Blackflag.

Cap V.

Una jugada.

Para que la jugada saliera bien, Willian había creado una regla de oro para sus atracos; dos meses para planificar, tres semanas para ensayarlo y tres segundos para ganar o para perder, definitivamente, la confianza de la víctima. Puesto que ya había llegado el momento de lo último, Willian había decidido emplear aquellos tres segundos en ser estrangulado.

Willian estaba de rodillas, y Duncan, de pie detrás de él, había pasado tres veces por su cuello una soga de de pescar. Aquel montaje era tan logrado habia provocado el cuello de Willian una marca al rojo vivo. Por supuesto que ningún asesino de la calle Nhedin lo suficientemente sereno para caminar en línea recta hubiera intentado estrangularle con cualquier cosa que no fuera de seda o de cable.

"mejor arrugarle la tráquea a la víctima", se decía Willian. Pero si, a la distancia de diez metros y en lo que dura un abrir y cerrar de ojos, La gran dama roja era capaz de distinguir un estrangulamiento falso de uno real, entonces habrían juzgado mal a la mujer a quien pretendían robar y todo el juego se iría al garete.

--¿Puedes verlo? ¿Consigues distinguir la señal de Brostin? -- susurró Willian con toda la claridad que podía, para después emitir unos cuantos sonidos guturales de estrangulamiento, que ante ojos de un asesino fueron impresionantes.

—No veo ninguna señal; tampoco a la Reyna Pirata. ¿Puedes respirar?

—Lo suficiente, sólo lo suficiente --susurró Willian—, pero zúrrame un poco más; tú zúrrame, porque ésa es la parte más convincente.

Se encontraban al final del callejón que estaba al lado del templo de las Aguas sanguinarias. Podían oír los sermones oratorios del templo, que vertían sus aguas en algún lugar situado detrás de los altos muros enlucidos. se agarró por un instante a los inofensivos anillos de la soga que le rodeaba el cuello y echó una mirada al lagarto gigante que, apenas unos pasos más delante, le miraba fijamente, cargado con las vistosas mercancías propias de un mercader Valiniense. Era evidente que aquel pobre animal de apariencia reptil había sido apaciguado. Detrás de sus ojos rojos como la sangre, no había miedo ni curiosidad. El reptil tampoco se habría asustado si el estrangulamiento hubiese sido real.

Pasaron unos segundos preciosos; el sol estaba alto y brillaba en un cielo escaldado, sin nubes, mientras la mugre del callejón se pegaba como cemento húmedo a las perneras de las calzas de Willian. Cerca de él, Lynn compartía su misma suerte, mientras que Derek fingía darle patadas en las costillas. Así siguió por lo menos durante un minuto, mientras su hermano gemelo hacía como que estrangulaba a Willian.

Se suponía que La reina Pirata tenía que llegar a la entrada del callejón en cualquier instante y que en eso se basaba el plan; iría sin perder tiempo a salvar a Willian y a Lynn de sus supuestos asaltantes; pero a ese paso, con el retraso que llevaba, sólo conseguiría rescatarlos, y llenarlos de aburrimiento.

--¡Por los dioses! --musitó Duncan, acercando su boca al oído de Willian, como si le estuviera susurrando alguna exigencia--. ¿Dónde mierda se encuentra el maldita Reina? ¿Y dónde está Brosti? No podemos seguir todo el día con esta mierda, ¡puede entrar más gente en el maldito callejón!

--Prosigue con el estrangulamiento --susurró Willian--. Céntrate en veinte mil crakens de plata y haz como que me estrangulas. Si hay que hacerlo, no me importa seguir así durante todo el día.

 

.......

 

Aquel día los preparativos del atraco se habían desarrollado a la perfección, incluso teniendo en cuenta las lógicas malas pulgas del joven Willian a quien, finalmente, se le permitía tomar parte en su primera operación importante.

--Por supuesto que conozco cojonudamente bien el puesto que habré de ocupar cuando comience la acción --se quejó Brosti--. ¡He pasado más tiempo encaramado en el tejado de ese templo que el que me llevó mi madre en su vientre!

Lynn dejó que su mano derecha siguiera la cálida corriente del canal mientras le pegaba otro mordisco a la manzana amarga de pantano que tenía en la mano izquierda. La proa de la barcaza de poco calado era un lugar ideal para relajarse bajo la luz, teñida con el color del vino aguado, de las primeras horas de la mañana, porque ofrecía fácil acomodo a los cerca de los pocos Kilos de Lyn: De echo la chica no era nisiquiera gordita como Brostin; quien era apodado como el barriga de barril. Lynn era esbelta, con los labios carnosos y en ciertos sentidos era misteriosa como todos en Blackflag.

--Ahora comprendo que tu madre tuviera prisa en librarse de ti, Brostin --la voz de Lyn era suave, monótona y tremendamente incongruente, pues hablaba como un profesora de música o como una sofista--. Pero como nosotros no la tenemos, iluminame una vez más con el relato de la manera tan penetrante en que comprendes este juego.

--¡Maldito seas! --replicó Brosti, hincando la pértiga para que la barcaza avanzara contra la débil corriente de aquel canal que desembocaba en el mar--. Tú, Willian, Duncan y Derek os dirigiréis al callejón que se encuentra entre las Aguas Sangrientas y los jardines del templo Leviathan, ¿de acuerdo? Y yo cruzaré la calle y me subiré al tejado del templo.




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