Capítulo 15

LA MENTE ASESINA

Continúa en la espera, él aún permanece en su mira desde aquel treinta y uno de octubre.

Muy difíciles han sido estos años, exactamente cuatro en los que se ha aguantado de probar ese dulce y sabroso corazón rojo que tanto desea. Más fuerte ha sido resistir la tentación cuando se encuentra cerca de él, ese olor tan delicioso que suelta su cuerpo le hace fantasear pensado en el momento en el cual comerá su corazón.

Camina entre la profunda oscuridad del lugar donde habita. Se acerca hacia un espejo viejo y roto que tiene guardado desde hace muchos años. Se mira y en él ve reflejado su rostro, algo cansado y con los ojos caídos, aunque claro, con la mirada psicópata de siempre. Eso nunca se pierde.

A veces siente que debe parar con esto, con todo el mal que ha causado, pero recuerda todos los abusos y problemas que vivió en su infancia, en la cual todos le rechazaban, inclusive su familia. Nadie sentía piedad por hacerle daño así que decidió que no tendría piedad por nadie más en lo que le restara de vida.

Se acuerda nostálgicamente de su etapa escolar en la cual destacó por sus grandes calificaciones, no reprobaba ninguna materia, es más, la mayoría de sus notas eran cien. Aunque eso era algo bueno parecía no importarle a sus padres, quienes le ignoraban cada vez que les mostraba con ilusión y entusiasmo sus excelentes calificaciones.

Aparta su mirada del espejo y camina dando pasos lentos hacia su cama. Se sienta en un costado y toma de su escritorio colocado al lado de la cama una foto de su víctima más deseada, Blood.

Lo mira maliciosamente, acaricia suavemente el sector de su pecho, donde debajo de toda esa piel, tejidos y demás se encuentra el tan esencial órgano para la vida humana, animal y vampiro; el corazón.

Empieza a reírse a carcajadas malévolas luego de verle rostro. Se torna triste y aislado, tal como lo dejó aquella noche de Halloween en la que asesinó a sus padres. Se sentía con poder, mucho poder.

Luego de las carcajadas, vino la desesperación. Su respirar se volvió agitado, necesitaba ese corazón cuanto antes, su cuerpo se lo pedía a gritos. Se levantó de la cama y fue por un bocado que le calmara el apetito.

Abrió el refrigerador y de él sacó una bolsa de carne humana que había congelado. Tomó una botella de sangre que almacenaba también en el refrigerador. Agarró un plato y un vaso, ambos de vidrio. Primero vertió la sangre en el vaso, la dulce y espesa sangre. Se aseguró de no derramar ninguna gota en el suelo, no quería desperdiciar algo tan delicioso como lo es la sangre.

Luego fue el turno de la carne. Abrió la bolsa de plástico y sacó de ella un gran trozo de carne cruda. Tomó asiento y comenzó a disfrutar del manjar que había preparado para la cena.

Primero tomó el trozo de carne, no le importó que aún estuviera fría. Le dio un profundo mordisco con sus afilados dientes, dejando caer sobre el plato algunas gotas de sangre que aún conservaba la carne. Después tomó el vaso y se bebió lentamente la refrescante sangre que tanto necesitaba, no dejó ni una sola gota en el vaso.

Había decidido que mientras esperaba a su amado y preciado Blood, podía divertirse un poco con alguien más. Claro, sin dejar a su objetivo principal en la mira. Sólo jugaría un poco.

Tenía mucho de dónde elegir, poseía un catálogo variado en la Medical Mörder. Ya había puesto los ojos en una víctima en especial, pronto empezaría con una nueva aventura. 

No quería que Blood pensara que se había ido, es más, ha estado más cerca de él que nunca, aunque no se haya dado cuenta.

Ya con su estómago un poco lleno y con su hambre calmada, se recuesta sobre su cama para intentar dormir un poco. Mañana sería un gran día, empezaría con su aventura sangrienta de una vez por todas.

Quería hacerse notar, que todos en la universidad supieran que estaba presente, y que vendría más fuerte que nunca.