la empresa a trasladarme a otro campo por mi condición médica y no me pusieran en riesgo, por lo tanto, fui relevada del caso y mi trabajo es ahora más sencillo y relajado.

Llegué a Baldorpharma a las 8:00 am, extraño a la Señora Margaret al parecer fue trasladada a otro lugar, pero se han negado a darme información acerca de ella. Hasta que ella también me abandonó.

Inicio mi labor, mi cuerpo se siente agotado al no haber dormido la noche anterior, pero difícilmente logro conciliar el sueño cuando los recuerdos abundan, además de las constantes pesadillas que incurren en la noche.

El ambiente parece tenso y el clima nublado y frío le da un toque sobrio al día. Los minutos transcurren mientras me mantengo en la computadora redactando el informe que tengo que entregar con los avances de los fármacos en los cuales estoy trabajando.

A las 9:15 me levanto del asiento con cierta carraspera en la garganta yendo directo al baño a expulsar lo poco y nada que ingerí en la mañana. Vuelvo a mi respectivo puesto. Media hora más tarde empiezo a sentirme bastante sofocada y me levanto de nuevo con las intenciones de ir a la azotea por aire fresco y a mitad de camino me encuentro con quien no quería encontrarme.

La especialista.

—¿Qué pasa, Wester? ¿Ya terminó mi informe? Lo necesito para...—dice mirando el reloj de su muñeca— Ya, o sea ya, ¿Lo tienes?

—Ya lo estoy terminando.

Me devuelvo volviéndome al computador, mis dedos están cansados por el constante movimiento sobre las teclas de la laptop.

Quiero morirme.

A las once y unos cuantos minutos, empiezo a tener una sudoración excesiva, un sofocamiento extraño y unas náuseas que me levantan del asiento para ir al baño, mi boca saliva en exceso sintiendo el paladar caliente. Empiezo a agitarme con la falta de aire, pero noto que no soy la única que está trabajando con incomodidades, unos cuantos se encuentran en la misma situación y no sé si será de una epidemia o alguna cosa mierda rara contagiosa.

Cierro los ojos con fuerza cuando empiezo a marearme, camino hacia el ascensor para subir a la azotea, las alarmas de Baldorpharma empiezan a sonar y las luces se tornan rojas alertando un siniestro.

Alarma de emergencia, alarma de emergencia, fuga, procedan a desalojar las instalaciones utilizando los protocolos de evacuación... Alarma de emergencia, alarma de emergencia, fuga, procedan a desalojar las instalaciones utilizando los protocolos de evacuación.

El personal de Baldorpharma empiezan a correr hacia la salida atropellando a quien esté en el camino, se viene como estampida atropellándome y haciéndome caer en constantes ocasiones. No sé para donde ir y me siento desubicada, el mareo me hace pegar a la pared intentando respirar.

Estoy confundida, empiezo a desesperarme y mi mente empieza a inducir en una crisis de ansiedad. Los ojos se me cierran y empiezo a ver borroso.

Norna —escucho un susurro, miro a todos lados con esperanza.

Una silueta negra se me viene encima y me pone algo en la cara haciendo que recupere el oxígeno. No le veo la cara, pero toma mi mano y me arrastra en camino contrario al de las demás personas, por su silueta parece ser un cuerpo masculino. Me empuja al ascensor y en lugar de bajar, sube.

Llegamos al rascacielos del edificio en donde se encuentra un helicóptero en la H moviendo levemente sus hélices. Veo cuatro personas incluyendo la persona que me trajo hasta aquí, una mujer y tres hombres, uno de los hombres trae máscara de oxígeno y los otros tres sin nada.

No sé qué está pasando.

Norna —vuelvo a escuchar el susurro. Y empiezo a ver a todos lados. Me estoy volviendo loca.

El hombre con la mascara de oxigeno me arrastra hasta el helicóptero y antes de poder abordarlo pierdo el conocimiento quedando totalmente negro y en silencio.

¿Morí?

Morí

Sí, morí.

***

Lo constantes pitidos de una máquina retumban en mis oídos haciendo un eco combinándolo con el sonido de unas manecillas de un reloj haciendo tic tac constantemente volviéndolo estresante. Una luz brillante me hace arder mis ojos cuando intento abrirlos y me obliga a cerrarlos, intentando el proceso repetidas ocasiones hasta que logro ver con claridad.

No es mi casa y tampoco mi habitación.

Solo veo paredes blancas y en ambos lados yacen aparatos, uno que mide mi frecuencia cardiaca, un ultrasonido, un carro de paro y un porta suero en el cual cuelga dos bolsas de estas con una manguera que conecta a mi dorso.

Logré visualizar un mueble a mi costado derecho en el que yace el cuerpo de mi tía Katharina Wester dormida. Me siento de golpe cuando el dolor ataca mi cuerpo. Mala idea.

—Tía Katharina.

Ella despierta con el llamado viniendo a mí de forma inmediata.

—Gracias al cielo —suelta con una cara de alivio, volviendo a colocar mi espalda en la camilla para salir al pasillo y llamar la atención— ¡Enfermera!



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En el texto hay: cienciaficcion, drama, muerte

Editado: 16.01.2024

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