Saga Cuento de Hadas #1.
La saga Cuento de Hadas toma los clásicos de Disney y los envía a la vida real en el país ficticio de Molaff, con protagonistas llenas de magia e historias aventureras.
Pero... los finales felices no son tan fáciles de conseguir ¿Conseguirán ellas el suyo?
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Capítulo 1: Los seis tutores.
En el presente...
—Hey, Snow, ptsss, Snow... —me espabilo al escuchar a Elise susurrarme en el oído.
—¿Q-qué sucedió? —pregunto, parpadiendo para sacudirme el sueño. Elise me hace señas para que mire al frente.
Miro delante de mí y veo al feroz dragón expulsar humo de la nariz. Bueno, quizá no es un dragón de verdad pero el profesor Smith se ve realmente furioso.
El profesor carraspea.
—Señorita White —me llama. Me pongo más derecha en el asiento, tratando de disimular que soy una buena estudiante y que he escuchado hasta la última palabra de su clase
—¿Sí, mi querido profesor? —digo con una inocente sonrisa, esperando convencerlo de que no estaba dormida. Solo estaba pensando con los ojos cerrados.
Pero el profesor no parece tragarse mi dulce actuación.
—La Directora Zafiro la espera en su oficina.
Mi sonrisa es reemplazada con una mueca de espanto.
¡Oh, por todos los unicornios! De seguro es para regañarme por quedarme dormida en Química. ¡Otra vez!
Recojo mi libreta y mi mochila lo más rápido que puedo y en el proceso mi lápiz cae en el suelo. Me agacho para recogerlo y al levantarme me golpeo la cabeza con el borde de la mesa. ¡Auch! Escucho unas risitas a mi alrededor y el profesor me da una mirada de impaciencia. Me disculpo y me pongo de pie a toda prisa, acariciando mi cabeza.
Elise alza los pulgares para darme ánimos mientras me sonríe. No funciona, pero aprecio el gesto. Le devuelvo la sonrisa y salgo del aula de clases, encaminándome hacia la oficina del verdugo.
Al llegar frente a la puerta de madera, me detengo un momento a tomar aire. «Va a estar todo bien —me digo a mí misma—. No estás en problemas».
Al menos eso es lo que espero. No quiero llegarle a mi madre diciendo que me han suspendido por dormirme y reprobar. Ella ya carga con suficiente estrés gracias a su trabajo de doctora, no necesita que su única hija le cause problemas.
Alzo el puño y golpeo la puerta con los nudillos.
—Adelante —escucho la voz de la directora. Trago saliva y abro la puerta, entrando en la oficina. Sentada detrás del escritorio está la mujer de cabellos canos que me mandó a llamar—. Siéntate, Snow.
Obedezco en silencio, sintiendo el corazón acelerado. ¿Qué irá a decirme?
La Directora Ava Zafiro me dirige una sonrisa tranquilizadora.
—No estés tan nerviosa —comienza a buscar algo en uno de sus cajones—. Actúas como si estuvieras en problemas. ¿Hiciste algo malo, Snow?
—¡No! ¡Claro que no! —me apresuro a aclarar, quizá demasiado rápido. La directora sonríe con dulzura y saca una roja manzana del cajón.
—¿Quieres una manzana?
¿Quién no ha visto eso? ¿Una anciana ofreciéndole manzanas a Blancanieves? He recibido tantas bromas a lo largo de mi vida sobre mi parecido a la princesa de Disney que incluso ver manzanas me fastidia.
—No me gustan, pero gracias —rechazo, intentando ser lo más amable posible.
—¿Tienes algún problema con estas frutas? ¿Es acaso por tu nombre? No dejes que eso te moleste. Come la manzana, te hará sentir mucho mejor —su voz es convincente y al final termino cediendo y aceptando la manzana. Le doy un mordisco y ella sonríe—. Perfecto. Ya podemos empezar nuestra reunión —ella saca una carpeta amarilla de otro cajón—. Esto me dice que estás fallando en siete de seis materias que ves —oh, no. Sabía que este llamado no podía ser solo para comer frutas—. El profesor Smith me dijo que solo has aprobado un examen de cuatro que ha hecho. En Literatura no has asistido ni a una clase, y en Deportes vas reprobando. Parece que no haces mucho ejercicio —hace una pausa, mirando mis calificaciones—. Solamente vas aprobando Historia, y eso es a duras penas.
¡Oh, por los enanitos de Blancanieves! Sabía que algo malo me deparaba en esta oficina. Casi la escucho decir que estoy expulsada por ser la peor alumna. Puedo sentir la mirada reprobadora de mi madre antes de enviarme a un internado en Suecia.
Editado: 25.04.2018