— Sabes que no tienes que darme las gracias, haría lo que fuera que me pidieras —le guiñé un ojo.
— Lo sé, pero aun así, gracias.
— De acuerdo gente, no hace falta que se pongan más sentimentales, no creo que pueda aguantar más —reclamó Kiara.
Ariana y yo nos reímos.
— Está bien, ahora que ya tenemos todo planeado, ¿qué se supone que hagamos? — Pregunté.
— Salir de la habitación y hablar como si todo estuviese bien, ya mañana empezaremos con todo esto —respondió Ariana.
Kiara y yo asentimos y salimos del cuarto.
— Por fin, ya estaba pensando de que hacían una orgia —dijo Adam.
— ¿Lo mejor que se te ocurrió fue eso? Ya veo que no tienes imaginación amigo. — Le responde Amber.
— Adam, eres un asco —le dije.
— Lo sé, pero me adoras.
— Eso es lo que tú piensas —recalqué.
— Oh, eso dolió —fingió él.
— Parecen dos niñas de primer año chicos —dijo mi hermana.
Puse los ojos en blanco y dirigí mi mirada a Nan.
— Oye, ¿podemos hablar un momento a solas? — Le pregunté.
— ¿Qué se supone que estás haciendo? El plan se tiene que realizar mañana —dice la voz de Ariana en mi cabeza.
— Relájate, sólo tengo que hablar con ella un momento.
— Espero que sepas lo que estás haciendo, hermano.
— Siempre hermanita.
Ella y todos, menos una cara, me miraron sorprendidos.
— ¿Para qué? ¿Para decirme que tienes razón en que sabe qué? No gracias —respondió sarcásticamente.
Esta chica si sabía cómo callarme la boca, o en su caso como alterarme.
— En serio, necesito hablar contigo.
Ella miró a Ariana y ésta asintió.
— Está bien, ya que —se levantó de donde está sentada y caminó hacia su cuarto.
La seguí.
Ella entró a su habitación y yo cerré con seguro.
— ¿A qué se debe tanto misterio? — Dijo ella yendo al punto.
No le presté atención, sólo me fije en las cosas de su cuarto, veo que ya había hecho este cuarto más delicado, luces en las paredes, adornos, todo menos sombrío. Mi pregunta era, ¿cuándo demonios habían traído todas sus cosas?
Ella ve que estaba viendo.
— Sólo quería darle un poco de color a todo esto, me parecía un poco deprimente —me explicó.
— No, está bien, no pasa nada —la miré—. Lo que quería hablar contigo era sobre lo que paso hoy en la clase de literatura y en el comedor.
— ¿Ah, sí? ¿Qué quieres comentarme, además de la razón y todo eso?
— Quiero disculparme contigo por todo lo de hoy, sé que estuvo mal, pero lo estaba haciendo para apartarte de mí. Sí, estoy acostumbrado a la atención femenina, pero es muy poca la frecuencia con la que me siento cómoda con ésta por eso a todas las aparto. Contigo no es fácil, quitándole importancia a que me ¿atraigas? No lo sé, es un sentimiento muy confuso el que tengo por ti y eso lo hace aún más arduo, pero en fin, no quiero confundirte más de lo que realmente estás, así que en serio quiero que me perdones y que seamos amigos que no se quieran matar a cada minuto del día, ¿estarías bien con eso?
Nan se quedó estupefacta. Honestamente me dolió un poco, pero yo tampoco me creería si estuviera diciendo esto.
— Oh, bueno... —balbuceó—, está bien.
¿Está bien? ¿Sólo eso? ¿Le digo uno de mis pensamientos que jamás pensaba decirle y ella me dice sólo que está bien? Jódanme.
— ¿Sólo está bien? ¿No tienes que decir otra cosa? ¿Sólo eso? — Le reclamé, realmente molesto.
— Pues sí, ¿qué otra cosa te puedo decir? ¿Qué yo también lo siento? No. Yo no tengo la culpa de que seas un imbécil arrogante que cambia de humor de un segundo a otro. Ni creas que te diré que todo se arregló mágicamente o que te pediré disculpas de rodillas, porque no será así Cameron. No soy de esas chicas a las que les haces creer que todo es su culpa, de las que les pones todo en contra y ellas piensan que has acabado con ellas porque cometieron un error, cosa que no fue así, lo siento Cameron, pero yo no soy así.