Me desperté por una voz irritante en mi cabeza, sonando como un despertador.
— ¡¡¡¡CAMERON!!!! ¿¡Puedes despertar de una maldita vez!? —Siguió gritando Kiara.
— ¡Maldición, Kiara! ¿Se puede saber el motivo de por qué tengo en mi cabeza tu atorrante voz de nuevo? —Rugí.
— Tenemos un pequeño problema, gruñón.
— Oh, Señor. Qué Dios se apiade de ti si lo que me dirás será lo suficientemente estúpido como para ir a tu habitación y arrancarte la cabeza.
— Xander ha escapado —dijo ella, de la nada.
Me levanté de un tirón. Sentí que toda mi sangre drenó de mi cara. ¿Qué dijo?
— Si esta es una de tus bromas Kiara… —dejé la frase inconclusa.
La salvaría el Señor.
— ¿Cómo siquiera te atreves a decir eso? No juego con cosas así. Él es tu hermano, por el amor de Dios —gruñó ella—. Todos estamos en la entrada del hotel, esperándote. Tienes que bajar en cuanto estés listo.
— Estoy allá en diez.
Salté de la cama. Tenía que pensar con claridad, ¿Por qué demonios mi hermano se iría del hotel? ¿Por mí? ¿Por la extraña relación que tenía con Nan? Dios, ¿tenía que pasar por esto ahora?
— ¿Pasa algo? —Preguntó la voz somnolienta de Nan, sacándome de mi dilema interno.
Joder, había olvidado que la tenía aquí. Ella se encontraba sólo con una sábana alrededor de su cuerpo, simplemente con una sábana. Podía ver sus delicados pezones rosados desde aquí. Mierda. No podía tener otra erección a estas horas de la mañana.
— ¿Cam? —Preguntó ella, nuevamente.
Le sonreí y me acerqué de nuevo a la cama.
— Buenos días, nena —dije, dándole un corto beso en los labios.
Mmm… Dulce, muy dulce.
Ella me devolvió la sonrisa y me dio otro beso, profundizándolo un poco más. Luego, de la nada, lo cortó.
— Por más que me agraden esos buenos días, te pasa algo. Estás preocupado —comentó.
Xander…
Y fácilmente me desesperación volvió. Asentí. Nan me penetró con su mirada hipnotizadora. Ella también estaba preocupada, pero por mí.
— ¿Qué pasa?
No sabía cómo soltárselo sin que ella se sintiera culpable, porque sabía que se sentiría así.
— Oh, Dios. Escúpelo Cam. Tu desesperación hace que me duela la cabeza.
Oh bien, aquí vamos…
— Xander ha desaparecido —le susurré.
Ella soltó un jadeo audible. Se levantó de la cama, dejándome ver su perfecta figura, agarró su bolso azul y entró al baño. Suspiré. Para cuando Nan salió del baño, ya yo estaba vestido y había arreglado todas mis cosas.
Ella llevaba puesto un pantalón vaquero color negro y una camisa manga corta blanca. No tenía maquillaje y sus rizos color rojo estaban atrapados en una cola alta de caballo. Simple, pero hermosa.
— Nos vamos —declaró ella y yo sólo obedecí.
Salimos de la habitación y decidimos que era mejor tomar las escaleras. El ascensor tardaba horas en subir. Corrimos velozmente por las escaleras hasta encontrarnos con varios rostros preocupados en la entraba del hotel. Kiara fue la primera en lanzarse encima de mí. Puso su cara en mi cuello.
— De verdad que lo siento. No sabemos cómo pasó. Adam simplemente despertó y vio que Xander no se encontraba en su cama. Bajo a recepción para ver si estaba. Le dio toda una vuelta a todo este maldito hotel y no lo pudo encontrar —se le quebró la voz en lo último.
Oh mierda, mierda, mierda.
La abracé más fuerte. No te desmorones ahora, Cameron. No ahora. Me decía ferozmente. No debía. Tenía que aguantar toda esta mierda. Por todos.
Kiara se desenganchó de mi abrazo mortal y fue cuando pude ver a mi hermana. Maldición. Su cara estaba roja de tanto llorar y sus ojos verdes esmeraldas que siempre brillaban estaban sin emociones y apagados, no vibraban. Estaban sin vida. Adam estaba detrás de ella abrazándola. Ariana debió sentir mi mirada porque ya estaba soltándose de los brazos de mi amigo, corriendo hacia mí.